El etéreo futuro de los peajes

Dado que los nuevos peajes no vendrán impuestos por Bruselas y a la vista de que el PP está muy dispuesto a aprovechar cualquier resquicio para presentar batalla en esta lucha, lo más probable es que los peajes se hayan ido para no volver, por lo menos durante un largo tiempo

Asegura más de un experto que la mejor fórmula para pagar, no la construcción, sino el mantenimiento de autopistas y autovías, es una combinación de una viñeta de acceso general más un pago según el uso, por supuesto que equitativo e igualitario.

Está claro que algo de eso se cuece entre los responsables de la recaudación, a fin de no cargar todavía más gasto a unas arcas públicas que andan con la rueda del estrés atada al cuello. De ahí el eslogan o la convicción según la cual, de un modo u otro vamos a ir del peaje al peaje. ¿Estamos pues ante un paréntesis?

La teoría no es tan clara como parece. Sería injusto, en principio, que los que no acceden a las vías de alta capacidad pagaran tanto por su mantenimiento como quienes las usan a diario.

Bueno, también pagan los no fumadores, estadísticamente y sin lugar a dudas más sanos, el exceso de gasto sanitario de los fumadores. También pagan los que se desplazan en automóvil a diario la parte del transporte público de cercanías que se ahorran los usuarios. Y así, hasta ciento y más.

La reintroducción de peajes, para quienes los pagaban, no va a dilucidarse mediante estudios técnicos o el uso de avanzadas tecnologías

Pero es de temer, y mucho, que debates sobre justicia y equidad aparte y necesidades recaudatorias al margen, la reintroducción de peajes, para quienes los pagaban, no va a dilucidarse mediante estudios técnicos o el uso de avanzadas tecnologías. Por gracia o por desgracia no va a ser así.

El problema de la implantación de un nuevo peaje es doble. Por un lado es político, o mejor dicho partidista, y por el otro digamos que emocional, añadiendo que ciertas emociones, por no decir casi todas, están íntimamente conectadas con el bolsillo, sede principal de los intereses, ya sean individuales, ya colectivos.

En efecto, para la inmensa mayoría de españoles, los peajes no han existido jamás. No pocas autopistas, además de todas las autovías, se han construido y mantenido a cargo de los presupuestos generales.

En casos excepcionales de peaje inicial como las radiales de Madrid, el negocio resultó ruinoso, ya que los posible usuarios preferían tomar rutas alternativas, por supuesto que gratuitas. Resultado: rescate del estado y a rascarse el bolsillo a no ser que se circule de noche.

Aunque para catalanes y valencianos parezca mentira, lo cierto es que con contadas excepciones, el uso de las vías de alta capacidad ha sido gratuito para la inmensa mayoría desde el primer día. De manera que cualquier pago será considerado un retroceso en forma de atraco.

Pedro Sánchez se verá caricaturizado como un maleante que asalta y desvalija a los pobres que solamente han cumplido con su obligación o imperiosa necesidad de usar los caminos públicos

De proseguir con la iniciativa de su gobierno, Pedro Sánchez se verá caricaturizado como un maleante que asalta y desvalija a los pobres que solamente han cumplido con su obligación o imperiosa necesidad de usar los caminos públicos. Feo, muy feo.

Alternativamente, deberá sufrir como le retratan en plan súbdito de los comunistas de Podemos y su insaciable afán de esquilar a las sufridas clases medias a favor de un quimérico proletariado. Todavía más feo.

Dado que los nuevos peajes no vendrán impuestos por Bruselas, hasta ahí podríamos llegar, y a la vista de que el PP está muy dispuesto a aprovechar cualquier resquicio para presentar batalla en esta lucha sin descanso y sin cuartel a la quedan por lo menos dos años de cuerda, lo más probable es que los peajes se hayan ido para no volver, por lo menos durante un largo tiempo.

En Moncloa no se han vuelto tan temerarios como para entregar a Pablo Casado un proyectil de tanto calibre que le deje margen para anunciar que si él gana revertirá las onerosas y humillantes medidas tomadas por Sánchez.

El sobrecoste de levantar los peajes es una nadería comparado con el tema mayúsculo de las pensiones

Desde el punto de vista de los presupuestos, el sobrecoste de levantar los peajes es una nadería comparado con el tema mayúsculo de las pensiones, último resquicio de los pactos de estado que otrora acordaron los dos grandes partidos.

Tampoco es que se trate de una cuestión baladí, por lo que el único resquicio previsible para zanjar la cuestión con criterios técnicos y peaje blando generalizado consiste en emplazar desde el gobierno al PP para que proponga una solución o, alternativamente, participar con vara alta en una comisión especial que dependa del Congreso.

Aunque dudo que en el PP lo aceptaran dadas la completa ausencia de espacios de colaboración y entendimiento. El Gobierno y la ciudadanía tienen ante si una cuestión que en otros países se resolvería por consenso o por clara y valerosa mayoría gubernamental pero que en España no será fácil de arreglar por ausencia de ambos requisitos.

Etéreo es el futuro para lo que queda en el aire