El gran error de Ciudadanos

Al echar por la borda su perfil centrista, Ciudadanos revierte la tendencia que catapultó a la formación en las pasadas andaluzas

O no han aprendido nada de política, o no tienen auténtica ambición de poder, o dependen de un dueño o poder oculto que les dicta su posicionamiento. Sea la buena cualquiera de las tres explicaciones, es evidente que la decisión de Ciudadanos de no pactar con el PSOE es la peor que podían tomar en estos momentos.

La peor, a no ser que pongan su idea de patria por encima de la cosecha electoral y estén dispuestos a darlo todo por la causa, como un nuevo y raro Isaac que se apresta al sacrificio por su cuenta.

Los de Rivera están perdiendo voto por la derecha y por la izquierda

Al echar por la borda su perfil centrista, Ciudadanos revierte la tendencia que catapultó a la formación en las pasadas andaluzas, en las que pasó de 9 a 21 diputados. Hoy por hoy, según la fiable Metroscopia, los de Albert Rivera están perdiendo voto por la derecha y por la izquierda.

Es de párvulos, el lógico resultado de abandonar el centro. En toda Europa, los socialdemócratas han sufrido lo suyo por renegar de la izquierda, pero en general mantienen una base de poder por lo menos inercial, de gran organización con largos decenios de influencia capilar en la sociedad.

En cambio, si los liberales reniegan del liberalismo no les queda nada. A diferencia de sus dos grandes competidores, PP y PSOE, C’s es un partido de aluvión, de protesta y de propuestas, que pasa por arriba, como flotando, sin estar verdaderamente asentado en la sociedad.

Ciudadanos abandona un terreno central que podía cultivar sin competencia por abandono del PP

C’s ha pasado de ser la esperanza de las clases medias urbanas hartas de corrupción, de ideas abiertas y con aspiraciones a la modernidad, a convertirse en portaestandarte de la España cerril.

Lo malo, para C’s, es que abandona un terreno central que podía cultivar sin competencia por abandono del PP para pelearse con el PP y Vox por un espacio en el que ambos disponen de mayor solera y ventaja.

En vez de presentarse como árbitro de la política y el rumbo de España, de insistir en políticas innovadoras como en los tiempos del salario universal de ciudadanía, de abogar por el salto tecnológico, por la industrialización y la exportación de mercancías además de servicios; en vez de ahondar en un perfil propio; en lugar de entonar el do de pecho de una aria para barítono, algo al alcance de muy pocos superdotados, Rivera ha preferido adocenarse y convertirse en uno de los tres tenores de la derecha.

Uno más. Regalo de votos al PSOE. Regalo de votos a Vox. Sumisa entrega del liderazgo de la derecha a Pablo Casado.

Rivera debería haber presentado un proyecto propio de modernización y ofreciendo alianzas

Antes de encadenar los destinos de su bisoño partido al tándem Casado-Abascal, Rivera contaba con la capacidad de decidir entre el renacer de la España de bloques, la cainita, la que mira al pasado, o la consolidación de un espacio central a partir del cual incluir, moderar y prosperar.

Podía, era su ventana de oportunidad. Se la ha cerrado contra sus propias narices. Lo más probable es que lo pague con una sangría de votos.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en una conferencia de Madrid Foro Empresarial, el 13 de septiembre de 2018. Foto: EFE/FA

albert rivera

Ciudadanos debería dialogar con los demás partidos: con el PP si se aplica un tratamiento contra la corrupción y con el PSOE si pasa a ser beligerante con los que ‘pretenden romper España’

“Es que la rendición de Pedro Sánchez a los independentistas no le permitía otra opción”, saldrán en ingenua o hipócrita defensa suya quienes justifiquen el abandono de la ambición de liderazgo.

Falso. Si no fuera porque alguien le ha escrito un guión que no le conviene, Rivera habría salido al escenario ahondando en el proyecto propio de modernización y equilibrio y ofreciendo alianzas: a diestra, o sea al PP, a condición de que siga un tratamiento anticaspa.

A la izquierda, o sea hacia el PSOE, a condición de que cambie de actitud y pasa de dialogante a beligerantes frente a los que “pretenden romper España”. Mediante un diseño de campaña de este tipo, C’s podía aspirar a la segunda plaza.

La oportunidad perdida de ‘sorpasso’

Las condiciones objetivas para el sorpasso estaban ahí: Disputa entre PP y Vox por el mismo espacio, corrupción de los populares, sociedad tendente a la moderación, desencanto con la izquierda radical, fracaso de Pedro Sánchez… No lo han querido, no han sabido o no les han dejado aprovechar este gran regalo de la coyuntura.

Es más que probable que Rivera pague caro el abandono del centro. Pero podría ser que al autor del guión que autocondena C’s a un papel subalterno la jugada no le salga precisamente a pedir de boca, ello por dos posibles reacciones. Una, que el electorado centrista vota por eliminación al que está menos lejos, y gracias a la dejación de C’s, éste pasa a ser el PSOE.

Y dos, que el electorado de izquierdas se moviliza por reacción, en este caso y con mayor exactitud por temor al tripartito de derechas.