La coalición no se ha roto 

Este equilibrio inestable se basa en lograr estabilidad para llegar a la presidencia de la Unión Europea y sortear nuevas tensiones

Los partidos políticos suelen utilizar una serie de palabras mágicas para evitar que se produzca una inminente ruptura entre socios de gobierno; vocablos como coser, conciliar, generosidad o comprender son utilizados para poder esquivar una posible colisión política. En pocos días, el gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, que parecía tambalearse a raíz de la reforma de la ley del solo sí es sí, ahora reivindica que “hay coalición para rato”.

La coalición no se ha roto y han conseguido que los ataques lanzados entre ambas formaciones se dejen de lado a la espera de valorar el precio político que deberá pagar el PSOE a Unidas Podemos para poder afrontar con tranquilidad la Presidencia de la Unión Europea, en un momento en que Europa se está jugando su futuro con la gestión de la guerra en Ucrania.  

Gobierno de coalición

Si bien la coalición no se ha roto, como esgrimen ambos partidos, es posible afirmar lo mismo en relación a la situación en la que ha quedado sumido el gobierno. Es necesario señalar que cuando se forma un gobierno de coalición, “el análisis se centra en la difícil tarea de identificar los acontecimientos que puedan desestabilizar el equilibrio inicial y las respuestas que la coalición les da para mantenerse con vida”, como señala Josep Maria Reniu en su ensayo Los gobiernos de coalición.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. EFE/ Kiko Huesca

¿Era posible identificar un acontecimiento como la polémica surgida por la gestión de la ley del solo sí es sí? La respuesta es afirmativa, porque la base política en la que se edificó la coalición nunca se cimentó en compartir y definir conjuntamente un modelo de sociedad para España, sino en conseguir formar gobierno.

La coalición no se ha roto hasta hoy porque el cálculo estratégico que la sostiene no se sitúa en el ahora, en la coyuntura, sino a medio plazo, mirando las elecciones generales. Este equilibrio inestable se basa en lograr, al mismo tiempo, estabilidad para llegar a la presidencia de la Unión Europea y sortear nuevas tensiones, entre ambos partidos, como las que la que hemos vivido hace días con la fallida reforma de la ley mordaza.