El Tripartito III a once escaños

La convocatoria electoral en Cataluña abre tres escenarios: Tripartito III, triunfo de Puigdemont sobre ERC y una imposible victoria constitucionalista

Muchos a estas horas se preguntan si ha sido peor el gobierno Artur Mas-Carles Puigdemont-Quim Torra o los Tripartitos de Pasqual Maragall-José Montilla. Es una pregunta errónea: los primeros son resultado de los segundos, o dicho de otra forma, sin Tripartito y sin el Estatut de 2006 el procés hubiera tenido otro recorrido.

Cuando Torra haga la ficción de que disuelve el Parlament –en realidad no puede porque no es ya president–, el Tripartito III –o lo que es lo mismo ERC, PSC y Catalunya en Comú– sumarán 57 escaños, a 11 de la mayoría absoluta.

El último CEO les da 73 y, aunque el CIS catalán es menos fiable que Cuarto Milenio, ese crecimiento por encima de los 68 escaños, que es la cifra mágica de la mayoría, viene de la mano de la caída de Junts pel Sí del lado independentismo y de Ciudadanos por el contrario.

Torra convoca pero no quiere, al igual que quizás vote el presupuesto aunque no le gusta y dé paso a ERC aunque los odie. Los convergentes y sus diversas mutaciones nunca desalojan ámbito de poder alguno voluntariamente así que el anuncio de Torra es una voladura calculada, a regañadientes, pero calculada.

Los postpujolistas se niegan a la renovación del CAC porque ahí tienen gente colocada, lo mismo sucede en la Corporación, que es el órgano que controla la joya de la Corona que no es otra que TV3, y así podríamos listar infinidad de instituciones que llevan años con sus mandatos vencidos y donde los convergentes se han enquistado.

Puigdemont pensaba disfrutar unos meses de su escaño europeo y de paso hacer algo de caja, pero las cosas se le están torciendo. El Tribunal de Cuentas le pide una millonada para la que él sugiere que se le organice una Mataró en TV3.

Los republicanos querían que la legislatura llegará hasta la Diada, allá por septiembre

El Grupo Verde del Parlamento Europeo le ha dejado tirado. El mismo parlamento ha nombrado un ponente para levantar su inmunidad cercano a Vox, y Torra está en un camino sin salida. Desde la sentencia del Tribunal de Luxemburgo todo han sido malas noticias para el prófugo de Amer.

Torra, guiado por Puigdemont, lleva a cabo una voladura de la legislatura controlada porque primero ha criminalizado a Roger Torrent dejándolo de «botifler«, luego humilla a Pere Aragonés –el yerno perfecto– no dándole información alguna de las decisiones que va a tomar y finalmente se reunirá con Pedro Sánchez la próxima semana.

Se verá con Sánchez para mostrarse frente a su opinión pública más bravucón frente al “torturador español” de lo que lo vienen siendo, desde su perspectiva, los acomodados y pelotillas de ERC. Joan Tardà a los ojos de Puigdemont y Torra se ha convertido en un colaboracionista del españolismo y quieren que sus posibles votantes así le perciban.

Los republicanos querían que la legislatura llegará hasta la Diada, allá por septiembre. En sus cálculos para esas fechas el Parlamento Europeo ya habría levantado la inmunidad de Puigdemont y el Supremo ya habría enviado la enésima eurorden.

Y esta vez sí, ante la posición de los servicios jurídicos de la Eurocámara, los belgas habrían acordado remitir a Puigdemont a España, ante lo cual este habría emprendido su huida a Suiza para juntarse con Anna Gabriel y Marta Rovira. Dicho de otra forma en septiembre Puigdemont ya no podía ser candidato y ahora si, y eso es muy peligroso para ERC y para Sánchez.

En septiembre los republicanos hubieran tenido de adversaria Laura Borràs, a Marta Madrenaso a cualquier otro, aún hoy insospechado pero más vencible que Puigdemont. Ahora la incertidumbre se apodera de ERC y de Moncloa, que ve con temor el desenlace electoral catalán de esta primavera.

El estrés de acertar consume a miles de personas acostumbradas a vivir en la burbuja del sueldazo público tiznado de amarillo

Nada une más a republicanos y socialistas que su animadversión a Puigdemont y la necesidad de reforzarse unos a los otros. El triángulo PNV, ERC, PSC-PSOE es su sueño y nada les inquieta más que Puigdemont de nuevo se interponga en su camino.

La campaña de Puigdemont será feroz. Su mitin en Perpiñan en febrero será la fase definitiva de una ofensiva no contra España sino contra sus archienemigos. El preámbulo puede ser frenar los presupuestos de Aragonés, cosa que por cierto conciliaría a los de Puigdemont con los élites económicas catalanas muy disgustadas con la propuesta de cuentas públicas de la Generalitat que ERC y los comunes han pactado.

Por el camino las dudas embargarán a unos independentistas y a otros. Qué bando es el más confortable, se preguntan mientras pierden horas de sueño decidiendo qué facción les garantiza seguir montados en tiovivo.

Mònica Terribas entrevista este jueves, día 30, a Torra; ella que dirige un programa bajo control político de ERC. En la sede de Calabria no dan crédito. En TV3 la lucha es mesa a mesa, redactor a redactor, productor a productor. Las fidelidades de estos son efímeras y la confusión absoluta.

Nadie es leal a nadie y todo cambia cada minuto, que si mengano parece que va a dirigir la corpo y es cercano a Eduard Pujol me hago de JxSÍ, que si parece que llega Saul Gordillo me hago de ERC, que si parece que sube la CUP y cortarán el bacalao… El estrés de acertar consume a miles de personas acostumbradas a vivir en la burbuja del sueldazo público tiznado de amarillo.

Tres escenarios se abren: el primero el del Tripartito III, quizás el más factible. El segundo una nueva victoria de Puigdemont sobre ERC, lo que siempre que el Tripartito pueda formar gobierno no disgustaría al PSOE porque domesticaría a los republicanos en el Congreso, y una tercera imposible de victoria constitucionalista.

Si se diera esta última opción, cosa que no da encuesta alguna, el PSOE se iría con los independentistas porque ya lo dijo Pepe Zaragoza, “estamos más cómodos con ERC que con el PP”.

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