Iglesias metió la pata

Si existiera o se practicara en Podemos la nueva política, hubiera aplaudido sin dudar el tándem Carmena-Errejón

Antes de abandonar el relativamente cómodo mundo real para adentrarse en los infiernos, Dante leyó un cartel de aviso en la entrada. “Por mi se va hacia la ciudad doliente, …  por mi se va tras la perdida gente, … dejad toda esperanza los que entráis”.

Tengo un amigo, ya anciano, en sus tiempos dirigente local del PSUC, que no dejó de ser comunista por la caída del Muro y la descomposición de la URSS sino por algo mucho más cercano y sencillo: “A mi me decepcionaron los míos, cuenta, los demás no podían decepcionarme porque de ellos no esperaba nada bueno en política, pero cuando descubrí que los míos eran igual y andaban tras un pedazo de poder y situaban su beneficio personal por encima del colectivo, me desilusioné por completo”.

Combinen la cita del mayor de los poetas con la del honesto ex comunista y entenderán por qué los barones de Podemos se han rebelado contra Pablo Iglesias y le exigen que haga las paces con Íñigo Errejón. Temen desilusionar a sus votantes al demostrar que no son diferentes, que son gente perdida y buscan todos o mismo, un lugar en el sol con la excusa, no con el propósito, de transformar la sociedad para mejorar en primer lugar la vida de los que menos tienen.

La política no es, ciertamente, un infierno tan terrible como el de la Divina comedia, pero dista mucho de ser una actividad celestial. Dejémoslo en purgatorio. Para meterse en política hay que estar dispuesto a tragar sapos. Tal vez la nueva política exista, aunque los más escépticos mantengamos serias dudas. En cualquier caso tiene en común con la vieja los codazos, las zancadillas y el quítate tu que me pongo yo. Mucho juego sucio, en general subterráneo, sin árbitro ni VAR.

Ya advertí la semana pasada en este digital, nada más conocerse la noticia de la alianza entre Manuela Carmena y Errejón, que la maniobra era buena y que Iglesias se las vería y desearía para contrarrestarla. De ser consecuente con su indignado y poco meditado tuit inicial, “Íñigo no es Manuela”, su formación se vería abocada a combatir en la comunidad de Madrid las mismas siglas que apoyará en el la capital.

Los más fieles y cercanos a Iglesias salieron en tromba contra Errejón, de un modo incluso mezquino y personal, hasta que dejó el escaño pero sin abandonar la militancia en la formación morada. Aunque guardaron silencio, los candidatos de Podemos y sus confluencias de las grandes ciudades y comunidades donde se vota en mayo, empezando por la alcaldesa de Barcelona, se llevaron las manos a la cabeza desde el primer momento. No han tardado en contraatacar exigiendo que Iglesias se trague el sapo y entierre de inmediato el hacha de guerra.

Aunque guardaron silencio, los candidatos de Podemos se llevaron las manos a la cabeza desde el primer momento

Si existiera o se practicara en Podemos la nueva política, incluso si el análisis de una situación que estuviera por encima de las ansias personales de poder de Iglesias, hubiera aplaudido sin dudar el tándem Carmena-Errejón. Sobre el papel, se mire como se mire, sólo comporta beneficios en términos electorales: la capacidad de tracción de la alcaldesa Carmena es mucho mayor en Madrid que la de Iglesias y Errejón juntos, suponiendo que la inquina entre ambos les permita ir de la mano.

El tándem Carmena-Errejón puede ser bingo o por lo menos línea, pero Iglesias, cegado por los celos, intentó romper el cartón con los números. Craso error de autócrata principiante. Pataleta infantiloide, impropia de un político con algo de experiencia.

Los puñales, escondidos en el cinto, a la espera de la ocasión propicia para ser usados contra los compañeros, a ser posible por debajo de la mesa y cuando nadie mira. Así es como funciona entre camaradas de una misma formación, de derechas, de centro o de izquierdas.

El tándem Carmena-Errejón puede ser bingo, pero Iglesias, intentó romper el cartón con los números

Para el trato cordial, amable y sincero, los políticos son gente perdida y el territorio de la política, doliente, como advirtió Dante. De lo que se trata desde la izquierda llamada transformadora es de no desilusionar a sus votantes. Lo que va a conseguir Iglesias si no rectifica de inmediato es propiciar un movimiento de chalecos amarillos a la española.

Iglesias metió la pata y no tiene otro remedio que sacarla. Ya lo hizo, meterla primero, rectificar luego, cuando entronizó de modo indirecto a Mariano Rajoy negando su apoyo al pacto de Pedro Sánchez con Albert Rivera en contra del criterio de Errejón. Cuanto antes corrija su nuevo error, mejor para él y su formación.