La banca española solo necesita 200.000 empleados

Las entidades financieras españolas empiezan a hacer cuentas del personal del que van a prescindir. Unas, las grandes BBVA y Santander, para eliminar duplicidades tras haberse quedado con Unnim y Banesto, y otras, las que han recibido los casi 40.000 millones procedentes del rescate comunitario, por ‘imperativo legal’, en aras a cumplir con uno de los requisitos fijados en el Memorando de Entendimiento firmado, en julio de 2012, entre el Gobierno y el Eurogrupo.

No será de inmediato, ni el cierre de oficinas ni la rescisión contractual con los empleados sobrantes, pero las respectivas hojas de ruta ya han sido proyectadas por los departamentos de Recursos Humanos –bueno, en el caso de las entidades nacionalizadas, más bien se las han hecho en Bruselas– para ser presentadas a las centrales sindicales representativas. Al final, podría haber algún desfase. Sería mínimo. Tradicionalmente, los sindicatos de la banca no suelen, lo que se dice, dar mucho la lata, y suelen llegar a acuerdos sin excesivos problemas.

Con ERE o sin ERE, con bajas incentivadas, prejubilaciones o a través de recolocación en otras unidades ajenas al negocio bancario, cualquier medida servirá para adelgazar la nómina del personal bancario en los próximos cinco años en un mínimo de 25.000 trabajadores.

Al final, en 2017, sumando los 35.000 empleados que han salido ya entre 2009 y 2012 tras los procesos de fusiones de las cajas de ahorros y las primeras absorciones de esta última reestructuración, serán poco más de 200.000 empleados con los que cuente entonces la banca española. Se habrá producido un recorte drástico de personal en nueve años del 25% desde los 275.000 empleados que había en diciembre de 2008.

Bankia, por razones obvias, al ser la que más ayudas ha recibido para su recapitalización, será también la que tenga que reducir más costes. En principio, los de personal pasarían por cerrar más de 1.200 sucursales y prescindir de algo menos del 30% de la actual plantilla, aproximadamente 6.000 empleados. Los que, en palabras del presidente José Ignacio Gorigolzarri, serán objeto de un “sacrificio no baldío” para conseguir la “auténtica refundación” del banco nacionalizado.

En Novagalicia ya van por el cuarto expediente de regulación de empleo, el presentado el pasado viernes por la dirección a los representantes sindicales. Contempla despedir a más de 2.500 empleados entre 2013 y 2017, y casi el 40% este mismo año. O sea, ya. Y cerrar 327 oficinas. En este caso, no en cinco años sino en tres. El drástico recorte supondrá, de no haber más ajustes, que desde el cierre de la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova habrán salido de la entidad gallega unas 5.000 personas, el 60% de la plantilla.

Uno de los ajustes más numeroso ha sido el realizado por el Sabadell sobre la plantilla de la CAM para cumplir con las exigencias de Bruselas de reducir los empleados de la entidad alicantina a apenas 4.500 en enero de 2014. Hasta esa fecha se tendrán que acometer 1.250 despidos, 500 de ellos mediante prejubilaciones.

Caixabank, que no ha terminado de reestructurar el acople de personal tras la absorción de Cívica, tendrá que hacer otro ajuste al quedarse con el Banco de Valencia. En Cívica serán en total unos 2.400 los empleados de los que se prescindirá. En el caso del Banco de Valencia habrá que ver si resulta suficiente la reducción de empleo de 485 empleados y el cierre de 70 sucursales que previamente se había planteado durante su control por parte del FROB.

Mucho menos traumáticas serán las salidas de Banesto y Unnim, las entidades absorbidas por Santander y BBVA. La próxima semana está previsto que los sindicatos reciban la propuesta sobre el ajuste en Banesto. Se prevé que sean unos 3.000 empleados los que sean recolocados, tanto en España como en el extranjero, o se les dé la baja incentivada. También el BBVA ha pactado reducir 1.218 empleos en Unnim, a través de prejubilaciones, excedencias, traslados y bajas voluntarias. Tiene de plazo hasta el 1 de junio de 2014.