El enigma del cálculo de Feijóo

La decisión de dirigente popular gallego ha sido una sorpresa dentro de su partido, dejando la duda de por qué no ha dado el paso al frente

Alberto Núñez Feijóo, el supremo mandamás de la siempre caciquil Galicia, ha tardado quince días en renunciar.

Amagó con los tiempos al poco de conocerse la renuncia de Mariano Rajoy. Si su padrino político saliente le dificultó el camino al no señalar sucesor o se lo facilitó al interceder por una candidatura única es algo que sólo un gallego podría dilucidar.

El incierto destino popular

No haberse descartado de entrada significa que negociaba apoyos o por lo menos sondeaba a afines y rivales.

Lo cual invalida, por cínica, su sentencia justificativa final, sólo construida para los menos listos de la galería: “No puedo fallar a los gallegos porque también sería fallarme a mí mismo”. O se dice el primer día o no hay quien se lo trague.

A saber asimismo si el posible cálculo de Feijoo se basa en sus opciones de hacerse con la presidencia del PP o en las de llegar a La Moncloa.

El gran dilema del PP no es de personas sino de actitudes

Supongamos, aunque sólo sea para ejercitar la mente analítica, que gana en la batalla por Génova. Una vez allí, y eso vale para todos, qué. ¿Sostenella o enmendalla? El gran dilema del PP no es de personas sino de actitudes.

Entre los mejor situados, García Margallo es renovador mientras Cospedal, Santamaría y Casado son continuistas. Margallo tiene ideas políticas, los demás entienden la política como un juego de poderes y favores.

Si gana un continuista, se dedicará a una oposición feroz al PSOE y al desgaste de C’s.

Paradójicamente, lo primero está reñido con lo otro, pues cuánto menos tiempo pase Pedro Sánchez en La Moncloa, menos se consolidará.

Cuánto más tiempo tarden en llegar las próximas elecciones generales peor para Ciudadanos y mejor para el nuevo líder del PP.

El factor Rivera

Cuando los vaivenes pasan a la categoría de bandazos, las embarcaciones pueden zozobrar.

Eso lo saben quienes han aupado a Ciudadanos como garantía de continuismo del llamado régimen del 78. Pero una vez instalado Sánchez en el poder y habiendo dado muestras de buen comportamiento, nuestros queridos poderes fácticos van a evitar otro bandazo.

En otras y más sencillas palabras, empieza la era Sánchez. Lo más probable es que dure el resto de la presente legislatura y toda la siguiente. Después ya estaremos a las puertas del segundo cuarto del presente siglo, o sea que Dios dirá.

Al PP le corresponde en el mejor de los casos chupar una larga oposición

Según la lógica política, que no siempre es la buena lógica, al PP le corresponde en el mejor de los casos chupar una larga oposición. Con el agravante de la persistencia de C’s. Que Rivera se desinfle a ojos vistas y pierda apoyos no significa que vaya a tirar la tolla.

La piedra que arrastra el PP por el lodo es tremenda. Cuando no había alternativa muchos tragaban y otros se pasaban a C’s. Pero es que ahora hay alternativa.

Una alternativa que se llama PSOE. Pero por si acaso, quienes tienen poder y agilidad suficiente como para saltar de la montura Rivera a la montura Sánchez sin pestañear, no suelen fiarlo todo a un solo caballo.

C’s pasará una dura prueba, pero el PP también. De momento, que se ganen la confianza de sus votantes. Luego ya decidiremos.

Que el PP siga en las mismas es lo mejor que puede esperar Rivera. Si se renueva tiene más posibilidades de sobrevivir, aunque siempre dentro del frío de la oposición, que puede llegar a glacial.

Las dudas de Feijóo

¿Era este el cálculo de Feijóo? ¿Va a resistir el nuevo rostro visible de los populares o tendrá que renunciar tras un previsible bajón electoral? ¿Van a ir luego a buscarle en peregrinación hasta Santiago para que salve al PP del naufragio? Cuán largo me lo fiais.

Recuerden la sentencia de Andreotti. “El poder desgasta a quien no lo tiene”. El juicio es tan certero que lo incluyeron en la tercera entrega de la saga “El padrino”.

Su significado permanece inalterable, tanto si es aplicada a la mafia o a la política.

Hablando de mafia y política, la solución al enigma del cálculo de Feijóo puede estar en los roces o intersticios entre ambas actividades, tan bien documentados en el cine.

Pero no sólo en el cine, las fotografías de Núñez Feijóo con su amigo el narcotraficante Marcial Dorado lo atestiguan.

Podría haber incluso más. Podría ser que alguien hubiera ido acumulando dosieres desde el poder. En cuyo caso poseería una capacidad disuasoria que sin ellos podría parecer paranormal.