La campaña irradiada
La resaca del 11S ha eclipsado el inicio de la campaña electoral para las elecciones autonómicas catalanas del próximo 27S. El disparo de salida ha resultado ser una detonación nuclear perfectamente programada por el candidato número 4 de Junts pel Si desde el momento en que hizo coincidir el inicio de la campaña con la Diada.
La zafia intención del gestor de la botonera nuclear era obvia: desvirtuar, secuestrar y monopolizar el debate político, capitalizando en beneficio de su lista electoral un arranque de campaña absolutamente condicionado por la manifestación organizada por sus ectoplasmas asociativos. Y hay que reconocer que el objetivo se ha cumplido.
El 11S ha resultado ser una bomba atómica sucia que ha irradiado y va a seguir irradiando las primeras jornadas de campaña. Los primeros efectos de la detonación fueron devastadores, y se pudieron comprobar el propio 11S. Un primer día donde la campaña fue suspendida de facto para aquellas formaciones políticas que no se sumaron al primer acto de Junts pel Si, la gran manifestación.
Un día absolutamente condicionado por el análisis del número de participantes, la ejecución de la coreografía, las fotos de los participantes, las declaraciones de los organizadores… Un primer día de campaña donde los partidos que no asistieron al happening separatista se convertían en meros convidados de piedra. Invisibles ante el fulgor de la detonación y silenciados por el ruido ensordecedor de la misma.
Cabalgados en la onda expansiva del 11S, hoy ha habido actos y declaraciones del conjunto de formaciones políticas que se presentan a estas elecciones. Sin embargo todas ellas han sido condicionadas y distorsionadas por la manifestación. Todas salvo el baile de Miquel Iceta, fruto quizás de algún daño colateral provocado por la radiación separatista en su sistema motor.
Sin embargo, lo más «destacado» de la jornada han sido las declaraciones de Artur Mas, el propietario de la botonera nuclear. En ellas, mencionaba que era tramposo criticar la utilización (manipulación) de la Diada por Junts pel Si.
El cinismo en política puede siempre cartografiar nuevos territorios y es un convidado habitual en la vieja forma de hacer política. Pero en esta ocasión ha alcanzado un grado de intensidad preocupante. Preocupante y peligroso porque el diseño de los tiempos de esta campaña pervierte los más esenciales principios de limpieza democrática. Hurta voluntariamente el necesario debate de las ideas y de los programas que deben articular cualquier campaña electoral en un país democrático.
Junts pel Si no pasaría un control antidoping democrático. Es un artilugio político de usar y tirar, con fecha de caducidad, un artefacto cuyo objetivo es dinamitar las bases de la democracia representativa, desde la negación de su papel de representación plural de la sociedad a través de los partidos políticos. Sin más programa que dinamitar la legalidad y dividir a la sociedad, con siglas saturadas de corrupción que se camuflan bajo el paraguas de una nueva marca, y un candidato a la presidencia que se presenta el número cuatro de su lista electoral para no dar la cara por su gestión y los casos de corrupción que asedian su formación.
El diseño de los tiempos de esta campaña electoral evidencia que la intención de Artur Mas era hacer trampas porque es un tramposo. Trampas no solo condicionando su inicio, sino secuestrando el imprescindible debate de las ideas en una contienda electoral que decidirá el futuro de nuestra comunidad.
La bomba atómica lanzada por Artur Mas no sólo es una amenaza a la campaña electoral sino a la propia democracia.