Las cuentas de Pedro Sánchez son un cuento

En un ejercicio de cortoplacismo exacerbado, PSOE y Podemos están dispuestos a tirar la casa por la ventana para comprar votos y mantenerse en el poder

Nadie se cree las cuentas públicas del Gobierno salvo el propio Gobierno. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 es puro papel mojado.

Lo grave ya no es que PSOE y Unidas Podemos pretendan disparar el gasto de forma irresponsable o que machaquen a impuestos a empresas y familias en el peor momento posible, en medio de la mayor crisis económica desde la Guerra Civil, sino que las cifras que incluye dicho proyecto son, simple y llanamente, irreales, garantizando con ello el incumplimiento de los objetivos marcados.

Pedro Sánchez y sus ministros recibieron un baño de realidad la semana pasada tras el análisis efectuado por el Banco de España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y la Comisión Europea, ya que, uno por uno, tumbaron por completo las previsiones sobre las que se sustentan los Presupuestos del próximo año.

El Ejecutivo confía en que la economía española crecerá un 9,8% en 2021, gracias en parte a la llegada de 27.000 millones de euros procedente de Europa en forma de subvenciones a fondo perdido.

Y ese 9,8% es la cifra mágica que permite sostener al Gobierno que la recaudación alcanzará un volumen récord para, de este modo, poder financiar parte de su disparatado aumento del gasto, del 25% interanual sin tener en cuenta los fondos europeos, al tiempo que el déficit público se reduce al 7,7% del PIB y la deuda se contiene en el 117%.

El Banco de España, por el contrario, estima que el crecimiento apenas rondará el 4% como consecuencia de los rebrotes y la aplicación de nuevas restricciones para frenar el ritmo de contagios.

La prudencia es una virtud siempre y en todo lugar, también en materia presupuestaria

Además, el gobernador de dicha institución, Pablo Hernández de Cos, afirma que las subidas fiscales dañarán la recuperación y que el fuerte incremento del gasto, con pensiones y sueldos públicos incluidos, es una grave irresponsabilidad. Como consecuencia, es muy posible que la tasa de paro acabe superando el 20%, el déficit se acerque a los dos dígitos y la deuda repunte hasta rozar el 130% del PIB.

La AIReF tampoco se queda atrás en sus críticas, puesto que rebaja la previsión de crecimiento a una horquilla que va del 4 al 7%, sin contar los fondos de la UE, mientras advierte de que la recaudación estimada por el Gobierno está inflada en un mínimo de 9.000 millones de euros.

Si a todo ello se le suman las nuevas proyecciones económicas de la Comisión Europea, que sitúan España como el país de la UE más golpeado por la crisis, el panorama no puede ser más preocupante. Bruselas calcula que el PIB tan sólo crecerá un 5,4% en 2021, con un déficit del 9,6% y una deuda superior al 120%, y que la economía nacional no recuperará el nivel de riqueza previo a la pandemia hasta 2023, como mínimo.

Resulta imposible adivinar el futuro y, de hecho, es muy probable que estas y otras muchas previsiones no se acaben cumpliendo del todo, pero lo que no tiene ningún sentido es elaborar unos Presupuestos tomando como base el escenario más optimista posible, que es justo lo que ha hecho Sánchez.

La prudencia es una virtud siempre y en todo lugar, también en materia presupuestaria, puesto que evita la aparición de desvíos imprevistos, pero este, por desgracia, no es el caso del actual Gobierno. En un ejercicio de cortoplacismo exacerbado, PSOE y Podemos están dispuestos a tirar la casa por la ventana con el único fin de comprar votos para mantenerse en el poder.

No hay duda de que los excesos de hoy pasarán una costosa factura mañana.