La experiencia de «BCN en comú»
Entre las diversas plataformas, movimientos o nuevos sujetos políticos de progreso que han aparecido en los últimos tiempos y que se presentan a las elecciones del 24 de mayo, parece que la que más posibilidades tiene de convertirse en alternativa de gobierno es «BCN en comú» en el caso del Ayuntamiento de Barcelona.
La experiencia de «BCN en comú» comporta una serie de elementos que la hacen diferente a otras propuestas similares que se han podido dar en el ámbito del Estado. La candidatura encabezada por Ada Colau representa la confluencia de fuerzas políticas y movimientos diversos que no renuncian a su procedencia ni a su identidad, pero que hacen una apuesta unitaria.
Convergen desde muchas procedencias, de partidos políticos de larga trayectoria en el tiempo y con reconocida capacidad de gestión y de gobierno, a partidos de nueva creación, activistas de reconocida trayectoria y movimientos sociales diversos.
Desde ICV y EUiA a Podemos, Equo, Proceso Constituyente y Ganemos, que en su diversidad componen un conjunto sumamente atractivo. Reúne desde una candidata de fuerte atractivo y proyección social, hasta fuerzas políticas novedosas y un proyecto político consolidado en la ciudad de Barcelona como ha sido el PSUC y después ICV-EUiA.
No es extraña esta alianza. Es la unión de sujetos con voluntad transformadora. Se trata de los nuevos que se unen a uno con mucha historia, pero que ha demostrado su actitud de transformación democrática. Como decía un portavoz político de ICV «ser nuevo y honesto es sin duda saludable, pero serlo siendo antiguo lo es todavía más»
Sin duda, y frente a casos como el de Madrid, la presencia de ICV-EUiA es un elemento diferencial respecto a otros casos. Es un factor que hay que considerar en su perspectiva histórica. ICVC-EUIA y su precedente, el PSUC, han estado presentes siempre en el Ayuntamiento de Barcelona y su presencia ha dado forma a las actuaciones más avanzadas y sociales de la propia actuación municipal.
Desde la actuación de Lali Vintró en Educación, impulsando las guarderías municipales que han sido referencia a escala europea, hasta Ricard Gomà, que consiguió implantar, en coordinación plena con las entidades sociales, una política social avanzada dirigida hacia los más desfavorecidos.
La coalición roja-verde lleva la transformación en sus genes y ya hace tiempo había manifestado su voluntad de converger con todos los agentes políticos y sociales que quisieran recuperar el Ayuntamiento para la ciudadanía, echando a Trías y a CiU del Gobierno de la ciudad.
Todos han cedido en la conformación de la coalición de «BCN en comú», pero hay que reconocer la capacidad de renuncia y flexibilidad de la fuerza política ya implantada y el papel que en la confluencia, entre bastidores, ha tenido una persona del nivel político y personal como Ricard Gomà.
El otro elemento básico ha sido también el papel de la principal protagonista y cabeza de lista de «BCN en comú», Ada Colau, muy conocida como la persona que inició, encabezó y fue durando mucho tiempo la imagen de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), que es sin duda el más consolidado de los nuevos movimientos sociales que han aparecido a raíz de la crisis.
Junto con ella, toda la gente que la rodea y que forman el núcleo de Ganamos, una gran parte proveniente del Observatorio DESC (Derechos Sociales, Económicos y Culturales), entidad presidida por ex regidor del PSUC, Jordi Borja, y a la que pertenece gente como la propia Colau, Gerardo Pisarello, Jaume Assens, o Joan Subirats.
También hay que reconocer la diversidad de los otros agentes políticos que se han integrado desde ópticas diversas, pero que comparten el mismo espíritu unitario de crear una Barcelona totalmente diferente a la de Trías y la derecha gobernante en Barcelona.
El objetivo principal es echar a la derecha del Gobierno del Ayuntamiento y devolver la ciudad a los vecinos y vecinas, haciendo una Barcelona «justa, amable y democrática».
