El teletrabajo llega para quedarse

El teletrabajo sale rentable a las empresas, pero también a sus empleados, dado que ahorran tiempo y dinero y ganan en flexibilidad

Nada volverá a ser como antes a nivel laboral. La crisis del coronavirus ha disparado la implantación del teletrabajo en la mayoría de los países afectados, España inclusive.

Este fenómeno no ha dejado de crecer en los últimos años, pero la pandemia y el duro confinamiento que trajo consigo han terminado por acelerar de forma muy sustancial su desarrollo, hasta el punto de que muchas empresas, obligadas a poner en marcha el teletrabajo durante el estado de alarma para frenar los contagios, han decidido aplicarlo de forma permanente.

Lo que llegó como una solución temporal a un problema concreto se convertirá en norma a partir de ahora en multitud de sectores y oficios, con o sin Covid-19.

La razón de este histórico cambio radica en tres factores. En primer lugar, la tecnología. El teletrabajo era una quimera hace apenas quince años, cuando la velocidad de internet era muy inferior y el desarrollo de aplicaciones tecnológicas poco o nada tenía que ver con el gran abanico de opciones que existe en la actualidad.

Hoy, sin embargo, gracias a la nube, las videoconferencias y la conexión en remoto, cualquier persona con acceso a la red a través de un móvil y un portátil tiene la oficina en casa, haciendo innecesaria su presencia física en la empresa.

En segundo lugar, el ahorro que genera el teletrabajo para la propia compañía. Empresarios y directivos se están dando cuenta de la reducción de costes que implica el poder prescindir del alquiler o compra de una oficina, junto con las facturas asociadas, así como del gasto en dietas para viajes, comidas o el transporte de sus trabajadores.

España tiene una gran oportunidad para aprovechar las ventajas del teletrabajo

Y todo ello sin que la productividad, que es lo más importante, se haya resentido. El hecho de que se trabaje igual o más que antes a menor coste, siendo, además, una opción muy bien valorada por parte de los asalariados, hace que el teletrabajo haya llegado para quedarse.

Un reciente estudio de Harvard Business School evidencia que los teletrabajadores asisten hoy a más reuniones por videoconferencia de las que celebraban presencialmente antes de la pandemia (+13%), al tiempo que envían más correos electrónicos e incluso trabajan una media de 50 minutos adicionales al día.

El teletrabajo, por tanto, sale rentable a las empresas, pero también a sus empleados, dado que ahorran tiempo y dinero y ganan en flexibilidad. Prueba de ello es que el 54% de los estadounidenses dejarían su empleo por otro que les permitiera trabajar de forma remota.

La extensión del teletrabajo tendrá, sin duda, otras muchas consecuencias a nivel económico y social, desde el cierre de oficinas en el centro de las grandes ciudades al éxodo de teletrabajadores al campo e incluso a otros países para mejorar su calidad de vida o la implantación gradual de la semana laboral de cuatro días por parte de un creciente número de empresas.

España tiene una gran oportunidad para aprovechar las ventajas del teletrabajo. Según la Encuesta de Población Activa, el porcentaje de ocupados que, al menos ocasionalmente, trabajan desde su residencia ascendía al 8,3% en 2019, pero llegó a superar el 30% durante el confinamiento, en línea con el máximo posible que estima el Banco de España a día de hoy.

Es de esperar que muchas empresas mantengan el teletrabajo de forma indefinida para, al menos, parte de su plantilla y, de hecho, España bien podría convertirse en un destino óptimo para los teletrabajadores procedentes de otros países de Europa por su clima y nivel de vida, siempre y cuando, eso sí, el Gobierno no lo estropee con otra sarta de regulaciones inútiles y costosas.