La travesía del desierto de las grandes constructoras difiere en intensidad y ritmo

Desde que en 2007 estallara la burbuja inmobiliaria y con ello diera comienzo uno de los periodos económicos más duros de la reciente historia de España, el sector de la construcción busca acomodarse a los nuevos tiempos. Las seis grandes constructoras tratan, con éxito desigual, de salir de una situación compleja, de futuro impredecible, y redimensionar su existencia adecuándola a los nuevo tiempos.

La crisis pilla a las grandes constructoras con una deuda cercana a los 80.000 millones de euros y peligrosamente apalancadas, como consecuencia de las políticas de diversificación emprendidas en tiempos de crédito fácil y barato y con el único fin de ganar tamaño, algo que para este sector siempre ha sido importante.

De las seis, sólo OHL, de Villar Mir, se salva de la quema manteniendo una situación más que consolidada y demostrando por qué su presidente ha sido un número uno en casi todo.

Al resto, la crisis les obliga, con un ritmo desigual, a iniciar procesos acelerados de desinversión, en muchos casos con fuertes minusvalías, y a buscar fuera el negocio que no encuentran dentro. Ahí se demuestran las capacidades de cada una de las grandes empresas y lo despiertos que están sus altos ejecutivos a la hora de fijar una política de venta de muchos de sus activos. Reducir deuda se convierte en una obsesión forzada por una necesidad que amenaza a casi todas ellas con concursos de acreedores y hoy han conseguido reducir su nivel de endeudamiento a algo más de 40.000 millones de euros, aunque a costa de reducir sus ganancias de forma considerable.

El análisis de las grandes constructoras españolas se ha convertido en un ejercicio recurrente por parte de los analistas financieros de medio mundo, donde estos muestran sus capacidades a la hora de proyectar sus previsiones de futuro de cada una de ellas.

De sus valoraciones, cabe sacar conclusiones de todo tipo. Basándose en el hecho de que las seis grandes —ACS, Acciona, FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL— generaran en conjunto más del 60% de sus ingresos fuera de España, existe un cierto consenso sobre las perspectivas de futuro de cada una de ellas.

No existe divergencia alguna a la hora de dejar claro que todas y cada una de las grandes tiene una deuda que en ningún caso baja de los 5.000 millones de euros, aunque sí existe una cierta divergencia a la hora de señalar las empresas a las que va a costar mayor esfuerzo sanear sus balances ya que no estamos en el mejor momento para liquidar activos, lo que va a afectar el calendario del obligado desapalancamiento.

ACS, la mayor empresa española de construcción, siguiendo la personalidad de su presidente futbolero, entiende que la solución pasa por el tamaño, aunque éste lleve aparejado un incremento de su endeudamiento neto u obligaciones no afloradas que llevaron su nombre a las páginas del The New York Times, que puso a la empresa que preside Florentino Pérez como ejemplo del problema de la deuda privada en España; un problema, que según el rotativo, es más grave que el de la deuda pública y que amenaza con sumir al país en una década de estancamiento.

Pese a decisiones de desinversión como su venta de Unión Fenosa, Abertis o la venta de importantes activos eólicos, las dos grandes apuestas en Iberdrola y Hochtief, adoptadas en su momento y financiadas con deuda, siguen siendo la espada de Damocles del presidente del Real Madrid, quien, pese a los resultados, sigue repartiendo dividendos como si nada pasara. No en vano y pese a los resultados, ACS siempre es un candidato a aparecer en la parte alta de los ránkings europeos en materia de rendimiento por dividendo, aunque últimamente Ferrovial le dispute ese puesto.

FCC lo tiene muy complicado y su futuro pasa por bancos como BBVA y Bankia que tratan de resolver un problema generado por una gestión más que discutible del anterior equipo dirigido por Baldomero Falcones y su presidenta, Esther Koplowitz, que se plasmó en una política de compras contracíclicas que hoy están pagando mediante una venta acelerada de gran número de valiosos activos en España y en el extranjero, en un momento en que los mercados no pasan por su mejor situación, habiendo debido soportar, además, las pérdidas de su filial austriaca, Alpine.

