La izquierda extraviada   

“Pedro Sánchez [...] abusó del resultado electoral para implementar una ley que no estaba incluida en el programa electoral del PSOE. Una ley, por cierto, que el propio Pedro Sánchez había rechazado un par de días antes de acudir a las urnas. La izquierda extraviada. ”

La izquierda española del siglo XXI –el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, así como Podemos y Sumar- ha heredado algunos de los tics más perniciosos –antidemocráticos– de la Segunda República.  

Esa es la conclusión a la que uno llega después de leer la biografía política que el historiador y profesor de Historia Política Roberto Villa García –en su haber tiene diversos trabajos sobre la Segunda República y sus protagonistas- dedica a Ricardo Samper, quien –además de ocupar diversas carteras ministeriales- fue Presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República. El título del libro es suficientemente explícito: Ricardo Samper. La tragedia de un liberal en la Segunda República (2023).  

Irreflexiva, inflexible y excluyente         

La cuestión es la siguiente: ¿por qué un político liberal sufrió o padeció la Segunda República? Porque, fue víctima propiciatoria -a la manera de la tragedia griega-, de las pasiones republicanas de la época. Generalizando, el liberalismo fue la víctima de la violencia simbólica, y no tan simbólica, de las ideas totalitarias del republicanismo español de izquierdas del primer tercio del siglo XX.     

Una izquierda –irreflexiva, inflexible y excluyente- que quiere volcar en su Constitución las ideas más relevantes del partido socialista, que no acepta “el equilibrio, la transacción y la templanza”, que “atenta, en cierto modo, contra principios fundamentales de la libertad individual y hasta la libertad de la Nación”. Una izquierda –señala Ricardo Samper- que habría “extraviado algunos preceptos que afectan al régimen parlamentario”. ¿Les suena?     

Interregno 2023 (1) 

Como si de un tic se tratará –como si de un movimiento inconsciente se tratará-, la izquierda española del siglo XXI se habría extraviado a la manera de sus antecesores republicanos.  

Ahí tienen ustedes –siguiendo el guion marcado por Ricardo Samper- el intento y la tentación de deconstruir hoy la Constitución: la ley de amnistía, el probable reconocimiento -sea cual sea el nombre- del referéndum de autodeterminación de alguna Comunidad Autónoma así como la quiebra de la división de poderes o la limitación de la independencia de los jueces, la seguridad jurídica y la igualdad de los ciudadanos ante la ley. 

La izquierda española del siglo XXI se habría extraviado a la manera de sus antecesores republicanos

A lo que hay que sumar la falta de voluntad transaccional que margina a la oposición por sistema, incluso en cuestiones de Estado, la aceleración reiterada de la tramitación parlamentaria, jugando de forma partidista con la dicotomía proyecto de ley/proposición de ley para así evadir los informes pertinentes. Y una manera de articular determinados pactos de gobierno –ahora sí- precisamente con quienes buscan una España ingobernable –de hecho, la crisis del Estado-, y algo más, en beneficio propio.  

El discurso de 1934  

Hay un discurso de Ricardo Samper –pronunciado el 8 de noviembre de 1934 en el Congreso de los Diputados en plena crisis política: 1934 o el año de los golpes del socialismo y el nacionalismo catalán- que resume y compendia, recurriendo al subtítulo del trabajo de Roberto Villa García, la tragedia de la política española en tiempos republicanos.  

Ricardo Samper, por aquel entonces Ministro de Estado, predicó en el desierto al reclamar “una zona templada de convivencia”, más allá del partidismo, al reivindicar que los adversarios políticos que han “mantenido una contienda encendida” respondieran al “unísono” en determinadas coyunturas, al proponer que los “partidos republicanos [un mes después de los golpes de 1934] vuelvan a establecer sus necesarias conexiones con el régimen”, al solicitar que los partidos sublevados “corrijan sus errores y se apresten a servir fielmente a la República”

Ricardo Samper dijo algo más: “me preocupa también la suerte de las propias masas socialistas; no se puede hacer desaparecer a un partido; ese partido existe y ojalá encuentre hombres… que recojan esas masas y las dirijan y encaminen por procedimientos evolutivos… [hacia] sus anhelos, esperanzas, aspiraciones”. Concluye: con los “movimientos extremistas… no hay posibilidad de que España progrese… dejemos bien abiertos los cauces legales para todos los partidos de izquierda que quieran todavía servir a la Patria y la República”.     

Nada de ello ocurrió.  

Interregno 2023 (2)    

En una coyuntura semejante –salvando las distancias del caso-, nada de ello tampoco ha ocurrido.  

Una República sin republicanos 

Lo dijo el líder socialista republicano Indalecio Prieto hablando de la Segunda República española: “una República sin republicanos”. Cosa cierta si nos retrotraemos a los clásicos como el Aristóteles, que afirma que la República es una “inclinación” a la democracia, la libertad y el gobierno de la mayoría.  

El ideal contestatario de la democracia 

¿Qué ocurre hoy con los socialistas españoles –lo mismo vale para Sumar y Podemos- y su República in statu nascendi? Si hablamos de alguno de los ensayos del Philip Pettit (Programa para una política progresista: nota para el debate, 2009) que teoriza el denominado “republicanismo cívico”, que ha sido adoptado por el PSOE desde los tiempos mágicos de José Luis Zapatero, poco ha cambiado. Indalecio Prieto sigue vigente.   

¿De qué se trata? De reivindicar “el ideal contestario de democracia” dice el politólogo y maestro irlandés. Un ideal que “otorga un lugar central a las elecciones, pero difiere de ideales más generalizados en el sentido de que presenta un panorama en el que los ciudadanos controlan al gobierno no solo mediante el ejercicio del voto para seleccionar a quienes ostentan la función pública, sino de manera más general forzando a que el gobierno esté guiado por las ideas e instituciones aceptadas en sus filas”.  

El populismo asambleario  

De hecho, una manifestación de populismo asambleario –el PSOE consultó a sus bases el asunto primordial de la Proposición de ley orgánica de amnistía- que, cuando interesa, usa y abusa del “pueblo” –lean, la militancia que lo justifica todo y más- ante decisiones trascendentales. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa

En el caso que nos ocupa, hay que decir que Pedro Sánchez no solo usó la consulta telemática -vaya usted a saber con qué garantías- de la militancia para refrendar dicha ley, sino que abusó del resultado electoral –la suma de PSOE, Sumar, ERC, Junts, PNV y BNG- para implementar una ley que no estaba incluida en el programa electoral del PSOE. Una ley, por cierto, que el propio Pedro Sánchez había rechazado un par de días antes de acudir a las urnas. La izquierda extraviada. 

Pedro Sánchez no solo usó la consulta telemática de la militancia para refrendar dicha ley, sino que abusó del resultado electoral

El Muro 

Y algo más: Pedro Sánchez concreta su extravío –una arquitectura virtual que delata los propósitos- diseñando un Muro propio de las tradicionales concepciones totalitarias de la política y el mundo. Un Muro que protegerá a la ciudadanía frente a la amenaza de la de la derecha liberal y constitucional. Un Muro que facilitará la realización de las delicias socialistas gracias a la coalición progresista que gobierna. De nuevo, la historia se repite.  

De nuevo, como dijo Ricardo Samper, la izquierda extraviada.             

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