El integrismo lingüístico en Cataluña

Ante el fracaso continuado de la política lingüística ensayada hasta ahora, a fin de cuentas el ciudadano escoge la lengua que quiere, aparecen nuevos modelos

Los recientes estudios sobre la salud de la lengua catalana (elaborados por el Consell Superior d´Avaluació del Sistema Educatiu, el Institut d´Estadística de Catalunya y el Pacte Nacional per la Llengua: organismos todos ellos dependientes de la Generalitat de Cataluña), no le auguran un futuro esplendoroso.

Lo contrario es cierto: el uso de la lengua catalana cotiza a la baja. En definitiva, los estudios antes citados corroboran –siguen corroborando- el fracaso de la estrategia política y lingüística del nacionalismo catalán para revertir el retroceso del uso social de la lengua catalana.

La obcecación lingüística en Cataluña

De ahí –más allá del conflicto sistemáticamente buscado con el Estado: victimismo y oportunismo de bajo vuelo-, la obcecación de la Generalitat de Cataluña, así como del nacionalismo catalán con la no menos oportunista colaboración del PSC, en incumplir/burlar de forma reiterada las resoluciones de los Altos Tribunales, muy especialmente la providencia del TSJC que indica que en el 25% de las clases de la educación no universitaria hay que usar la lengua española como vehicular.

De ahí, también, el informe/obstinación del Consell Lingüístic Assessor –órgano colegiado creado el 1 de marzo de 2022, integrado en el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya-, encargado, con “independencia y objetividad”, de “definir las estrategias necesarias para impulsar la lengua catalana en los centros educativos”.

Se trata de un informe para impedir el “retroceso” del catalán y “recuperar el carácter central del catalán en el sistema educativo catalán”

Una “independencia y objetividad” que se ha traducido –decíamos- en un informe/obstinación titulado Propostes del Consell Lingüístic Assessor per impulsar l´ús de la llengua catalana en els centres educatius. Un informe en el cual se apoyan las orientaciones –de hecho, órdenes- de la política lingüística de la Generalitat de Cataluña para el curso que empieza estos días.

Se trata de un informe para impedir el “retroceso” del catalán y “recuperar el carácter central del catalán en el sistema educativo catalán”. Para ello, brindan “ideas generales”, recomendaciones a los “profesores y maestros”, un “proyecto lingüístico”, un sistema de “evaluación”, sugerencias sobre el “entorno, las redes y las plataformas” así como sobre la “acogida”.

Un sistema de control -vigilancia y castigo- del uso de la lengua en la escuela catalana. Nada nuevo bajo la coacción nacionalista: el catalán como eje del proyecto educativo, el compromiso de la comunidad educativa –especialmente del profesional docente- con la lengua catalana, la lengua utilizada no puede responder a una elección personal.

La rebelión contra la Cataluña lingüísticamente ocupada

Ante el fracaso continuado de la política lingüística ensayada hasta ahora –a fin de cuentas el ciudadano escoge la lengua que quiere-, aparecen nuevos modelos.

En el libro aparece la teoría de la Cataluña lingüísticamente ocupada

Si es cierto que hay modelos de política lingüística que apuntan a la moderación y la coexistencia entre la lengua catalana y la lengua española –el Concepto de Lengua Mediana o las 57 propuestas de la lingüística light de las que hablé en este mismo espacio-, también es cierto que hay modelos “irreverentes” en defensa del catalán que, por así decirlo, no están por contemplaciones.

Gerard Furest, licenciado en filología catalana, miembro del Grup Koiné –para entendernos: el fundamentalismo/integrismo lingüístico catalán-, ha publicado recientemente un libro que lleva por título ‘Decàleg irreverent per a la defensa del català (2021)’.

