El peor beso de un Mundial

España pasará a ser recordada por la que tiene en sus filas a un directivo capaz de acosar a una jugadora delante de millones de telespectadores

En estos momentos opinar sobre el caso Luis Rubiales es introducirse en un campo de minas del que es imposible no salir dañado. El estado de opinión generalizado se inclina de forma radical y sin miramientos hacia la idea de que Rubiales es culpable y que debería dimitir. Y más, habiendo hecho un amago de hacerlo durante la misma comparecencia en la Asamblea de la RFEF y dejar a todos sorprendidos. Por lo tanto, no hay discusión.

Sin embargo, perdone que les moleste, los estados de opinión tan avasalladores siempre me han producido alergia. Y más cuando una idea que induce a una duda, a una reflexión más profunda o a una obviedad es contestada de forma abrupta y con desprecio. Mala cosa.

El personaje protagonista de esta historia apunta a ser un prepotente, engreído, autoritario, dispuesto a cualquier cosa para alcanzar su objetivo, soez, maleducado, expansivo y ambicioso. Un listado que lo debería situar lejos de cualquier cargo de representación. Sin embargo, todas estas características le dan la fuerza para haber logrado éxitos que la Federación debe tener en mucho valor a tenor del respaldo que recibió de sus asambleístas el mismo día que la sociedad lo estaba linchando.

En definitiva, difícil defender a Rubiales. No hay por donde pillarlo. Y si no dimitió el día de la Asamblea, no podrá batallar contra una sociedad que lo ha condenado. Fíjense, sin ir más lejos, la decisión del Ayuntamiento de Motril de suspender un partido en que hubiera jugado Rubiales, este fin de semana, debido a no poder garantizar la seguridad del evento o la suspensión de la FIFA a que pueda ejercer cualquier función en el fútbol o la respuesta del fútbol femenino mundial a favor de Jennifer Hermoso.

El famoso beso

Luis Rubiales se encuentra en esta situación por haberle plantado un beso en los morros a la jugadora cuando recogía la medalla como campeona del mundo y haber posado su mano recia en sus partes, en una evidente exposición de masculinidad malentendida y pasada absolutamente de moda, y obscena al encontrarse en el palco junto a la Reina.

La penosa sensación de toda esta historia es que España ha pasado de ser la segunda selección que ha ganado los mundiales femenino y masculino, a acabar siendo recordada por la que tiene en sus filas a un directivo capaz de acosar a una jugadora delante de millones de telespectadores, llegándole a prohibir a partir de esa acción cualquier tipo de contacto con la jugadora, según la FIFA. Ya ven, hace dos días luchaban los dos por ser campeones del mundo y tras lograrlo, no pueden ni mirarse.

Fotografía facilitada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para acompañar el comunicado emitido por la RFEF esta madrugada. EFE

Reiterando lo comentado sobre el personaje, lo repito por si acaso lo han olvidado, un tipo prepotente, engreído, autoritario, soez, maleducado, expansivo y ambicioso, el famoso beso podría haber acabado, si el individuo hubiera sido algo más elegante y educado, en una situación del fragor del momento. Explicar, por ejemplo, que la alegría le llevó a hacer una acción reprobable, manifestar la evidencia del error y poner en valor el esfuerzo del equipo en el campo. Pero no.

Es cierto que, en el deporte, y sobre todo en el fútbol, existe un machismo conceptual, metafísico, enraizado, que tardará generaciones en desaparecer. Tiene que ver con los que todavía les hace gracia los chistes machistas. Al ser relatados, algunos acaban con una sonrisa y no con el rostro de desaprobación.

Saber estar es fundamental cuando un individuo representa a una selección nacional

Pero en el punto en el que estamos es imposible intentar razonar ante una situación de tanta torpeza. La bola se ha hecho tan grande que la razón se deja a un lado. Y ahora la imagen de la sociedad española y de su deporte está en entredicho. Y ésta es la peor noticia porque España es un país mucho más avanzado en estas cuestiones que el resumen que se extrae de todo lo ocurrido.

La imagen que está dando el deporte español no se asemeja a la realidad. Solo por la postura absolutamente fuera de lugar, obscena y vulgar que mostró Rubiales en el palco ya debería dimitir. Saber estar es fundamental cuando un individuo representa a una selección nacional. Por muy bueno que sea en la gestión. Los tiempos van por ahí.