Ida y vuelta del ‘efecto Eurovegas’ en Metrovacesa
El efecto Eurovegas en Metrovacesa ha vuelto con fuerza al mercado una semana después de diluirse la subida del 33% que la inmobiliaria cotizada había registrado tras conocerse que Las Vegas Sands se había decantado por instalar en Madrid el macrocomplejo lúdico-comercial.
Compras especulativas masivas por el hecho de que la promotora controlada por seis bancos españoles cuenta con más de un millón de metros cuadrados al norte de Alcorcón, la zona que parece contar con mayor predicamento para albergar el desarrollo, si al final se cuenta con la financiación necesaria. Aunque de momento, como se vio obligada a puntualizar ante un requerimiento de la CNMV, Metrovacesa “no tiene suscrito acuerdo alguno en relación a dicho proyecto y suelo, ni le consta la existencia de acuerdos por parte de terceras entidades, públicas o privadas, sobre el mismo asunto, ni por ello conoce los términos o condiciones que pudieran existir”.
Entre las razones para que ese 50% ganado entre el 7 de septiembre –tras el anuncio de la elección de Madrid– y el 11 del mismo mes, prácticamente se diluyera en su totalidad en las jornadas posteriores, hasta cerrar el pasado jueves en 0,89 euros, tras caer un 33% desde el máximo de 1,32 euros, pesaron sobremanera los consejos de venta emitidos por los analistas británicos del HSBC y otros brokers nacionales de hacer caja antes de que el valor perdiera todo lo ganado e incluso aprovechar para ganar liquidez con parte de posiciones fijadas a medio o largo plazo.
Pues bien, a pesar de todo, las compras de acciones de Metrovacesa han vuelto a subir gracias a los dos millones de títulos negociados en la última jornada de la presente semana, situando de nuevo la acción en torno al ansiado y significativo umbral de un euro por acción. Eso sí, en medio de un tira y afloja curioso y un tanto esquizofrénico juego de intereses en el que las propias entidades financieras accionistas se reparten por igual las compras y las ventas a través de sus gestores bursátiles.
Y es que en Metrovacesa cada una de las seis entidades, que acumulan el 95,6% del capital tras la ampliación de 1.350 millones cerrada el pasado año, tiene sus propios intereses y cada uno los juega como puede. Santander y Banesto, BBVA y Sabadell, por un lado, y BFA-Bankia y Popular por otro. Seguramente los tres primeros no tendrán problema alguno en aguantar cinco o diez años, los plazos fijados para el vencimiento de los casi 2.500 millones de euros en que quedó cuantificado el préstamo sindicado.
No hay dudas sobre los 1.860 millones del tramo A de ese préstamo, vinculado al negocio patrimonialista y garantizado con prenda del 26,85% de las acciones que Metrovacesa tiene en Gecina, su filial francesa. Pero sí todas respecto a los 621 millones restantes vinculados al negocio no recurrente de promoción y suelo, cuya evolución futura representa toda una incógnita, sobre todo con esos 2,8 millones de metros cuadrados de suelo residencial de difícil salida. Fue la razón por la se fijó para este tramo del sindicado una carencia de diez años, confiando en que para entonces la situación hubiera mejorado.
Incertidumbre que, en pocas semanas, puede aclararse antes las condiciones que la Eurozona va a poner –entre ellas la venta de todas las participaciones industriales y el traspaso de activos tóxicos al banco malo– para que entidades como BFA-Bankia, y seguramente también el Popular, reciban las ayudas para su recapitalización.