El Cercle d’Economia no es ajeno a la decadencia catalana que denuncia

Los posicionamientos de Cercle en los últimos años han sido siempre una muleta del argumentario nacionalista sobre el agravio económico

El Cercle d’Economia, antes Círculo, nació en 1958 con el objetivo de contribuir a la modernización de la economía y la sociedad catalana. A lo largo de 63 años de historia de la mano de algunos presidentes ilustres y notables como Güell de Sentmenat cumplió su cometido, en los últimos años no.  

En Cataluña una de las características del régimen nacionalista ha sido el de la mezcla de las elites económicas y políticas hasta convertirse en una misma argamasa cerrada, en una caja hermética a la que solo se accede por invitación exclusiva.  

Los posicionamientos de Cercle en los últimos años han sido siempre una muleta del argumentario nacionalista sobre el agravio económico. Los papeles del Cercle han sido muy útiles a la casta política dirigente en Cataluña, o sea los independentistas que han pasado del “lo ha dicho la tele”  al “lo ha dicho el Cercle” como oráculo indiscutible.  

El Cercle pidió en 2018 un nuevo Estatuto con más competencias, se supone que como premio a todo lo sucedido en Cataluña en 2017. El Cercle siempre ha estado al frente de la manifestación de más competencias, más financiación y también aplaudió los indultos concedidos por Sánchez a los políticos independentistas para garantizarse los presupuestos que pronto verán la luz, y que por cierto son letales para la clase media y en consecuencia para el conjunto de España por su carga fiscal, gasto descontrolado e incremento de déficit.  

El Cercle siempre tuvo la pólvora preparada para disparar contra los gobiernos centrales, en especial si eran del PP. Eso en Cataluña siempre es agradecido y da puntos y palmaditas en la espalda a la entrada de cualquier cenáculo exclusivo.  

La nota de opinión del Cercle emitida esta semana cargando a la vez contra Colau y Aragonés lo primero que debe sugerirnos es si el Cercle hubiera alumbrado dicha nota si esos gobiernos hubieran sido convergentes o neocovergentes, o sea de Junts. Lo segundo que sugiere la nota es que el Cercle hace un “quita bicho”, se quita de en medio, se baja del barco el segundo antes de su hundimiento.  

El Cercle es parte activa en que la economía catalana haya tomado ese rumbo

El Cercle lejos de ser ajeno a la descripción precisa que hace de las razones y consecuencias y de la caída de la economía catalana es parte activa en que dicha economía haya tomado ese rumbo. Pocas instituciones como el Cercle se han abonado a acusar a todos menos a la Generalitat del rumbo declinante de Cataluña.      

La sociedad civil debe ser un contrapeso fundamental al poder político o no es sociedad civil y se convierte en élite extractiva. En Cataluña, con toda seguridad por culpa del nacionalismo, la sociedad civil acosada por la presión asfixiante del pujolismo lo dejo de ser hace tiempo para convertirse en un canal de acceso y contacto a dicho poder, un lugar donde la complacencia y el peloteo mutuo era la antesala al contrato o el negocio. La sociedad civil de la mano del nacionalpujolismo copo el poder político y se devoro a si misma hasta desaparecer. 

Hubo un tiempo en Cataluña en que las puertas giratorias eran pasar del poder político a la empresa, como sigue sucediendo en el resto de España, el ultimo caso el de Carmona, el socialista que ha sido nombrado flamante vice presidente de Iberdrola. En Cataluña la asimilación de poder político y burguesía económica es tal que las puertas giratorias son inversas, el poder total está en la política. El caso de Jaume Giro, de la Caixa a la Conselleria, es el ejemplo más palmario.  

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante la jornada inaugural de la XXXVI Reunión del Cercle d’Economia. EFE/Quique García

Con una sociedad civil, a la vez poder económico y político en Cataluña, que no hubiera llenado de pájaros la cabeza a los dirigentes políticos y económicos de Madrid, que por cierto son unas almas de cántaro que se han tragado durante décadas todas las monsergas de sus semejantes catalanes, sin la financiación a las causas nacionalistas y luego separatistas de las empresas y bolsillos de la mayoría de los dirigentes del Cercle, sin los papeles y declaraciones engoladas justificativas de las políticas de la Generalitat y sin el aval al lamento y agravio constantes, el documento sobre la decadencia de Cataluña del Cercle no sonaría a excusa o justificación tardía.  

El Cercle emite un papel reprochando las políticas de Colau y Aragonés en el Ayuntamiento y la Generalitat, bienvenido sea por tarde que llegue, y no se dan cuenta de que Ada Colau y Pere Aragonés, como antes Torra, Puigdemont, Mas, Pujol y Trias son resultado de su aliento, apoyo y armazón ideológico.

Hubo un tiempo en el que el empresariado y la sociedad civil temían a Joan Clos, a Montilla o a Jordi Hereu, hoy frente a Colau y Aragonés, también frente a quienes alumbran los papeles del Cercle, parecen gigantes merecedores de un Princesa de Asturias. ¡Mejor que no que Colau y Aragonés estarán en la puerta del teatro donde se entregan los premios escrachando a los galardonados!