La verdadera guerra en el control de Indra

Indra es una empresa destacada en el desarrollo de sistemas de guerra electrónica y simuladores de aeronaves que compite internacionalmente en mercados como Estados Unidos y Alemania

Indra Sistemas es una empresa española cuyo principal accionista es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales y que ha ocupado titulares de prensa recientemente por la abrupta salida de varios consejeros. Se trataría, para algunos, de un intento del actual Gobierno de establecer equilibrios de poder a su favor, movimientos habituales a lo largo de los años con cada ciclo de idas y venidas de gobiernos.

Desde el Partido Popular, Esteban González Pons llamó la atención sobre un área de negocio muy concreta y famosa de la empresa: software de transmisión de datos para procesos electorales. Antes los recientes movimientos en la empresa, González Pons mostró su inquietud por las intenciones del gobierno con una empresa que “cuenta” los votos. No es cierto y ante la contrariedad general por el bulo, matizó luego: “es verdad que los votos van por acta, pero Indra da los resultados de la primera noche”.

No es la primera vez que Indra aparece en teorías de la conspiración que le atribuyen un papel en la manipulación de recuentos electorales en distintos países, allí donde unos resultados generan sorpresa y decepción. En el caso de España, todo aquel que conoce el sistema de recuento de votos, transmisión de datos y proclamación de resultados entiende perfectamente las garantías del sistema y el desconocimiento del sistema que padecen, quienes creen que los algoritmos de Indra son capaces de redondear aquí y aminorar allá por arte de magia sin que nadie se dé cuenta.

Que desde el Partido Popular se hagan insinuaciones de que el Gobierno estaría buscando alterar los equilibrios de poder en su beneficio dentro de Indra no solo es abonarse a una teoría de la conspiración, es también poner el foco solo en un área de negocio de la empresa y pasar por alto que hay muchas más batallas políticas y económicas en torno a la empresa.

Áreas de negocio

Indra Sistemas tiene cuatro áreas de negocio bien diferenciadas como resultado de ser una empresa que nació históricamente en 1993 como un cajón de sastre tras la fusión de la empresa privada Ceselsa y el grupo público Inisel. Así tenemos una rama de la empresa dedicado a la consultoría, otro a la “automatización, control y comunicaciones” en el que entra la transmisión de datos electorales de la discordia, otra a la defensa y otra al espacio. En el caso de la rama de defensa, encontramos que Indra es una empresa destacada en el desarrollo de sistemas de guerra electrónica y simuladores de aeronaves que compite internacionalmente en mercados como Estados Unidos y Alemania.

No hace mucho que Indra Sistemas fue noticia porque, para sorpresa de muchos en el sector de la industria de defensa, fue seleccionada por el Gobierno como la empresa de referencia para la participación española en el consorcio que desarrollará el discutido futuro avión de combate europeo (FCAS). La decisión significaba quitarle protagonismo a la rama española de Airbus, que ha contado en su factoría de Getafe con una cadena de montaje del avión de combate Eurofighter.

Helicóptero Tigre MKIII del Ejército de Tierra. Imagen: Indra

La decisión era la respuesta a un “daño colateral” del europeísmo militante de España: al participar en grandes consorcios europeos le ha tocado siempre ir en el asiento de atrás. Tanto porque las cifras de unidades compradas en cada proyecto por Reino Unido, Francia, Alemania e Italia les daba un mayor peso en la definición del proyecto, como porque esos países cuentan con un “campeón nacional” en el sector que les permitía llevar la voz cantante en materia tecnológica.

El caso de la industria aeronáutica es significativo. La empresa pública Construcciones Aeronáuticas Sociedad Anónima (S.A.) se disolvió en el consorcio europeo Airbus, en el que España cuenta con un magro 4,16%. Casa aportó su experiencia en la fabricación de aviones de transporte militar. Para amarrar que la planta de producción se instalara en Sevilla, España se comprometió a comprar 27 aviones de transporte A400M. Más tarde, en el Ministerio de Defensa echaron cuentas y concluyeron que no alcanzaba el presupuesto para ponerlos en servicio todos. Ahora desde Airbus se habla de un desarrollo posterior del A400M y ya hay indicios de que podría desarrollarse y producirse en Francia.

La recuperación postpandémica ha acelerado las tendencias desglobalizadoras que empezaron a revertir la desindustrialización en forma de deslocalización a Asia. Bajo la idea de asegurar las cadenas logísticas y contar con una base industrial local que haga a los países occidentales más resilientes, se refuerzan los programas de reindustrialización y el proteccionismo.

El sector de la defensa no sería ajeno a esos procesos. Además, en el caso de España tenemos que el presidente del Gobierno anunció durante una entrevista de televisión el pasado 14 de marzo que pretendía alcanzar el objetivo establecido por la OTAN de septiembre de 2014 de alcanzar un gasto de defensa equivalente del 2% del PIB. Ya hay previsiones de que ese margen de crecimiento se aproveche para impulsar la industria española. Esas son algunas batallas que le esperan a Indra, no el recuento de votos.