La Diada de verdad no fue el viernes 11

El futuro del Gobierno y los presupuestos está en manos de la extraña cuadratura del círculo de sumar a ERC con Cs

Nunca sabremos como hubiera sido la Diada de 2020 sin coronavirus. Si sabemos que la pandemia sirve para disimular dos cosas que hasta el menos introducido en procecismo conoce: que la convocatoria cada año iba a menos y que la división entre independentistas es cada vez más profunda.

En realidad, la Diada de este año es una previa. El siguiente preámbulo será el 17 de septiembre, con la declaración de Torra en el Supremo y la verdadera Diada, la festa major CDR, a golpe de panot, container ardiendo y vía de tren cortada será el día que el TS falle la inhabilitación de Torra. Ese día el independentismo intentará repetir su macabro éxito de incendiar Barcelona y paralizar Cataluña, tal como hicieron con la suave sentencia del Supremo en el juicio a los políticos sediciosos.

La falta e imposibilidad de convocatoria fue sustituida por la altisonancia declarativa. Una vez más el protagonismo fue para Junts x Catalunya de Puigdemont y Torra, y ERC fue mediáticamente derrotada. Mala noticia para Sánchez.

En Junts nada de lo que hacen y dicen es gratuito, así que debemos preguntarnos porque Torra y KRLS calentaron la víspera de la Diada. A los desfiles de reminiscencias Nurembergerianas del 10 por la noche en los alrededores del Fossar de les Moreres se sumaron los insultos de Puigdemont a Iceta y el discurso de Torra achacando a España, así en general, todos los males de Cataluña.

El prófugo eurodiputado tuvo un calentón: su ataque a Iceta señala a sus seguidores la traición de ERC. No se puede pactar con el “malparit”. Tras esta elevada elocuencia hay un único objetivo: poner en evidencia el colaboracionismo de ERC con el PSOE, inaceptable para el separatismo pata negra que representa Junts X Cat.

La escalada no termina ahí. El día 17 Torra llegará hasta las puertas del Supremo y no cruzará el umbral. Allí, en la bucólica Plaza Villa de París, Torra, una vez más reafirmará su odio a España y señalará a aquellos que la sustentan, que para él no son otros que ERC.

De poco le ha servido a Sánchez su llamada a Torra previa a la Diada para recuperar la mesa de diálogo. Una vez más, el futuro del Gobierno y el Presupuesto queda en manos de la extraña cuadratura del circulo de sumar a ERC y Cs. Hasta ahora a Sánchez la jugada le ha salido bien pero el Presidente empieza a mostrar síntomas de ludopatía política en su arriesgada apuesta.

La escalada verbal de Junts x Cat con motivo de la Diada no tiene como único objetivo dinamitar a ERC; también busca amedrentar al Pdecat. El objetivo de KRLS es que, a pesar de haberles robado la marca, la militancia y el alma, los restos de CDC bajo la dirección de David Bonvehí y el liderazgo espiritual de Mas, se entreguen y acepten ir bajo su manto a las elecciones y no pacten con Marta Pascal.

Para evitar que Pascal entre en el Parlament es fundamental que no cuente con la estructura territorial del Pdecat y para lograr este objetivo hay que subir el tono y asustar a los ya de por sí atemorizados líderes del partido. La relación entre los líderes de Junts X Cat y el Pdecat es tremenda pero muchos de los alcaldes prefieren doblar la cerviz ante Puigdemont y ser humillados a perder su vara de mando.

Durante años, a las 17:14 h de tal día como el viernes, los independentistas celebraban su última Diada en España; ahora se conforman con no cruzarse por la calle los unos con los otros y de su resignación, frustración y fracaso se desprende un mal rollo que ya no genera ni sorpresa ni admiración. Tampoco temor, solo hartazgo en todos aquellos que no tenemos más remedio que sobrellevar la situación.

Mientras, Sánchez le pregunta a Iván Redondo en Moncloa qué hacer. El discurso de la pacificación a cambio de la concesión ya no es creíble pero la aritmética parlamentaria es tozuda, y ellos siguen necesitando a ERC.

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