Sacyr es quizá la empresa que se enfrentó con más rapidez a la crisis, empezando a desinvertir desde el momento en que los síntomas de ésta empezaron a aparecer. Desde que desapareció su singular presidente, Luis del Rivero, la compañía parece haber encontrado su senda y ha pasado de estar en el borde mismo del abismo o del concurso de acreedores a una situación que, aunque no es del todo cómoda, parece razonablemente estable. Su participación en Repsol se ha normalizado y con los rendimientos en la petrolera hace frente a sus obligaciones financieras. Pendiente, liquidar todo lo que queda de Vallehermoso, cuyos activos inmobiliarios han sufrido severas correcciones a la baja y que en su momento llegaron a tener un valor de 11.157 millones de euros, aunque al día de hoy apenas superan los 7.000 millones. El potente proyecto Canal de Panamá es un escaparate singular que permite a la empresa un posicionamiento internacional de primera línea.

Acciona, junto con el resto de empresas conocidas como triple A (ACS y Abengoa), es una de las constructoras que tiene un futuro más negro tras los cambios regulatorios en materia eléctrica aprobados por el Gobierno. Su potente implicación en el sector de las renovables y la dificultad para desprenderse de esos negocios en un razonable plazo de tiempo, hace que esta empresa tenga un futuro incierto y así se lo ha hecho saber la Bolsa con un histórico varapalo y los analistas de Merrill Lynch con un duro informe.

A Entrecanales, el Gobierno y su reforma energética le han puesto contra las cuerdas, y a sus revolcón judicial en el asunto del agua de Barcelona, que ha generado razonables dudas sobre la ética de su gestión, se une el hecho de un obligado desapalancamiento, lo que al día de hoy parece un imposible pese a que la compañía dice estar dispuesta a vender parte de sus activos en energías renovables.

Tras el pelotazo de Endesa en febrero de 2009 que le supuso unas plusvalías de cerca de 1.800 millones de euros, Acciona era la constructora menos apalancada del país, situación que varió al convertirse en líder y referencia mundial de las energías verdes, lo que hizo a costa de asumir un excesivo apalancamiento. En apenas seis años, su cotización ha pasado de 216 euros a menos de 40.

Ferrovial cierra la lista de las grandes constructoras españolas con menos problemas que el resto, si exceptuamos OHL, y su viabilidad resulta innegable a pesar de los casos de corrupción en los que está implicada en Catalunya y a los interrogantes que existen sobre la futura expansión del aeropuerto londinense de Heathrow, en donde la constructora de Del Pino tiene fuertes intereses, pese a haber desinvertido considerablemente en el Reino Unido. Sin embargo, su autopista en Canadá, supone un chorro de cash para la empresa, y su reconocida calidad en la gestión hace que la sociedad tenga un futuro razonable y más aún cuando haya conseguido neutralizar sus actuales problemas y no tenga ya necesidad de campaña de imagen alguna.

En la situación actual, las grandes constructoras españolas tienen como indiscutibles deberes reducir su deuda y, por lo tanto, su tamaño, aunque el momento actual no sea el más apropiado para desprenderse de sus activos. Pese a ello, durante el primer trimestre, las seis grandes constructoras españolas han reducido un 9% su endeudamiento respecto al que se contabilizaba a cierre de 2012, cuando éste rozaba los 45.000 millones de euros. Por ello, y forzadas por las dificultades financieras y las necesidades de liquidez, los titulares de los periódicos seguirán anunciando en los próximos años procesos de desinversión de las compañías constructoras en negocios supuestamente no estratégicos, tanto en España como en el extranjero.

Y como sea que la obra pública en España está bajo mínimos y no se la espera en un futuro inmediato, las seis grandes no hacen sino aumentar su cartera en los mercados internacionales, hasta el extremo de que más del 81% de las obras pendientes de ejecutar las tienen en el exterior en un proceso de progresión digno de tener en cuenta: ACS, 93%; OHL, 78%; Sacyr, 78%; Ferrovial, 69%; FCC, 56%, y Acciona, 51%.

El futuro, difícil de pronosticar; aunque nadie quiere hablar de OPA o fusiones. La realidad es que el valor de las acciones de las constructoras se ha visto seriamente dañado en los últimos cinco años y sólo OHL presenta hoy una cotización más alta que al comienzo de la crisis.

Sin embargo, sus cotizaciones se han resentido en mayor medida de lo que lo han hecho los dividendos, dado que las rentabilidades han subido sensiblemente, hasta el extremo de que una empresa como Ferrovial entregara, con cargo a los beneficios de 2012, 1,25 euros por acción, lo que supone una rentabilidad del 9,8%, la segunda mayor del Ibex, sólo por detrás del Santander.