La ideología del autobicot

Es lógico que Portugal pida a la Unión Europea una auditoría independiente para esclarecer qué falló en España. No se fían. Ya nadie se fía

Ya ha pasado una semana y siguen sin darnos una explicación medianamente veraz sobre las causas de lo ocurrido. Un gran apagón eléctrico dejó a los españoles sin luz y, desde entonces, un apagón informativo mantiene al gobierno sin rendir cuentas ante la ciudadanía. Fallo democrático. El relato oficial es tan frágil como el sistema energético. Actualmente, ambos nos pueden dejar en la más completa oscuridad en el momento menos oportuno. Es lo que ocurre cuando la ideología se impone a la tecnología.

No es una novedad la desconexión entre la charlatanería gubernamental y la experiencia sufrida por los españoles. Sin embargo, esta vez se han visto perjudicados o alertados ciudadanos de otros países. Se ha internacionalizado el descrédito de Pedro Sánchez; por lo que es lógico que Portugal pida a la Unión Europea una auditoría independiente para esclarecer qué falló en España. No se fían. Ya nadie se fía.

El ministro francés de Industria y Energía, Marc Ferracci, afirmó una obviedad: que un apagón en su país es “mucho menos probable” que en el nuestro, ya que la energía nuclear les otorga estabilidad (e independencia). Es una lección que Alemania ha tenido que aprender a las malas. El cierre de las centrales nucleares abrió la puerta a la total dependencia del gas ruso. Geopolíticamente, fue una decisión de pocas luces. Ahora, sabiamente, rectifican.

Incluso Teresa Ribera vio la luz, cuando llegó a la poco soleada Bruselas, y cambió su discurso respecto a la energía nuclear. Sin embargo, aquí Sánchez no cambia de opinión ni ante la más evidente de las evidencias. Por lo tanto, cabe concluir que no estamos ante una mala política, sino ante una mala intención: se busca una economía débil para promover una sociedad dependiente. Tiene su lógica. Esa es la esencia del socialismo.

El empobrecimiento se consuma entre silencios cómplices y aplausos delirantes. Como señaló Raúl del Pozo en El Mundo el pasado Día de los Trabajadores, “a pesar de los bajos salarios, los sindicatos parecen que están dormidos en el sueño de la burocracia”. ¡Ya somos el cuarto país de la UE con más personas en riesgo de pobreza o exclusión social! Y aquí no pasa nada.

El dichoso relato de los voceros sanchistas coincide plenamente con la letal ideología decrecentista. ¿España se queda sin luz? Vítores en TVE. ¡Oh, qué maravilla! Ahora podremos leer libros, dicen aquellos que solo leen el argumentario monclovita. Podremos salir a la calle a cantar y a bailar. A cantar, a bailar y a dar las gracias a Pedro. Gracias por tanta ruina.

Y, así, los broncanos y los évoles se enriquecen diciéndonos que pobres seremos más felices. Incluso la presidenta socialista de Red Eléctrica, tras días de estruendoso silencio, apareció, no solo para anunciar que no dimitiría, sino también para aseverar que lo sucedido fue todo un “logro”. Lo dicho: fragilizar la economía es su objetivo. Y, en eso, son más eficaces que nadie.

Esa es su ideología. Beatriz Corredor apoyó a Sánchez en las primarias, y él nos castigó poniéndola al frente de ese supuesto “operador privado”. Antes, importante, había pasado por la Fundación Pablo Iglesias. Esos son sus méritos. No se esconden. “Tener demasiados conocimientos es contraproducente”, declaró recientemente la sanchista enchufada en el Consejo de Seguridad Nuclear. No piensen. Solo repliquen los mantras ideológicos.

Un país gobernado de este modo es un país que se autoboicotea. Y es que la política energética no es una excepción. Las políticas de vivienda siguen el mismo patrón

Un país gobernado de este modo es un país que se autoboicotea. Y es que la política energética no es una excepción. Las políticas de vivienda siguen el mismo patrón. No quieren construcción, porque no quieren propietarios. No hay sector sin asfixia fiscal y telaraña normativa. Hacen la vida imposible a empresas y familias españolas para que cargos y parientes sanchistas puedan pegarse la vida padre.

El apagón fue un hecho tan grave que la resignación no debería contemplarse como una opción digna. España necesita urgentemente una dosis de verdad para sobrevivir. El cinismo no puede seguir sobrecargando nuestro sistema político. Si se persiste en el autoengaño, se estará saboteando nuestro futuro. Y la democracia acabará sufriendo tanto como nuestros bolsillos. A estas alturas ya debería quedar claro que cerrar las nucleares es un lujo ideológico que no nos podemos permitir: nos hace más pobres y más dependientes.

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