El PSOE siempre mira a la derecha
Si en una cosa tiene razón Pablo Iglesias es cuando afirma que el PSOE no es de fiar, porque dice una cosa en las campañas electorales y después en la realidad hace otras que no tienen nada que ver con lo que ha dicho.
El PSOE siempre ha tenido reticencias a pactar con las fuerzas a su izquierda. Es una herencia que se remonta a los tiempos de Felipe González, cuando se impuso una política de pragmatismo y buena relación con los poderes económicos, renunciando a principios ideológicos, y confrontando con la gente situada a su izquierda, distanciándose e incluso enfrentándose con los sindicatos de clase.
Zapatero fue la nueva esperanza del PSOE con un discurso más de izquierda. Aportó importantes mejoras en sus políticas de derechos civiles, pero ni en las políticas fiscales, que continuaron ayudando al crecimiento de la «burbuja inmobiliaria», ni en la política redistributiva de «cheques para todo el mundo» hizo políticas de izquierda.
Y finalmente su rendición ante la UE con el inicio de la aplicación de recortes como la Reforma Laboral, y el más grave la Reforma Express de la Constitución del 2011, que significó la consagración de la primacía de las políticas austericidas sobre las políticas de cohesión social. Estas actuaciones abrieron la puerta al triunfo por mayoría absoluta del Partido Popular de Rajoy.
Después del 20D se abría una oportunidad para un cambio político en profundidad. Pero Pedro Sánchez, bajo el control y el chantaje de los «barones», especialmente de la «capi dei capi» Susana Díaz, descarta toda preferencia por un acuerdo con las fuerzas de izquierda para articular una mayoría, y se lanza a un acuerdo con la «nueva derecha» que es C’s.
Sánchez y el PSOE defienden en teoría un acuerdo a tres bandas PSOE-C’s-Podemos, a pesar de que estos han dejado clara por activa y pasiva su mutua incompatibilidad programática. No se puede hacer una política económica, social y territorial entre fuerzas que defienden modelos diferentes.
Hay que decir claramente que el acuerdo C’s-PSOE presentado con toda solemnidad a pesar de su minoría parlamentaria, tal como se reflejó en el debate de investidura de Sánchez, es un acuerdo que no significa ninguna rectificación profunda de las políticas del PP. Lejos han quedado las declaraciones electorales de Sánchez «derogaré la Reforma Laboral del PP», «derogaré la Ley mordaza».
El denominado por Sánchez y el PSOE «ambicioso programa reformista y progresista» ni siquiera deroga la Ley Mordaza, ni la Reforma Laboral del PP. A pesar de que lo quieran presentar como una «derogación de hecho» no es nada más que un acuerdo con la nueva derecha.
Y este acuerdo de renuncia que ha firmado el PSOE con C’s se ha querido que fuera aceptado tal cual por las fuerzas de izquierda y progresistas, todo en base a la amenaza farisea de que si no lo hacen estarán apoyando indirectamente al PP.
El PSOE podría acordar con las fuerzas de izquierda un acuerdo alternativo con posibilidades de obtener la mayoría en el Congreso de los Diputados con un programa de progreso. Pero el grupo dirigente del PSOE, el equipo de Sánchez, no ha querido optar por esta opción puesto que esto no estaría muy bien visto ni por el partido, donde es hegemónico el pensamiento «felipista», ni por los poderes económicos, ni por los austericidas de la UE. El PSOE en definitiva es incapaz de actuar como un partido de izquierdas.
El acuerdo con C’s significa, no derogar la Ley Mordaza, no impulsar ninguna reforma fiscal equitativa que elimine por ejemplo las deducciones fiscales a las grandes empresas ni a los más ricos, que equipare la aportación de las rentas del capital con las del trabajo.
Se mantiene la filosofía de la reforma del 135 sin ninguna intención de flexibilizar el ritmo de la estabilidad presupuestaria en beneficio de las necesidades sociales ni de la creación de trabajo de calidad. En cuanto a la problemática socio-laboral, como ya hemos dicho, no se deroga la Reforma Laboral del PP y se mantienen en vigor temas como la prevalencia de los convenios de empresa sobre los sectoriales, la no ultraactividad de los convenios, etc.
Y por si fuera poco se incorpora la propuesta de C’s del «Contrato Estable de duración determinada», un nuevo modelo de estímulo a la contratación temporal. Tampoco hay nada concreto de cómo se compensan los recortes sociales del PP.
En cuanto al tema territorial especialmente en lo referente a la situación catalana, no hay ninguna propuesta, al contrario se consolida la posición de C’s de defensa del nacionalismo español negando cualquier diálogo que pueda solucionar el conflicto al estigmatizar cualquier consulta ni siquiera consultiva, y no haciendo ninguna propuesta alternativa de encaje.
En fin el PSOE ha optado, como ya parece ser habitual, a mirar a la derecha mientras ve las fuerzas a su izquierda como adversarios peligrosos que le pueden robar el electorado. Esto no sólo es el suicidio político para Pedro Sánchez sino una deriva peligrosa por el PSOE, puesto que un posible liderazgo futuro de Susana Díaz sólo significaría un nuevo giro a la derecha. Susana Díaz lo tiene todo por demostrar, excepto ser una gran conspiradora interna en su partido.
La única suerte para Pedro Sánchez ha sido la desafortunada actuación de Podemos y especialmente de su líder Pablo Iglesias que han errado profundamente en su táctica negociadora. En lugar de plantear de buen comienzo una confrontación de programas Iglesias ha preferido utilizar la táctica de «show» televisivo más que el debate instructivo.
Pero no hay que equivocarse, a pesar de los errores tácticos en la negociación de Podemos, el verdadero responsable de la falta de acuerdo para plantear una alternativa de progreso y de izquierdas ha sido el PSOE que ha preferido pactar con una derecha como C’s, que sólo aspira a una coalición con el PSOE sí, pero también con el PP.