La perplejidad del PSC ante el desaguisado de Mas

La vieja guardia del PSC asiste perpleja ante los movimientos del President Mas. No entiende cómo el presidente de CiU se ha atado, hasta tal punto, a los pies de Oriol Junqueras.

La nueva dirección del PSC también se muestra anonadada ante los fuegos de artificio de Mas. Y sigue esperando que el mandatario catalán haga, de verdad, algún movimiento para buscar otros socios de gobierno. Si es que lo necesita –ahora ya es muy evidente– y si es que está dispuesto a asumir las consecuencias. Pero tampoco en ese caso el PSC se mostrará muy solícito. Pere Navarro está dispuesto a esperar. También otros dirigentes, mucho más proclives a algún acuerdo con CiU, como Àngel Ros, o Antoni Balmón.

Nadie en el PSC está dispuesto a ayudar a Mas, porque, primero, Mas debe pedirlo y ofrecer algún guión para poder gobernar. Y, después, optar por un socio concreto. De nada vale, para el PSC, esos ofrecimientos genéricos de Mas y del conseller de Presidència, Francesc Homs, para acordar un gobierno de concentración entre CiU, ERC y PSC.

El propio ex conseller Joaquim Nadal, se preguntaba, tras el balance de Mas de sus cien días de gobierno, y a través de su cuenta de twitter, cómo pretendía el presidente de la Generalitat salir adelante tras considerar que Catalunya vive una situación de emergencia. “¿Cuál es el guión, y el camino, dónde están las medidas excepcionales?”, aseguraba.

No hay nada. Mas asegura que no ha acordado nada con el presidente Mariano Rajoy. Afirma que no hablaron de un nuevo sistema de financiación. Sólo de ampliar el margen de déficit para 2013, que depende, en última instancia, de la Comisión Europea. Rajoy se ha comprometido a pedir el 6% para el conjunto de las administaciones públicas. Si se consigue, Mas reclama que las comunidades, o, en todo caso, Catalunya, pueda quedarse con el 2% de ese margen.

Pero el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quiere un mayor colchón para el Gobierno central. Lo necesita para los intereses de la deuda, y las oscilaciones de la seguridad social, que paga el subsidio de paro, también el de los catalanes. El margen podría ser del 1,5% de déficit.

Y Esquerra Republicana ya ha manifestado que, ni con ese 1,5% de déficit, aprobará las cuentas de 2013.

El PSC asiste impávido ante ese espéctaculo. Los dirigentes consultados recuerdan que el PSC facilitó la investidura de Artur Mas en su primer mandato, en 2010. Y CiU no cumplió el documento pactado. Al revés. Todo fueron reproches por la herecencia recibida, y el déficit acumulado. Ahora, el propio Mas lo ha recordado en su balance de los cien primeros días.

La disyuntiva del PSC, muy consciente de su debilidad actual, pero también cohesionado ante el desaguisado de Mas, no es la de anteponer el apoyo a los presupuestos o la entrada en el Govern a cambio de que se retire la consulta soberanista. Lo que defienden los socialistas es que Mas debería olvidarse del horizonte del 2014 para celebrar esa consulta –el derecho a decidir en el que está de acuerdo el PSC– y concentrarse con todas sus fuerzas en cómo abordar la crisis, cómo conseguir una mejor financiación y en cómo reactivar la economía, buscando apoyos, y negociando con todos, también, y, principalmente, con el Gobierno central del PP. El compromiso de Mas, recuerda el PSC, fue el de convocar la consulta a lo largo de toda la legislatura. Es decir, tendría de plazo hasta 2016.

Pero Mas está sujeto a Esquerra Republicana, que entiende que la única salida de Catalunya es la consulta, y, si se puede, avanzarla cuanto antes. Antes, incluso, de 2014, la fecha acordada entre CiU y ERC.

La conclusión es que Mas no abordó su fracaso electoral. Lanzó una patada hacia adelante, como en el rugby, se abrazó a Esquerra y a seguir. Pero Oriol Junqueras se quedó fuera del Govern, convirtiéndose, seguramente, en el único dirigente del mundo que garantiza la estabilidad de un gobierno –está por ver– y, al mismo tiempo, es el jefe de la oposición. Y se comprometió Mas, para más inri, a convocar una consulta en 2014. Otra patada hacia adelante.

El PSC quiere colaborar, aunque sea a costa de sus propios intereses electorales. Pero siempre que Mas entienda que “todo al mismo tiempo no puede ser, y además es imposible”. Es decir, mantener los compromisos con Esquerra, pero gobernar con Esquerra y el PSC.

¿Salida? Elecciones a finales de año.