Las ‘meigas’ aparecen en la banca gallega
Buena parte de los grandes expertos y analistas internacionales convienen en señalar que la cuenta de resultados de los bancos que dependen de la economía española difícilmente puede mejorar de forma significativa. Las entidades financieras nacionalizadas, como Bankia, necesitan hacer esfuerzos descomunales para recomponer su figura, maltratada por los avatares políticos.
Y, en medio de este panorama, el banquero venezolano Juan Carlos Escotet, presidente de Banesco Grupo Internacional, ha demostrado ser un “mago de las finanzas”. Ha convertido a la antigua Novagalicia y ahora Abanca en una máquina de beneficios: 313,9 millones de enero, tras impuestos, al finalizar el primer semestre, pocos meses después de hacerse con la propiedad de la entidad.
Escotet se hizo, contra pronóstico y mediante subasta, con la propiedad de NCG, tras suculentas inyecciones de capital por parte del Estado –cerca de 9.000 millones de euros– por una cantidad que muchos consideraron ridícula y que superaba por muy poco los mil millones de euros, lo que le permitirá casi solo con los beneficios del primer año hacer frente al pago de la primera parte de lo que tiene que devolver al Frob.
El beneficio, obtenido y presentado oficialmente, trae de cabeza a los analistas y da la razón a los críticos que mantenían la idea de que NCG fuera vendida en su totalidad por tan exiguo precio, lo que permitiría que el primer pago de la devolución fuera efectuado casi con lo que se ha ganado en solo seis meses.
¿Magia o pelotazo? Esa pregunta está en boca de los expertos financieros que no creen en milagros y que recuerdan que hace pocos meses, en la presentación de Abanca, su consejero delegado anunció que el año se cerraría con 150 millones de beneficio antes de impuestos. Ahora y antes de impuestos, esa cifra supera los 440 millones de euros, cantidad que triplica las previsiones avanzadas y que comparada con el ejercicio anterior, cuando estaba gestionada por el Fondo de Ordenación Bancaria, debería sonrojar a más de uno.
En 2013 la entidad ganó solo 47 millones. El otro banco español de Escotet, Etcheverria, con el que Abanca se fusionará a finales de año, ganó en este tiempo unos exiguos 4,2 millones de euros.
Las explicaciones a tan sorprendentes desviaciones en las previsiones merecerían convertirse en un case study de cualquier universidad norteamericana. La magia también parece haber incidido en la gestión y en el fortísimo plan de ajuste en donde se mezclan la contención de costes, la mejora de los depósitos, la caída del margen de intereses, la reducción de crédito, la extraordinaria mejora de capital bueno y la venta de participadas.
Aunque en este último caso, no se puede olvidar que, pese a los intentos de algunas entidades financieras de presentar algunas de las operaciones más sonadas como plusvalías, muchas de estas operaciones se han tenido que realizar con minusvalías sobre el precio de compra de los activos. El hecho de que los hubiera provisionado en su día les permite venderlos de cara a la opinión pública con beneficio. Pero no deja de ser un engaño que solo se puede esconder tras las fuertes inyecciones de capital público realizadas y que el Estado no recuperará, pero sí que lo hará por él, el mago venezolano.