E-Moción al cuadrado

La moción de censura de Pedro Sánchez ha movido al resto de fuerzas políticas en torno a la posibilidad de sacar a Mariano Rajoy del Gobierno

No negociar. Con nadie. Lo toma o lo deja. Al fin el PSOE ha dado con la fórmula para esta moción de censura. A cara o cruz. O Con Mariano Rajoy y la corrupción o con la limpieza democrática.

Los socialistas andan lentos de reflejos. En estos tiempos de vértigo les ha costado un poco demasiado dar con el santo y seña de la claridad y la simplicidad. Pero en fin, más vale tarde que nunca. Se trata de echar a Rajoy y punto.

​Por cierto, los plumíferos que tras la aprobación de los presupuestos graznaban augurando a Rajoy dos años de poder y a Albert Rivera otros tantos de insufrible desgaste, podrían, si no reconocer su error, sí por lo menos aprender de él. Lo del secesionismo no da para mucho más. El temazo era, es y será la corrupción.

Si el paquidérmico PSOE pecó de falta de reflejos, las hienas ideológicamente moteadas de C’s se precipitaron al lanzarse sobre ambas presas sin saber que no estaba en sus manos presentar una moción alternativa. Les faltan tres diputados.

Ciudadanos está ante una contradicción: si no vota a favor de Sánchez, estará manteniendo a Rajoy 

La intención de C’s al vincular la moción a las elecciones inmediatas es diáfana: que Pedro Sánchez no salga reforzado, lo que sucederá si pasa por La Moncloa, y más si es por poco tiempo.

El dilema de Ciudadanos, según el PSOE, es el siguiente: si los de Rivera no votan a favor de Sánchez, estarán manteniendo a Rajoy en el poder y se hundirán en el descrédito.

Podemos también juega sus cartas

¿Cómo se podría echar a Rajoy y votar contra Sánchez sin tener que recurrir a San Judas Tadeo o Santa Rita, patronos de lo imposible? Con la milagrosa ayuda de Podemos. De manera muy sibilina, Pablo Iglesias declaró que si Sánchez fracasaba tendría que abandonar la política.

Iglesias, la falsa paloma, coincide con el auténtico halcón Rivera en el deseo de matar de un tiro a los dos pajarracos Rajoy y Sánchez. De un tiro es imposible. Pero no de dos tiros.

Lo que les conviene y a buen seguro planean es una doble moción. Que esta semana fracase Sánchez. ¿Fin del tráiler? ¿Dos años más de Rajoy? No tan de prisa. El maquiavélico plan consiste en presentar a continuación la moción instrumental.

A saber si lo hace Podemos por su cuenta o presta a C’s los tres diputados que le faltan.

Para que el mirífico plan salga adelante Rivera necesita una excusa para no votar a favor de Sánchez.

¿Y el independentismo?

El diablo nacionalista anda suelto, y cualquier contacto con él condena al más santo a los infiernos. Maria Dólores de Cospedal y Susana Díaz embisten a dúo al pobre Sánchez colgándole el sambenito de amigo de independentistas.

De rodillas y con mantilla pueden imaginarse a Sánchez rogando a todos los santos que Pdecat y ERC le hagan el inmenso favor de abstenerse.

Tal como están las cosas, si le votan estarán dando una excusa formidable a Rivera para clavar la puntilla al candidato socialista.

El envite del PSOE emplaza a Ciudadanos. Las bases de Podemos van a votar por el sí al candidato que presenta y defiende la moción. Si C’s se suma A PSOE y Podemos, bastan y sobran los votos de los tres para echar de una vez a Rajoy. Las periferias, con la vela muy corta en este entierro.

Que la combinación salga a la luz no impide que el halcón y la falsa paloma sigan adelante con sus planes de sacrificar primero al cordero Sánchez y después al bovino Rajoy en el altar de una regeneración democrática tan necesaria como imposible con protagonistas de este calibre moral.

El final de Sánchez

Sánchez es consciente de la posibilidad de su fracaso. Puede anunciar un paso efímero por La Moncloa, una fecha para las elecciones, una batería de medidas anticorrupción y hasta los dos fosilizados huevos de Felipe González. Si los nacionalistas catalanes le votan, está perdido.

Pero aunque se abstengan lo tiene muy difícil. Su único consuelo es que Rajoy lo tiene mucho peor si Podemos y C’s siguen adelante con su mortífera maniobra.