La vida fuera de Ucrania

Los ciudadanos de la UE no quieren participar en la guerra y no quiere sufrir los inconvenientes de un conflicto que lo máximo que le puede perjudicar es suba el precio de la luz

Uno de los grandes gestos de los países que participan con sus pabellones en la Bienal de Venecia del 2022 ha sido donar el coste de sus tradicionales fiestas de presentación a Ucrania. La donación no ha impedido celebrar las clásicas fiestas del arte contemporáneo pues, finalmente, han sido pagadas por las galerías y los propios artistas.

En fin, la vida sigue igual fuera de Ucrania. Emmanuel Macron ha vuelto a detener a Marie Le Pen aunque con menor distancia que en las anteriores elecciones. En Francia, la vida también sigue igual y muchos franceses votantes de Le Pen prefieren ahora destinar sus esfuerzos a defender a Francia y fortalecer su debilidad ante los inmigrantes que mantenerse fuertes ante la Rusia de Putin.

España sigue también con sus cosas, centradas en el espionaje a políticos independentistas y las escuchas ilegales al Presidente de la Federación Española y a Gerard Piqué. Italia sigue soñando en moderar a su derecha y reconstruir su izquierda. La vida fuera de Ucrania sigue igual.

Hay más muertos, más destrucción, más afán de conquista ruso, más cansancio de la opinión pública en relación al conflicto y más acciones frívolas en favor de Ucrania, tanto desde el ámbito público como en el privado. La deseada victoria de Macron certifica que el mundo sigue girando alrededor de una falsa sensación de inestabilidad y moderación. Los ciudadanos europeos prefieren despertase con un croissant y la guerra que con solo guerra y sacrificios.

A medida que el conflicto entra en una fase de atonía comunicativa, algo que ya empieza detectarse, más lejos queda Ucrania del mundo. Un conflicto largo y enquistado perjudica a Rusia pero no beneficia en ningún caso a Ucrania. Una salida negociada del territorio de Ucrania con Rusia no beneficia a Ucrania pero tampoco queda claro que sea el escenario y el objetivo deseado de Putin. Los únicos que parecen haber resuelto las dudas es la Unión Europea. Su ciudadanía no quiere participar en la guerra y no quiere sufrir los inconvenientes de un conflicto que lo máximo que le puede perjudicar es suba el precio de la luz. La vida fuera de Ucrania sigue avanzando sin demasiados sobresaltos