La Barcelona de Trías ha sido una ciudad donde han crecido de forma exponencial las desigualdades. Los vecinos no han sido la prioridad, sino los negocios y los privilegiados. Barcelona se ha convertido en, casi, un parque temático al servicio del «turismo» y los negocios vinculados a él.
Trías ha destinado sus esfuerzos a hacer crecer los negocios y la desigualdad. La ciudadanía de Barcelona nunca ha sido tan mal tratada. Las inversiones han ido dirigidas a mejorar el centro de la ciudad, en especial el espacio de paseo de Gràcia y Diagonal, para hacer un foco de atracción al turismo de alto nivel adquisitivo.
Hoy el paseo de Gràcia está prácticamente en manos de firmas multinacionales. Mientras la Diagonal se ha reestructurado de acuerdo con los deseos de los comerciantes de lujo y sin tener en cuenta las necesidades de movilidad ciudadana.
El comercio de proximidad ha sido expulsado del centro de la ciudad. El incremento de plazas hoteleras, legales y especialmente ilegales se ha multiplicado en contra del interés y la calidad de vida de los vecinos de barrios como la Barceloneta, el Casco Antiguo o Gràcia. Y en el transporte público, en especial el servicio de autobuses, se ha priorizado el servicio al centro en perjuicio de los barrios.
Mientras la crisis se ha implantado en la ciudad, el Ayuntamiento con superávit, herencia del anterior consistorio, se ha dedicado a hacer de «banquero» de la Generalitat, a subvencionar con apoyo millonario actos como el Gran Premio de Automovilismo, o a dibujar proyectos al servicio de privilegiados como la reestructuración del Puerto de Barcelona entre otros.
El Ayuntamiento de Trías se ha olvidado de los barrios, especialmente los periféricos, donde residen los sectores sociales más débiles. Los servicios públicos de todo tipo se han reducido, potenciando más los conciertos con entidades privadas, como se da en el caso de las guarderías, que potenciando el sistema público.
Devolver la prioridad a las personas, en especial a las más necesitadas, con una especial referencia a una infancia que sea segura y a una vejez que sea digna, es uno de los objetivo de la coalición que quiere sacar del Gobierno a la derecha. Y lo quiere hacer fomentando la participación, la transparencia y la rendición de cuentas. El fomento del trabajo digno y la lucha contra la precariedad.
Poner freno a los desahucios y potenciar políticas de viviendas de alquiler social. Garantizar el suministro de los servicios básicos de agua, gas y electricidad; potenciar el transporte público y sostenible; priorizar la sanidad y la educación públicas. En definitiva, el objetivo es recuperar el orgullo de una Barcelona fabril, trabajadora, vecinal, popular y cosmopolita.
Abrirse al mundo, pero desde la prioridad a su ciudadanía. Una ciudad que se abre al visitante, sin arrodillarse. Una ciudad que vuelve a ser referente mundial por su solidaridad como cuando las manifestaciones contra la guerra de Irak. El regreso de la ciudad progresista que siempre había sido una de las divisas de la Barcelona Mediterránea. Esta es la ciudad que quiere «BCN en comú».
Y parece que muchos ciudadanos y ciudadanas así lo han entendido y, por eso, los primeros sondeos le dan la posibilidad de ser la primera fuerza y de ser la primera alcaldesa de la ciudad. Como ha dicho con acierto Joan Herrera: «Entendemos que Mas se preocupe por los resultados de Barcelona; tiene motivos porque Barcelona puede ser el primer paso de un cambio profundo en Cataluña. Para que las políticas estén al servicio de la gente y no de unos pocos. Si cambiamos Barcelona empezamos a cambiar Cataluña».
Ésta es otra clave de lo que puede significar la victoria de la experiencia de «BCN en comú». Podría significar un primer paso para volver a recuperar el «catalanismo popular» que tan importante fue y que ha sido sustituido por demasiados años de gobiernos culturalmente provincianos, políticamente conservadores y socialmente corruptos y privatizadores.