Es el momento de las pymes

Carta abierta a los votantes de CEPYME

En estos días decisivos para CEPYME, quiero dirigirme a quienes tienen la responsabilidad de votar, a los miembros de la Asamblea, a todos los representantes que encarnan la pluralidad, la diversidad y la fuerza del tejido pyme en España. Lo hago no solo como presidente del Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos, sino también como alguien que cree firmemente en la participación activa, libre y comprometida. Este es un momento que debe afrontarse desde la responsabilidad colectiva y, sobre todo, desde la conciencia de que representamos algo más grande que nosotros mismos: representamos el interés general.

Nos encontramos ante un proceso que no debería vivirse como una confrontación, sino como una oportunidad para fortalecer nuestra organización. Las elecciones internas, cuando se abordan con respeto, transparencia y altura institucional, no nos dividen, sino que nos permiten crecer, abrir debates necesarios y reforzar la legitimidad de quienes resulten elegidos. Por eso, es fundamental que cada asambleísta asuma su papel como una responsabilidad directa y no delegada, como un ejercicio de servicio a los intereses comunes.

Participar es decidir con conocimiento, con libertad y con sentido de comunidad. Participar es también no dejar que otros decidan por uno. El futuro de CEPYME no puede construirse con ausencias ni con delegaciones automáticas. La fuerza de una organización como la nuestra reside en la diversidad de sus voces y en la honestidad de sus decisiones. Por eso, hoy más que nunca, hay que votar en primera persona, con la conciencia tranquila y la mirada puesta en el bien común.

Por eso, quiero hacer un llamamiento sincero y directo a votar de manera personal. A acudir, a formar parte del proceso, a mirar a los ojos a quienes nos rodean y ejercer nuestro derecho con libertad, sin presiones, sin automatismos. No concibo —y lo digo con total respeto— la delegación de voto, mecánica, al presidente o presidenta de una asociación. En decisiones de esta envergadura, lo que está en juego no puede dejarse al trámite ni a la rutina. Es nuestra obligación decidir en conciencia, pensando en lo mejor para las pymes españolas.

Las elecciones no pueden ser una cuestión de afinidades, de inercias o de obediencias internas. Son una oportunidad para valorar, con calma y sentido institucional, el trabajo que cada candidatura ha realizado. Y ese análisis debe hacerse considerando también el contexto. No es lo mismo trabajar en un entorno de ruido, crispación o fragmentación que hacerlo con la voluntad constante de construir unidad, incluso a costa de no exhibir logros de manera ostentosa. A veces, el trabajo más valioso es aquel que no busca titulares, sino consensos.

Es también el momento de cerrar la puerta a cualquier guerra sucia. A cualquier maniobra que divida, intoxique o desvíe el foco. No importa quién haya iniciado qué: ahora lo único que debe importarnos son las pymes. Su presente, su futuro y su derecho a estar representadas por personas con capacidad probada, experiencia contrastada y visión de largo plazo. Las polémicas quedan atrás. Lo que tenemos delante es una elección clave para la legitimidad y la fuerza de nuestra representación empresarial.

Por todo ello, y con ese mismo espíritu de respeto, quiero explicar por qué he decidido apoyar la candidatura de Gerardo Cuerva. No lo hago en contra de nadie. De hecho, valoro y reconozco la trayectoria y la vocación de Ángela de Miguel. Pero mi decisión responde a una constatación clara: Gerardo ha sabido sostener una voz firme, independiente y constructiva en un entorno adverso, ha trabajado sin descanso por fortalecer CEPYME desde dentro y ha demostrado tener el carácter, el conocimiento y la integridad necesaria para representar a las pymes en este momento complejo.

He visto a Gerardo Cuerva mantener posiciones valientes frente a decisiones políticas que afectaban directamente a nuestras empresas, aún a riesgo de incomodar a quienes preferirían una representación silenciosa. Ha defendido con hechos la independencia de CEPYME, renunciando a privilegios personales, y ha centrado el foco siempre en las necesidades del tejido productivo. Su labor al frente de la Confederación ha sido discreta cuando debía serlo, y contundente cuando era necesario, siempre guiada por el principio de utilidad para las pymes.

Además, Gerardo ha impulsado herramientas de análisis rigurosas, como informes y barómetros que hoy nos permiten hablar con datos y no con eslóganes. Ha promovido el diálogo institucional sin renunciar nunca a la autonomía, y ha sido un interlocutor respetado tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Apoyarle no es apostar por una persona, sino por una forma de hacer las cosas: seria, comprometida y orientada al interés general.

Mi apoyo no nace de una fidelidad personal, sino de una convicción institucional. Y por eso mismo, invito a cada miembro de la Asamblea a reflexionar desde la libertad, desde la responsabilidad, desde el interés general. El voto de cada uno importa. El gesto de acudir y decidir con autonomía importa. Porque de esta decisión no depende solo una presidencia, sino la credibilidad de una organización clave para el futuro económico de nuestro país.

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