El octogenario Villar Mir moja en todas las salsas
Presentarse por tercera a la vez a las elecciones a la presidencia del Real Madrid es a lo único que parece haber renunciado en los últimos meses Juan Miguel Villar Mir, el octogenario presidente del Grupo OHL, aunque vaya diciendo por ahí que, si se presentara, se las ganaría de calle a Florentino Pérez.
En todo lo demás está a la que salta. Desde su atalaya en la planta 17 de Torre Espacio ha lanzado las redes para ampliar su imperio empresarial aprovechando los bajos precios de mercado.
Le acaba de poner 200 millones de euros a su amigo Emilio Botín, por el conjunto de siete inmuebles que, en pleno centro de Madrid junto a la puerta del Sol, el Santander había ido acumulando a través de las sucesivas fusiones de entidades. Va a promover un espacio comercial de superlujo, con restaurantes, tiendas y el primer hotel de la cadena Four Seasons en España.
Y, siguiendo su estrategia que tan buenos resultados le ha dado, la de comprar empresas en dificultades y cuanto más grandes, mejor, se ha fijado ahora en la inmobiliaria Colonial, sabedor de que, a pesar de las deudas, se trata de un gran partido. Ya ha evaluado su cartera y le encanta. Sabe que hay que deshacerse del muerto de Asentia, pero, con todo, estaría dispuesto a poner dinero para su saneamiento. Eso sí, nunca más del 30% del capital social resultante tras la previsible ampliación.
Un imperio forjado a base de mil y un contratos, logrados, en muchos casos y como el resto de sus colegas, gracias a los buenos contactos y amistades afianzadas a lo largo de toda una vida. Entre ellas, la del mismísimo Rey Juan Carlos desde que en diciembre de 1975 le nombrara ministro del primer Gobierno formado bajo su reinado tras la muerte de Francisco Franco.
Amistad real, sellada hace dos años con la concesión de título nobiliario a su nombre, y que, entre otras cosas, le ha abierto al marqués de Villar Mir las puertas de onerosos contratos públicos en Arabia Saudí y Qatar, y de formar parte de la mayor licitación internacional conseguida nunca por empresas españolas, como ha sido la concesión del tren de alta velocidad de Medina a La Meca, en Arabia Saudí.
Un logro, el de conseguir contratos, para el que, en ocasiones –en muchas ocasiones– no queda otra que acudir al pago de supuestas comisiones a los políticos de turno. Esas que todos reconocen en privado, pero que nadie asume en público. No obstante, a finales de este mes de mayo, algunos de estos ‘comisionistas’ de toda la vida tendrán oportunidad de hacerlo ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que les ha citado para declarar en calidad de imputados dentro del ‘caso Bárcenas’. Villar Mir, entre ellos.
Tendrá que responder por los supuestos tres ingresos realizados por ‘J. M. Villar Mir’, de 100.000, 180.000 y 250.000 euros en 2004, 2006 y 2008, respectivamente, según la contabilidad paralela reflejada en los papeles de Luis Bárcenas, el ex tesorero del Partido Popular. Esa a la que Villar Mir, de manera despectiva, se refiere como “una fotocopia de un papel que no se sabe si existe”.
La donación de 100.000 euros en 2004 se habría realizado cuatro días después de que OHL obtuviera la concesión de unas obras de la M-30, en Madrid, y la de 180.000 euros en 2006, un mes después de la obtención del contrato de Metro Ligero de Madrid.