El elefante en la Moncloa
Con la confesión de José Luis Ábalos, queda invalidada la propaganda de la Moncloa
Mala semana para el gobierno y el PSOE tras la revelación del intercambio de whatsaps entre Pedro Sánchez y su ex fiel servidor, José Luis Ábalos, que han dejado en evidencia al presidente que ahora empieza a digerir la advertencia del comisionista Victor Aldama cuando salió de prisión: «Que no se preocupe el señor Sánchez, que va a tener pruebas de todo lo que se ha dicho».
Y en esas estamos. En la aparición de indicios, que Sánchez y su entorno de portavoces llaman “casquería” o “bulos” mientras intenta resistir en pleno desplome de su argumentario.
La Audiencia Provincial de Madrid ha dejado fuera el rescate de Air Europa en el caso de Begoña Gomez. Una de arena. Por el contrario, reconoce que la imputada pudo aprovecharse de su condición de esposa de Sánchez “vender favores” a empresas. Otra de cal.
A su hermano, el músico, no le espera mejor panorama judicial porque las acusaciones piden para él tres años de cárcel y la devolución de todo el dinero que ha cobrado de la Diputación de Badajoz.
Y, por si fuera poco, la UCO acaba de reafirmarse, en su informe, en que el Fiscal General del Estado, Alvaro García Ortiz (“nuestro” fiscal, que diría Sánchez) fue responsable de la filtración sobre los datos fiscales privados del novio de Isabel Díaz Ayuso.
Al final, en esta semana “horríbilis” de Sánchez casi todos los caminos le conducen a Ábalos. Es el elefante en la Moncloa. El eterno obstáculo en la habitación que todos ven (que se lo pregunten a la portavoz Pilar Alegría que se le aparece en sus pesadillas) pero del que nadie quiere hablar.
El miedo a que Ábalos tire de la manta
El miedo a que Ábalos tire de la manta existe en el gobierno y en el PSOE. ¿Cuántas conversaciones comprometedoras más va a permitir que se publiquen? Desde que ha reconocido que, por una tercera persona, ha sido él el filtrador de los whatsaps, el argumentario oficial se ha quedado en bucle.
El entorno de Pedro Sánchez ha entrado en pánico. Ya no pueden buscar al responsable de la publicación de las conversaciones. Por mucha risita nerviosa que le entre a la ministra (“petardo”, según Sánchez) Margarita Robles. Por mucho que Óscar López haya optado por proteger a Ábalos diciendo que no le constan las juergas del ex ministro en tiempo de pandemia mientras él era presidente de Paradores.
Entre hipócritas, impresentables y pájaras, el dardo más certero se lo ha dado Ábalos a Pedro Sánchez. Primer aviso. Porque no quiere cargar él solo con toda la mochila de la corrupción por la pendiente hacia el probable hueco penitenciario. Vendrán más entregas de este indigno serial que nos revela en mano de quienes está gobernado este país, mientras la UCO sigue haciendo su impecable trabajo de investigación. No son conjeturas.
Con la confesión de Ábalos se le ha estropeado la propaganda a Pedro Sánchez. Ya no puede marear a los ciudadanos diciendo que está buscando a los responsables de la filtración de los whatsaps. Lo tiene delante de sus ojos. En la habitación. En la Moncloa.
Si el presidente, antes, le echaba de menos, ahora echará de más a aquel servidor que le hacía todo el trabajo sucio en el partido y que tan bien se lo pasó en sus juergas mientras todo el pais vivía limitado por las restricciones del COVID. Quienes apuntaban a la UCO como autora de las filtraciones se han quedado sin argumentos.
Pedro Sánchez perdió esta semana la oportunidad de dar explicaciones en el Congreso para exculparse de los tejemanejes personales en la operación del rescate de Air Europa que hemos pagado todos los ciudadanos con nuestros impuestos.
No lo hizo, seguramente, por prevención, porque desconoce el alcance que puedan tener los próximos mensajes. Estaría pensando que sus palabras pueden volverse contra él ¿Recuerdan cuando dijo que al comisionista Victor Aldama no le conocía de nada y que todo lo que estaba diciendo era una “inventada”? Pues eso.
¿Cómo puede influir Sánchez en el futuro penal de Ábalos?
Pero ¿cómo puede influir Sánchez en el futuro penal de José Luis Ábalos? Ya está retorciendo la futura Ley de Enjuiciamiento Criminal, con la aprobación de su borrador, para dar a la Fiscalía la instrucción penal y anular la acusación popular.
Pero sus tentáculos, de momento, no llegan hasta el Tribunal Supremo, aunque podrá utilizar a la Fiscalía, la Abogacía del Estado y, seguramente el mismo Tribunal Constitucional que preside Conde Pumpido, que estará dispuesto a echar una mano como ya hizo con la anulación de las condenas de Chaves y Griñán por el fraude de los ERE en Andalucía. En eso confiará Ábalos, que no quiere hundirse solo. Santos Cerdán: calienta, que sales.