El separatismo perjudica seriamente tu futuro
«Fumar mata«, «Dile no a las drogas«, «Si bebes no conduzcas«, «Las imprudencias se pagan….cada vez más«… ¿Quién no recuerda estas campañas?
Nadie pone en duda el valor de las campañas de concienciación. En nuestra sociedad, este tipo de campañas cuentan con un mayoritario consenso sobre su necesidad y son empleadas por los todas las administraciones, instituciones públicas y privadas así como el tejido asociativo y empresarial, para incidir en la toma de conciencia del conjunto de la sociedad, impulsando un cambio en sus comportamientos.
Buscan lograr ese cambio desde la toma de consideración, por parte de la ciudadanía, de los riesgos y consecuencias que un determinado comportamiento tiene sobre el individuo o sobre el conjunto de la sociedad. El objetivo es desde la información llevar a la reflexión. A partir de esta reflexión a la toma de conciencia, y desde ésta al cambio de hábito, comportamiento o decisión.
Son una constante en nuestras vidas: campañas para combatir la violencia de género, evitar trastornos alimenticios, concienciar necesidad de tener sexo seguro, de prevención del consumo y adicción a las drogas, del cumplimiento de las normas de tráfico, de los peligros del alcohol y la conducción, y un largo etcétera. Ejemplos como la necesidad de usar el casco, ponerse el cinturón, no distraerse al volante, no superar los límites de seguridad, no beber alcohol cuando se va a conducir, usar preservativo en las relaciones sexuales de riesgo, no fumar… inciden en los riesgos de una conducta y de sus consecuencias.
Generalmente las campañas de concienciación se desarrollan de una forma progresiva. La toma de conciencia debe ser gradual, incrementándose, paulatinamente en forma y tono, las alertas de las consecuencias y riesgos para que sean interiorizados evitando una respuesta de rechazo frontal. La libertad del individuo para decidir sobre su propia conducta se contrasta con las consecuencias ignoradas, insuficientes o mal valoradas de la misma. Significar la decisión-consecuencia, comportamiento-riesgo, conducta-peligro desde la información.
Sin embargo, y por una nada extraña paradoja, vivimos estos días de campaña electoral inmersos en una sorprendente circunstancia. Ante el desafío planteado por unos partidos separatistas, que amenazan con una declaración unilateral de independencia, por parte del Parlamento de Cataluña a través de una simple mayoría parlamentaria, vulnerando las reglas de juego democrático y las leyes, se han sucedido una cascada de declaraciones advirtiendo de los peligros, riesgos y consecuencias que para Cataluña tendría este escenario.
La Comisión Europea, informando que si Cataluña fuera independiente quedaría fuera de la UE y no mantendría el euro; la CEOE , CEPYME, Confemetal, Fomento y el Círculo de Economía advirtiendo de las negativas consecuencias para las empresas y trabajadores catalanes; los sindicatos UGT y CCOO a nivel nacional alertando de los riesgos para los trabajadores catalanes; la Asociación Española de la Banca anunciando la posible deslocalización de las entidades, la reducción de la oferta bancaria y el encarecimiento y escasez del crédito; el gobernador del Banco de España asegurando del posible riesgo de «corralito», en el caso de que Cataluña se declarase independiente; y empresas como Almirall, Freixenet, Pronovias, Planeta y Telefónica han mostrado en los últimos días su preocupación e inquietud por las consecuencias negativas que una declaración unilateral de independencia de Catalunya tendría para sus intereses. Hasta el Financial Times ha publicado que los partidos separatistas debían ser más honestos e informar a los catalanes de los costes de la ruptura.
Porque la DUI significaría la salida de la UE y el euro, fuga de capitales, «corralito», riesgo para los ahorros y pensiones, deslocalización de empresas, pérdida de mercados, contracción en las ventas de bienes y servicios al resto de España, freno de inversiones, retrasos en los pagos de las nóminas de los trabajadores públicos y proveedores… ese es el panorama cierto que se cierne sobre el futuro de Cataluña si vencen los separatistas. Un futuro de inestabilidad política, inseguridad jurídica e incertidumbre económica.
Frente a esto solo una respuesta bajo la trampa semántica separatista del «discurso del miedo», con una sola interpretación descalificativa en forma de ofensiva, intoxicación, amenaza, coacción, chantaje, injerencia, ataque, propaganda, miedo; y un solo mensaje en forma de pensamiento ilusorio, parafantástico: eso no sucederá, no lo harán, no pasará, no se atreverán o seguro que lo solucionarán. Pensamiento mágico.
Artur Mas hace una butifarra como respuesta a todo el que advierte del peligro. Dice que estas declaraciones son una irresponsabilidad, una inmoralidad y una indecencia. El conoce bien estas palabras porque las practica diariamente. Ignorando las advertencias sobre las consecuencias comete una profunda irresponsabilidad. Un comportamiento casi delictivo porque afecta al conjunto de los ciudadanos a los que se les oculta la verdad sobre las graves consecuencias de la separación del resto de España y de la UE, cuando no se les desinforma intencionadamente, con el objetivo de conseguir su apoyo. Daños colaterales de políticos irresponsables, lunáticos que están dispuestos a sacrificar el bienestar de sus ciudadanos y la cohesión social para lograr sus espurios objetivos.
Han quemado las naves y todo vale para conseguir la independencia. Jugando irresponsablemente al César o nada.
El «discurso del miedo» es en realidad el «discurso responsable» porque existe una obligación moral de decir la verdad frente al que no ha renunciado a mentir.
El discurso que da miedo es aquel que irresponsablemente vende un futuro idílico y fantasioso ignorando y ocultando las graves consecuencias inmediatas y directas sobre el bienestar de los ciudadanos de Cataluña y la viabilidad de sus empresas. Unas consecuencias que afectarán negativamente al presente y al futuro de todos.
Quizás estas declaraciones tenían que haberse producido mucho antes. Es probable que el «miedo» a las consecuencias de significarse públicamente o el pensar que no se llegaría a este escenario haya frenado posicionamientos más claros con anterioridad. Es posible. Pero aún estamos a tiempo de enfrentar a la irresponsabilidad, la inmoralidad y la indecencia de los separatistas y su estrategia de la mentira, con la información, la reflexión y la concienciación para evitar la tragedia.
Las tabacaleras decían que el tabaco no era nocivo para la salud, los camellos que la droga no enganchaba y los listos que cogían el coche borrachos que ellos controlaban y ahora son los separatistas que nos prometen un viaje que nos llevará a un futuro maravilloso. Pero si funcionaron las campañas «Fumar mata«, «Dile no a las drogas«, «Si bebes no conduzcas«, «Las imprudencias se pagan….cada vez más«, tenemos que confiar en la capacidad de reflexión y toma de conciencia de esta nueva campaña. Podríamos llamarla «El separatismo perjudica seriamente tu futuro«.