Ignacio Moreno, chico para todo en BBVA
A rey muerto, rey puesto. La dimisión del veterano Vitalino Nafría como presidente de la inmobiliaria Metrovacesa –su próximo destino podría ser el codiciado sillón de la Sareb, la denominación elegida para el banco malo–, ha acarreado el nombramiento de Ignacio Moreno Martínez.
El cántabro, de 55 años, es uno de esos hombres BBVA al que la entidad financiera tiene colocado en puestos claves de sus negocios industriales. Lo mismo da la gestión riesgo, las telecomunicaciones y ahora el ladrillo, sector que no le es ajeno tras su paso como consejero delegado de Desarrollo Urbanístico Chamartín.
En la entidad vasca ha hecho todo el tránsito. Tras dar sus primeros pasos en el Vizcaya, vivió primero, en 1988, la fusión con el Bilbao tras fracasar la OPA hostil sobre Banesto y, después, en 1999, cómo el BBV adquiría la Corporación Bancaria Argentaria. Toda una vida ligada al BBVA, directa o indirectamente. Salió de su órbita en dos ocasiones.
Entre 1988 y 1992 para dirigir el banco de negocios Mercapital y entre 2003 y 2010, periodo en el que estuvo al frente de Visa Capital, el negocio de capital riesgo de Santander y RBS. Cargo del que no salió excesivamente bien parado hace dos veranos cuando fue relevado unos meses después de que el private equity saliera del fabricante de juguetes Famosa con unas pérdidas de casi 120 millones de euros.
A partir de ahora va a compaginar la presidencia de Metrovacesa con la de consejero de Telefónica –donde llegó el 14 de diciembre de 2011 a propuesta precisamente del BBVA–, y con el puesto de consejero delegado de N 1 Private Equity, el fondo que lleva el patrimonio de la cotizada sociedad de capital riesgo Dinamia.
Precisamente, un día después de su nombramiento en la inmobiliaria, estampaba su firma en el hecho relevante remitido a la CNMV, en el que N 1 anunciaba la confirmación de que Dinamia y otras sociedades de riesgo se hacían con el 55% de Secuoya, el grupo de comunicación que pugna por hacerse un hueco en la privatización de televisiones públicas que se está llevando a cabo.
Estamos, pues, ante un perfil profesional, el de Moreno, completamente diferente al de Nafría, otro hombre de la vieja escuela del BBVA cuyo tránsito por Metrovacesa ha pasado de puntillas, limitándose a gestionar el día a día y poco más, siguiendo las instrucciones de los bancos dueños de la promotora que le auparon al cargo hace cuatro años.
Una Metrovacesa, la que deja Vitalino Nafría y a la que llega Ignacio Moreno, cuya salud sigue siendo reservada, en línea con la del resto de inmobiliarias. Acaba de presentar sus resultados al cierre del pasado septiembre, y ha vuelto a dar cuantiosas pérdidas. Mucho más acentuadas que las registradas hace un año, cuando los números rojos fueron de 15,6 millones de euros, casi 20 veces menos de los 193,2 millones perdidos en lo que llevamos de 2012.
Y lo hace con una deuda financiera que parece imposible de bajar de los 5.000 millones de euros, y unos ingresos que menguan cada trimestre. Suman 162,2 millones, un 36,5% menos que en septiembre de 2011, sobre todo por unas rentas estancadas y un aporte realmente paupérrimo de la actividad promotora, debido a que algunos meses no se han entregado ni 10 viviendas. Las 84 entregadas elevaron la cifra de negocios por este concepto a 18,5 millones.
Entre los nuevos retos que asume Moreno en Metrovacesa estará el de dar salida, de la mejor manera posible, a esos 2,7 millones de metros edificables varados en el balance, excepción hecha de pequeñas parcelas en situaciones estratégicas de las grandes capitales. El resto, ahí está, aguardando casi un milagro, como el que se ha abierto ante la eventualidad de que Sheldon Adelson compre en Alcorcón un millón de metros para construir su complejo Eurovegas.