El laboratorio vasco de Ciudadanos

El PP vasco resta importancia a los apoyos de Ciudadanos a Sánchez para resaltar que, en Euskadi, les une la defensa de la Constitución

La aparición de Ciudadanos como la tabla de salvación de Pedro Sánchez, en el momento más delicado de su incipiente legislatura, le está dando oxígeno al Gobierno socialcomunista y deja debilitado al bloque constitucionalista de centro derecha.

Sobre todo al PP de Pablo Casado que gobierna con el partido naranja en importantes comunidades autónomas y algunos ayuntamientos y mantiene con ellos una coalición electoral en el País Vasco.

A diferencia de Alberto Núñez Feijóo, Carlos Iturgaiz heredó la alianza con Cs pactada desde Génova antes de que él sustituyera a Alfonso Alonso. Será el segundo experimento electoral, después de la experiencia de Navarra Suma.

Una comunidad autónoma, la vasca, en donde Cs no tiene ningún escaño en el Parlamento porque en las últimas elecciones autonómicas solo obtuvo el 2,02% con 21.362 votos. El PP quedó igualado con los socialistas en nueve escaños y obtuvo 107.357 papeletas. Pero las encuestas le auguran una pérdida de dos o tres escaños en las elecciones del 12 de julio.

Inés Arrimadas, que eludió cerrar acuerdos similares en Cataluña, se siente muy comprometida con la coalición en el País Vasco. Se identifica con los mensajes de Iturgaiz, y así se lo dijo a Casado en la última reunión que mantuvieron.

Los dos líderes podrían aparecer juntos en un acto electoral para apoyar la opción constitucionalista de centro derecha. Los populares vascos le restan importancia a los últimos apoyos de Ciudadanos a Sánchez para resaltar que, en Euskadi, les une la defensa de la Constitución y la libertad en el amplio sentido del concepto: de educación, comunicación y convivencia.

Si tiene que optar, Sánchez prefiere amarrarse a Pablo Iglesias

Es muy plausible que la incorporación de Cs al entente con el PP vasco tenga un efecto neutro en el voto. Pero las contradicciones del partido naranja saldrán a relucir en una campaña. ¿Con quién está Cs, con los socialistas o con el PP?

Por eso los populares van a poner todo su acento en arremeter contra el PNV y contra los socialistas. Como el reflejo de «la manera de gobernar de Sánchez» en Euskadi. El anuncio de Cs de no garantizar su apoyo a Sánchez cuando presente sus presupuestos, si siguen concebidos a imagen y semejanza de Podemos, ha aliviado algo la presión sobre el PP.

El partido naranja, cuando empezó a apoyar algunas medidas de Sánchez, necesitaba ganar visibilidad. De momento, ha conseguido un discreto premio en la cocina del CIS de José Félix Tezanos y que se empiece a ver en ellos la solución a la tarjeta de presentación fiable con la que necesita Sánchez personarse en Bruselas.

Si la Unión Europea espera gestión y fiabilidad, Ciudadanos es mejor que Podemos para este cometido. Si tiene que optar, Sánchez prefiere amarrarse a Pablo Iglesias aunque sea considerado por empresarios y mandatarios europeos como un polvorín. Como no habrá presupuestos hasta que no lleguen a España los Fondos de la Reconstrucción, tiempo habrá para la recolocación.

Cuando Casado le sentenció a Sánchez que se estaba quedando “cada vez más solo” fue antes del viraje de Cs. Se permitió, entonces, esa licencia porque Sánchez, desde que lograra sacar adelante su primera prórroga sin ningún voto en contra, fue perdiendo apoyos. Pero Ciudadanos ha venido a salvarlo. Veremos si la caducidad de esta coincidencia expira en la negociación de los presupuestos.

El primer revés ya lo ha recibido Ciudadanos esta semana en sede parlamentaria. En toda la frente. Fue cuando Carmen Calvo respondió a Cayetana Álvarez de Toledo que se pondrá en marcha la mesa de negociación sobre la autodeterminación, tal como lo venía exigiendo ERC.

Ahora, con un partido socialista desconocido, cualquier alianza PP-PSOE queda descartada

Y el partido naranja, que tuvo a gala decir que habían conseguido frenar la iniciativa de la mesa de negociación con los secesionistas catalanes, se ha quedado despojado de la baza de su presunta influencia en Sánchez.

El refuerzo del agrupamiento constitucional en Euskadi se produce en un momento clave de la política española. Se está dejando de defender el marco jurídico de la Transición, el espíritu del consenso ya ha sido apartado de la política gubernamental y se perfila un riesgo de desestabilización general.

Si el experimento del PP con Cs no da votos, sus promotores esperan que, al menos, deje un poso de cultura del pacto constitucional. Hubo un tiempo en que esa defensa propició un gobierno socialista en Euskadi, con Patxi Lopez como lehendakari, gracias al PP. Ahora, con un partido socialista desconocido, cualquier alianza PP-PSOE queda descartada.