El ejército de reserva laboral
Paradójicamente, el integrismo sindicalista e izquierdista favorece la economía sénior
Desde hace unos años, la denominada economía sénior o economía plateada –un par de eufemismos para eludir las expresiones economía de los mayores o economía de los viejos, políticamente incorrectas– está ocupando, paso a paso, el lugar que se merece en el campo de la economía. Y lo seguirá ocupando.
Por partida doble: por los servicios o mercancías que consumen los séniores y por los servicios o mercancías que fabrican. Todo ello, insertado en el sistema de trabajo y producción capitalista. Todo ello, a pesar de los obstáculos que previsiblemente pongan –de hecho, ya lo ponen– los sindicatos autodenominados de clase y el progresismo de aires sesenteros y setenteros de la izquierda. Paradójicamente, el integrismo sindicalista e izquierdista favorece la economía sénior.
El mundo sénior está ahí y ahí seguirá.
Juan Fernández Palacios –Director del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre–, en el artículo La economía sénior, una realidad emergente (2023), toma nota de la importancia de un mundo sénior que, por decirlo coloquialmente, está de actualidad. ¿Por qué? Porque el envejecimiento poblacional ha generado una revolución digital/tecnológica que aumenta la esperanza de vida gracias a los nuevos medios de diagnóstico y los nuevos tratamientos. Porque el envejecimiento poblacional ha impulsado la reducción de la contaminación urbana y las aplicaciones de inteligencia artificial que combaten la soledad no deseada. Porque el envejecimiento poblacional brinda nuevos trabajadores y emprendedores.
El mundo sénior no es una amenaza
El envejecimiento –que si el encarecimiento de las pensiones, que si la dicotomía pensión pública versus pensión privada, que si la sostenibilidad del sistema y un largo etcétera– no es, por decreto, una amenaza a la economía, concluye Juan Fernández Palacios. Es cierto que existen datos negativos. Pero también es cierto que existen datos positivos.
Pongamos por caso: la combinación entre sistemas públicos y privados, la adscripción a los planes de empresa, los recursos adicionales, los avances tecnológicos que abaratan el coste de la vejez, el retraso de la edad de jubilación o una esperanza de vida que reduce el impacto económico al lograrse una vejez más saludable. El impacto económico negativo se produce, sobre todo, al final de la vida, en las denominadas pompas fúnebres que acompañan el fallecimiento.
El envejecimiento no es, por decreto, una amenaza a la economía
Una cuestión demográfica, política y económica
La demografía española actual propicia un ejército de reserva laboral formado por séniores, bien formados, con salud física y mental notable, dispuestos a seguir contribuyendo a la sociedad y la economía, si se dan las condiciones adecuadas.
¿Qué condiciones? Ahí están las asignaturas pendientes: avanzar en la compatibilidad entre trabajador y pensionista, y suavizar el principio de incompatibilidad de la Ley General de la Seguridad Social que desincentiva el trabajo adicional.
Unas reformas que, muestra Juan Fernández Palacios, beneficiarían a todos:
- Personas trabajadoras: compensarían la posible bajada de ingresos tras la jubilación.
- Empresas: cubrirían vacantes con experiencia y talento.
- Seguridad Social: ingresaría más cotizaciones de solidaridad sin perjuicio del pensionista.
- Estado: aumentaría ingresos fiscales y reduciría costes sanitarios.
En definitiva: incremento del PIB.
Más aún: se podría sumar una inmigración legal y recurrente de trabajadores extranjeros, pactada con los países de origen, para compensar la reducción de población activa.
El mensaje de la economía sénior y qué se debe hacer
España tiene la oportunidad de incorporar al ciudadano sénior en beneficio de todos. El resultado: el PIB español podría incrementarse un 10%. España, concluye Juan Fernández Palacios, “debe sumarse a la corriente europea en el desarrollo de la Economía Sénior”.
Las Administraciones Públicas deben fomentar el emprendimiento sénior como alternativa tras el empleo por cuenta ajena. Además, deben procurar la sostenibilidad de un sistema de pensiones mixto, público-privado, flexible en la jubilación.
Por su parte, las empresas deberán mejorar la gestión del talento sénior, diseñando puestos adecuados, ofreciendo condiciones especiales y fomentando su formación continua.
El mérito de la economía sénior
La economía sénior transforma la vejez en un grupo social productivo propio.
No estigmatiza a la vejez, refuerza su responsabilidad individual y permite vivir con sus propios esfuerzos, sin necesidad de subsidios estatales —aunque, obviamente, siempre existan mecanismos de protección social para quien lo necesite.
El integrismo sindicalista e izquierdista
Que si trabajar menos horas, menos días, más vacaciones, jubilación anticipada para dar paso a la juventud… La sociedad productivista ya no tiene sentido, dicen.
Sin embargo, muchos mayores han optado por el trabajo autónomo. ATA (Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos) señala que “el impulso no viene de los jóvenes, sino de los mayores de 50 años”, y especialmente de los de 64 años. Este crecimiento está ligado a la ampliación de la edad de jubilación y a la jubilación activa.
La economía sénior y el ejército de reserva laboral ya están en marcha.