En el patio del cole con Sánchez y Feijóo

Si sobre algo tan necesario, útil y sencillo, PSOE y PP no son capaces de llegar a un acuerdo, ¿qué hacen ocupando un espacio que otros podrían usar con mayor destreza?

La política, en muchas ocasiones, es un tremendo desiderátum erróneo que lleva a convertir deseos honrosos en auténticas auto lapidaciones públicas. La más estúpida de las acciones: tirarse piedras contra uno mismo pensando que son flores.

Lo demuestran un día y otro también las dos principales formaciones políticas de este paciente país (porque demuestra cada día que es muy paciente): el PSOE y el PP. Y lo hacen respecto al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

En este punto deberíamos diferenciar dos mundos de personas: aquellos que piensan todo el día en política, porque están inmersos en su día a día o porque les toca profesionalmente, y los que caen en que existe un mundo político de vez en cuando o cuando hay que ir a votar. Sólo en esos momentos.

Existe un tercero, pero que no cuenta para el caso. Son aquellos que desde hace mucho tiempo pasan de la política y de los políticos, porque los dieron por imposibles, o aquellos que jamás les rindieron cuenta. Son fantasmas en sus vidas.

Nos encontramos ante un grupo de personajes del mundo político que viven para ellos prescindiendo del resto, y a otro que, aunque les pueda interesar, desconectan porque nada tiene sentido

Nos centramos en los dos primeros, aunque los más interesantes son los segundos. Los primeros son aquellos que están inmersos en el mundo político y logran reducir su espacio vital a un reducto de personas y de relaciones diminuto. Consideran que sus momentos son importantes y que tienen crisis nucleares una o dos veces cada día. Desconectan de la realidad y todo se reduce a sus reuniones y a grupos de whatsapp. Los suyos.

Sus decisiones pasan por lo que cuentan u opinan aquellos cercanos. Sus análisis afectan a mil, o dos mil, o 30.000 personas, pero en absoluto a la ciudadanía gracias a la que cobran. Son amigos y líderes de sus propias batallas. Pueden dedicarles horas y horas a reflexionar sobre diminutos detalles que ellos convierten en grandes gestiones al más alto nivel. Y efectivamente, están en el más alto desnivel. El problema es que se mantiene desconectados del resto.

Los segundos, los interesantes, cuando prestan atención a los del nivel anterior entienden bien poco sus acciones, decisiones, acuerdos y pactos. No viven la política de cerca, tampoco tienen tiempo. Tampoco la necesidad porque sus vidas son profesionales y normalmente intensas.

Entonces nos encontramos ante un grupo de personajes del mundo político que viven para ellos prescindiendo del resto, y a otro que, aunque les pueda interesar, sobre todo en época de elecciones, desconectan porque nada tiene sentido.

Situación del Poder Judicial

La situación del CGPJ y, también claro, el Tribunal Constitucional y la búsqueda de soluciones por parte de los partidos mayoritarios, tiene mucho de todo esto. Por un lado, dos formaciones políticas, cada una con sus asesores y grupos de whatsapp, que entienden que la solución debe pasar por unas decisiones concretas y, por otro, la ciudadanía que está ya está muy cansada de todo.

El segundo grupo, claro, porque el tercero presentó su dimensión de estos temas hace mucho tiempo y vive en paralelo, lo observa todo como una disputa en un patio de colegio. La mayoría mira a los actores protagonistas como adolescentes que viven en su mundo sin percatarse de que antes hubo otros que, o lo hicieron bien o ya cometieron esos mismos errores.

El PP no quiere pactar nada sobre el CGPJ porque les aterra un pacto con los independentistas a causa del cambio del artículo del Código Penal sobre la sedición, y el PSOE aprovecha la situación, de alguna forma provocada, para evidenciar que el PP no cumple con las leyes.

Los miedos del PSOE porque nadie puede acusarles de pactar con los ‘indepes’ y los miedos del PP porque les acusen de pactar con quien pacta con los ‘indepes’

Una decisión y la otra, conecta con el primer grupo de personas. Con el segundo bloque, aquel que es el verdadero corpus electoral, les obliga a renunciar y dudar de las verdaderas bondades de los líderes políticos. Una postura que se multiplica de forma poderosa y que acaba enviando a la mayoría de los votantes a manos de los más radicales. Sin señalar.

Sin darse cuenta estas dos formaciones se están poniendo en una delicada situación. Si sobre algo tan necesario, útil y sencillo no son capaces de llegar a un acuerdo y la política es sobre todo acuerdo, ¿qué hacen ocupando un espacio que otros podrían usar con mayor destreza?

Y no cuela que va de miedos. Los miedos del PSOE porque nadie puede acusarles de pactar con los ‘indepes’ y los miedos del PP porque les acusen de pactar con quien pacta con los ‘indepes’ que rompen España se diluye cuando el motivo principal del acuerdo lo pone las directrices de Europa. Vamos arreglados.

Mientras, los ‘indepes’ de ERC tienen miedos porque nadie pueda decir que han acordado algo con el “Estado opresor” y los ‘indepes’ de JxCat también viven el miedo de que la cosa salga bien a Esquerra y sigan reduciéndose a la nada, donde van directos.

Pedro Sánchez y Núñez Feijóo creen que sus posturas son las óptimas y los votantes del segundo grupo consideran que deberían ser enviados al paro. El tercer colectivo está decidiendo si celebra Todos los Santos o Halloween.