Entre dos aguas

El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.

(Del Evangelio Según San Lucas, 11, 15-26)

Todos damos por descontado que en campaña hay una tendencia a dramatizar los mensajes, a tensar la cuerda, a exagerar el discurso. Sigo teniendo un gran respeto por el President de la Generalitat, aunque no comparto su estrategia y creo que ha cometido algunos errores como reacción (en algún momento justificada) ante la absoluta falta de reflejos del Gobierno del Estado, con Mariano Rajoy al frente.

Pero espero que él aún sea consciente de lo que implica afirmar que «no luchar para que el día 27 salga el sí, es luchar para que salga el proyecto de Aznar y el PP«. A saber: «o me votáis, o vuelve Aznar» (en Catalunya amenazar con el regreso de Aznar es para mucha gente la peor de las catástrofes). Desde aquella campaña dirigida por el socialista Pepe Zaragoza («si tú no vas, ellos vuelven…»), nadie había recurrido a ese tipo de simplificación que supone ignorar la pluralidad de la sociedad catalana.

Así como el movimiento independentista se enorgullece de ser transversal, y ese ha sido uno de los principales factores de su progresivo avance, es evidente que entre las terceras vías, los unionistas declarados y los que no lo vemos nada claro, la diversidad es tan evidente, que casi resulta un insulto a la inteligencia recurrir al mensaje evangélico de que «o estás conmigo o estás contra mí». La gran ventaja de partida de los del «sí» es que su mensaje es positivo y es capaz de generar ilusión en una gran parte de los electores. Mientras que argumentar lo contrario es siempre más complicado, ya que requiere actuar a la defensiva.

Muy mal tienen que pintar las cosas para recurrir de esa manera tan agresiva a la propaganda negativa. No, señor President. No votar su lista no implica apoyar el proyecto de Aznar. Las opciones no soberanistas van desde el federalismo del PSC-PSOE (nunca bien explicado, es cierto), el catalanismo moderado de Unió Democrática (que representa los valores que durante tantos años defendió con éxito Convergència i Unió) y el conglomerado de Catalunya Sí que es Pot (Podemos, Iniciativa per Catalunya y otras fuerzas de la izquierda radical). Nadie de ellos ni sus votantes pueden ser acusados de defender el proyecto de Aznar. Tampoco creo que los líderes de Ciutadans se sientan identificados con ese proyecto, o al menos hacen esfuerzos por marcar perfil propio. Y probablemente ni siquiera el propio Aznar considera que el PP de Rajoy se identifica en estos momentos con «su» proyecto.

Es una simplificación excesiva, aún en el contexto de la campaña electoral. Tiene usted argumentos de mucho más peso, señor President, estoy seguro de ello. Siga apostando por la ilusión y el optimismo, incluso por vender sueños tal vez irrealizables, si alguien se los compra. Ya hay otros que recurren al miedo y a la amenaza. Pero déjenos reflexionar con serenidad, como usted mismo pedía en su discurso tras la manifestación del 11 de setiembre. No resucite fantasmas con la intención de conseguir los votos que le faltan, según las encuestas, para ganar estas elecciones con aires plebiscitarios. Déjenos nadar entre dos aguas, mientras sea posible.