JxCat, un calamar cegado por su tinta

Lo mejor para Junts es seguir como está, con ERC gobernando y con el mazo dando. La incógnita a despejar es si también es lo mejor para ERC

No cuela. Por más que Turull pretenda complacer a sus radicales lanzando una especie de ultimátum a Esquerra, el problema lo tiene Junts, que corre un serio riesgo de convertirse en calamar cegado por su propia tinta.

En principio, y mientras los etólogos marinos no demuestren lo contrario, la tinta es un sabio recurso que esta obediente súbdita de Darwin llamada naturaleza ha puesto a disposición de los calamares a fin de nublar la visión de sus voraces enemigos mientras escapa con presteza.

Imaginemos ahora un calamar que suelta tal cantidad de tinta, una cantidad de veras ingente, que ni él mismo sabe por donde navega. ¿Por dónde andarán los predadores? ¿Es mejor quedarse quieto o emprender una huida hacia delante? ¿Conservar su propia naturaleza al desnudo? ¿Transformarse en gran charco de tinta? Ser tinta o ser sin tinta, ha aquí la cuestión. Ahí quisiéramos ver al príncipe de Dinamarca, tomando o no tomando una decisión, sufriendo o no sufriendo una escisión.

Como habrán adivinado sin tardanza, el calamar es la nueva Convergència. La tinta es toda la fraseología según la cual el partido es el único artefacto político dotado de voluntad y capacidad para conseguir la independencia o por lo menos irla aproximando. No ERC, Junts. Esquerra claudica y se aleja del objetivo, Junts aguanta el tipo. Esquerra es autonomista. Junts, independentista a machamartillo. Esquerra es Vichy. Junts, De Gaulle.

Esquerra es autonomista. Junts, independentista a machamartillo. Esquerra es Vichy. Junts, De Gaulle

Vale, entendido. Pero entonces, si tan seguros están de que gobernar desde las parcelas de poder de la Generalitat es algo contraproducente y si tan convencidos andan sobre el entreguismo autodestructivo de Esquerra, ¿qué sentido tiene participar de semejante mascarada desmovilizadora, apaciguadora de los ánimos otrora encendidos, auténtico tapón que impide descorchar de una vez por todas?

Bueno, es que visto lo visto, vamos a obligar a Esquerra a avanzar. ¿Cómo? Pues la tinta entra en acción, no en forma nebulosa sino en letra clara y redondilla por demás. Primo, que el rumbo, la grandes decisiones a tomar se deriven de una cúpula independentista formada por los partidos y las asociaciones, o sea por Junts. Secondo, que en la Mesa de diálogo con el Gobierno se habla solamente de amnistía y autodeterminación. Y tertio, que Junts y Esquerra voten a partir de ahora lo mismo en Madrid, ora en el Congreso, ora en el Senado.

¡Caramba! ¡Tiembla, Junqueras! ¡Tirita, Aragonès! O pasáis por el aro llamado a convertirse en arco de triunfo o… ¿O qué? O… Venga, a ver si soltáis. O… O… tal vez nos vayamos del Govern. No me lo creo, pues ya verás, es farol, tu mismo, etc. Peor aún, Aragonès da la callada por respuesta. Esquerra podría preferir que los consellers de Junts abandonaran el Govern a regañadientes, incluso desearlo en la intimidad.

Algunos republicanos se relamen acariciando por lo bajo la perspectiva de una escisión de Junts. Desde luego que ERC no se va mover un milímetro de su línea. Así que ni dirección colegiada, ni hablar en la Mesa de lo que no se puede hablar en la mesa, ni votar con Junts dejando a Pedro Sánchez en minoría. Si Junts se conforma siendo un apéndice, vale. De lo contrario, ahí está la puerta. Dura y arrastrada existencia de homeless durante 365 días al año menos en las dos fechas señaladas, 11-S y 1-O.

Si Junts deja el Govern, no volverá. Bajo ningún concepto, ya que no es capaz de entenderse con el único aliado posible

Si Junts deja el Govern, no volverá. Bajo ningún concepto, ya que no es capaz de entenderse con el único aliado posible. ERC, en cambio, puede gobernar en solitario apoyándose en los socialistas y los Comuns, y convertirse así en la nueva Convergència, el partido alfa de Cataluña, con la diferencia de escorar un poco más a la izquierda, aunque sin pasarse. Es obvia pues la respuesta a la pregunta de a quién le interesa más que Junts dé el portazo, si al socio mayor o al menor,.

Por eso, para evitar la ruptura y dar un poco de alpiste a las palomas que se cobijan bajo las angelicales alas de Laura Borràs, Turull exige un cambio de rumbo, a sabiendas de que no se va a producir. El siguiente capítulo, escrito pero no publicado, consiste en decir que lo han intentado, lo seguirán intentando y que si ganan las próximas autonómicas lo van a conseguir, pero que mientras siguen amarrados a los cargos. Sin duda. Certificado, sellado y firmado… con tinta de calamar. Veremos qué límites tiene la paciencia de ERC.

Y veremos hasta dónde aguantan las costuras de Junts. Si se dejan de tinta, corren el riego de convertirse en un nuevo PDECat y caer en la insignificancia. Si se fían de la tinta, se van a convertir en un apéndice de la ANC, o sea pasar de partido organizado a incontrolable y errático movimiento asambleario. Las manifestaciones del pasado 11-S y el próximo 1-O parecen dar alas a los partidarios de la tinta, pero los que están en el Govern y controlan el partido son conscientes de que la tinta sin cuerpo, soltada en un medio líquido, se diluye, aunque nadie sepa a qué velocidad.

Queda pues claro al hilo de los anteriores razonamientos que lo mejor para Junts es seguir como está, con ERC gobernando y con el mazo dando a ERC. Lo mejor para Junts, sí. La incógnita a despejar es si también es lo mejor para ERC.