La derrota de los extremos

¿Quién iba a decir, hace diez años, que España conseguiría salvar la crisis económica con mayor estabilidad que Italia, Francia o Reino Unido hace diez años

El desgastado, pisoteado, criticado y vilipendiado espíritu del 78 se ha mostrado más combativo y resolutivo que lo que muchos podían haber sospechado, al defender lo construido por la sociedad española en los últimos cuarenta años de historia.

La bilis negra intelectual lanzada sobre todo lo que había contribuido a edificar el constitucionalismo español, tanto desde los movimientos sociales del 15M del 2011 como desde el independentismo que se movilizó a partir del 2012, ha sido neutralizada por la reacción de los ciudadanos españoles que, con sus votos, han querido mantener la continuidad política surgida desde la transición.

La victoria del PSOE y la pérdida de poder del independentismo consolidad la continuidad de la política española nacida en el 78

Los partidos que quieran combatir a la Monarquía, la Constitución, Europa o el modelo de estado territorial español han visto truncadas sus ansias de ruptura.

El motivo debemos buscarlo, no en la capacidad de la oligarquía española para dificultar el cambio político, ni en las fuerzas de los medios de comunicación españoles para preservar el status quo, ni en la capacidad de los partidos tradicionales de sobrevivir a la corrupción, ni tampoco en el agotamiento de su oferta electoral, sino en el criterio de los españoles que, basándose en la experiencia, han llegado a observar que no tiene sentido  romper con cuarenta años de democracia, paz y desarrollo económico.

La victoria del PSOE, combinada con un moderado crecimiento de VOX, la caída electoral de Podemos, la pérdida de poder de influencia en la política española del independentismo político y los resultados obtenidos por la socialdemocracia, los reformistas y los populares en Europa, que permitirá avanzar en la sociedad del bienestar dejando fuera el nacional populismo, consolidan la continuidad política española nacida en el 78.

Los españoles han sido capaces de rechazar la España patriótica de las banderas y resituar al independentismo

Nadie ignora que esta reafirmación de los valores de la Constitución del 78, como son el consenso, el pluralismo, las libertades y definir políticas económicas contra la desigualdad social, demostrada en los resultados de las elecciones generales, municipales y autonómicas, deberá ser constantemente revisada y actualizada para garantizar su fortalecimiento.

¿Quién iba a decir, hace diez años, que España conseguiría salvar la crisis económica con mayor estabilidad que Italia, Francia o Reino Unido hace diez años? ¿Quién podía prever que España iba a mantenerse más estable en la correlación de fuerza políticas cuando en Europa triunfaban los populismos de izquierda y derechas bajo promesas de un nuevo comienzo?

La razón de su fortaleza estriba en que los españoles han sido capaces de asimilar la visión revolucionaria de Podemos, rechazar la España patriótica de banderas en los balcones y resituar al independentismo determinando orientar las reivindicaciones dentro de los límites que marca la Constitución.

La apuesta española por el centro

La España que considera necesario diluir lo viejo en lo nuevo para avanzar en el futuro sigue siendo más fuerte que la de aquellos que pretenden lanzar la sospecha de que la transición fue un atraco de las élites para evitar las ansias de justicia del pueblo español.

Lo que parece claro es que los ciudadanos españoles, sin coordinarse, han premiado el retorno al centro, han apostado por la estabilidad y la continuidad, a la espera de que surja una clase política capaz de alcanzar nuevos y necesarios consensos que permitan la evolución de la Constitución, para adquirir herramientas que garanticen una mayor cohesión social y que garanticen avanzar en mejorar cuestiones esenciales como son los derechos sociales, el modelo territorial, las libertades y la convivencia.