La la land

Acaba bien, pero con regustillo amargo, parecido a lo que ha ocurrido estas últimas semanas con la intervención del Popular que se ha hecho pasar por compra

La pasada ceremonia donde se otorgaron los Oscar de Hollywood de este año entronizó como película más premiada a un musical de curioso nombre: “La la land”. Ni más ni menos que 14 nominaciones y, finalmente, seis estatuillas.

El argumento es muy sencillo: chico conoce chica, chico pierde chica, chica reencuentra a chico, vuelven a reunirse y el universo retoma su inicial armonía. Un argumento más que conocido y por lo tanto con un final que desde un inicio se intuye como previsible.

Mérito y mucho tiene una película con tan manoseada historia y, además, teniendo factura de musical, para haber obtenido un tan sonado éxito. Pero, aunque vistoso, el final resulta no ser el de costumbre, todo acaba bien aunque, en este caso, con un cierto regustillo amargo; la chica resolvió y el chico se queda solo, bailando. Algo muy parecido a lo que ha ocurrido estas últimas semanas con la no denominada intervención del Banco Popular que se ha hecho pasar por compra. Y por un euro, ni más ni menos. A la luz de los últimos acontecimientos, si la película se hubiera rodado en Galicia propongo que el título se alargase y acabara denominándose La la la land.

La la la es una denominación propia que utilizamos los gallegos para nominar argumentaciones vacías y poco consistentes: “iso é un la la la”, se suele decir, convirtiéndonos así y especialmente en estos momentos, en la “tierra del la la la”. ¡Esto lo pillan los creativos de la agencia de comunicación que hacen los anuncios de Gadis y lo convierten en uno más de esos magníficos spots de la serie “¡Vivamos como galegos”!

En su momento se perdió Fenosa, posteriormente las Cajas de Ahorros, los astilleros precisaron intervención externa, el notorio fiasco de Pescanova, poco después el Banco Pastor fue absorbido para ser posteriormente vuelto a absorber… Solo falta que Inditex se deslocalice y ya nos quedaría poco que preservar.

Caminamos hacia “O parado occidental”, como cantaban Antón Reixa y “Os resentidos” en su ya asumido himno patrio, “Galicia Canibal”; también coreaban “Doa os teus riles: moi mal organizado”. Algo no estamos haciendo bien. Pero si seguimos acudiendo a nuestro bardo particular, en su insuperable “Galicia sitio distinto”, se nos insta a seguir bailando, “tacón, tacón, tacón punta tacón”. ¡A ver si va a resultar que todo esto que nos rodea no es más que un decorado y la vida consiste, finalmente, en un musical!