Un libro valioso que tiene un Prólogo, igualmente valioso, de Jordi Martí Monllau, profesor de filosofía y miembro también del Grup Koiné. Valioso, porque, uno y otro, representan claramente, sin concesiones, el ultraintegrismo lingüístico catalán. Un ultraintegrismo marcado, como no podía ser de otra manera, por una deriva excluyente cuyo propósito –marca de la casa- es la substitución lingüística.

En el libro –la escritura de Gerard Furest merecería un comentario aparte por sus destellos literarios- aparece la teoría de la Cataluña lingüísticamente ocupada –se desliza el paralelismo entre la Francia ocupada y la Cataluña ídem- con los colaboracionistas que se “pliegan al hecho consumado” y huyen del “miedo de realizar el oficio de ser hombre” aceptando la “docilidad ante un futuro que se renuncia a forjar”.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. EFE/Quique García

En definitiva, la “familiaridad con la dominación y sus agentes con un paisaje social de sumisión que, por sistemático y antiguo, se ha transformado en natural, sobre todo para las nuevas generaciones”, sostiene Jordi Martí Monllau en un Prólogo que no tiene desperdicio.

Las raíces del más allá y la eternidad

Tampoco tiene desperdicio el texto del Gerard Furest que pide que “se acaben las reverencias” y exige “desobedecer… sentido comunitario fuerte…granítico… identificación intergrupal… la impostura de los ajenos hiere y la de los propios mortifica… los tuyos serán los primeros que querrán engatusarte mil veces y con mil argucias… si te engañan una vez, la culpa es suya; pero, si te engañan dos veces, la culpa es tuya, y solo tuya… toda política que no se haga a favor de tu lengua se hace en su contra… si tú, él, vosotros perdéis el miedo; ellos y su sistema perverso pierden el poder”.

El autor -ya avancé que el texto no tiene desperdicio- concluye: “has de saber que –después de criminalizarte a ti y a tu lengua- te irán arrinconando más y más, y más y más y más, hasta el momento en que te clavarán la estocada final a cuatro manos y te darás cuenta, demasiado tarde, que estás muerto”.

La alternativa: “solo la acción pragmática a gran escala y en diversos frentes puede mover las placas submarinas que originen un tsunami emancipador… refresca tanto como sea necesario la memoria para recobrar la autoestima… para rememorar y homenajear la historia de tus antepasados nacionales… la voluntad de trascendencia es la manera más loable de intentar clavar las raíces en el más allá, en dirección a la eternidad…has de tatuarte, grabarte a sangre y fuego, que lo que vale es la conciencia de no ser nada, absolutamente nada, si no puedes ser en la lengua de tu pueblo”. Eso de la voluntad de trascendencia, el más allá y la eternidad me suena. Solo falta el destino en lo universal.

Un ultraintegrismo refinado

Puestos a valorar el trabajo de Gerard Furest y Jordi Martí Monllau, hay que señalar que practican un ultraintegrismo refinado que pretende ser, no excluyente, sino incluyente, al reconocer Gerard Furest –otro texto que no tiene desperdicio- que “el único dogma de fe incuestionable en esta vida es que el catalán, o será interracial o no será. La mezcla fortalece la lengua. Los guetos, por el contrario, la debilitan, y facilitan que ellos lo tengan todo ‘atado y bien atado’ como dijo el dictador”.

¿Qué hacer? Responde: “deja de lado todo clasismo o etnicismo inconsciente y, si es el caso, promiscuate, e intercambia fluidos, genes, pigmentaciones y voluntades con Jennifers, Manolos, Kevins, Mohammeds o Sargampreets”. Un ultraintegrismo no excluyente que acaba siendo colonizador. Genial.

Políticamente hablando, la propuesta de los autores podría invitar a desplegar –como se pide para Vox– un cordón sanitario a su alrededor. Pero, hay otra lectura: la amenaza del ultraintegrismo lingüístico es una invitación –a la Generalitat de Cataluña y al Estado- a aceptar las propuestas del Consell Lingüístic Assessor. El mal menor frente al mal mayor. Escojan ustedes.