Una legislatura que avanza hacia la autocracia
La lista de casos abiertos en los tribunales es tan larga que imposibilita que Sánchez pueda salir a la calle sin miedo a ser duramente increpado
Ocurre que los tics más autoritarios suelen aparecer muchas veces en personas aparentemente fuertes, cuando la dura realidad les obliga a afrontar situaciones en una clara posición de debilidad. Se sienten tan incapaces de abrirse al diálogo y al debate, por miedo a perderlo, que acaban imponiendo su criterio de una manera tajante y sin disimulo. Y aunque esto, en teoría, no puede ocurrir en los regímenes democráticos, en algunos casos la ley permite llegar a tales extremos que la ciudadanía comienza a tener serias dudas de si su país vive en una autocracia o bajo la aplastante decisión de la mayoría.
Se cumplen ahora dos años de las elecciones municipales y autonómicas de 2023, un hito que marca el ecuador de la legislatura del Gobierno de Pedro Sánchez, que, más allá de los logros políticos que haya podido conseguir, destaca por ser el que más reales decretos-leyes (una herramienta constitucional reservada para casos de “extraordinaria y urgente necesidad”) ha promulgado. Se calcula que, hasta la fecha, son 155, lo que convierte a este Gobierno en el único que, en democracia, ha promulgado más decretos-leyes (69 %) que leyes aprobadas durante su mandato.
Es el reflejo de un Ejecutivo débil, atrapado en una evidente fragilidad parlamentaria, fruto tanto de las tensiones y exigencias de sus socios como de los escándalos de corrupción que afectan al entorno más próximo del presidente y su familia. La lista de casos abiertos en los tribunales es tan larga que imposibilita que Sánchez pueda salir a la calle sin miedo a ser duramente increpado.
No es de extrañar que, mutatis mutandis, sean cada vez más fuertes las tentaciones de prescindir del Parlamento como lugar de debate de cuestiones que afectan al interés colectivo de los españoles. Sobre todo si la evidencia de cosechar una derrota tras otra se convierte en un “vía crucis” que amenaza con prolongarse dos años más.
Esta debilidad, como decíamos al principio, está generando tics autocráticos cada vez más preocupantes en este Gobierno, que se suman a la incapacidad de llevar a cabo acciones de gobierno por la ausencia de Presupuestos Generales del Estado para 2025. La prórroga de las cuentas de 2023, justificada desde Moncloa por un crecimiento económico sostenido, no oculta la realidad: la incapacidad de Sánchez para articular una mayoría parlamentaria estable.
Esta debilidad está generando tics autocráticos cada vez más preocupantes en este Gobierno
Esta debilidad parlamentaria es también el origen del proceso de “colonización” que sufren muchas instituciones del Estado, utilizadas como escudos protectores al estilo de la “formación en testudo” o “táctica de la tortuga”, que empleaban las legiones romanas para avanzar contra el enemigo. Organismos como el CIS, RTVE, EFE, el Tribunal Constitucional y la Fiscalía General, así como los controvertidos nombramientos en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, no son sino un intento de erosionar la separación de poderes para tratar de blindar a Sánchez en su obsesión por agotar la legislatura a base de agotarnos a todos los españoles.
Los “logros” en lo que llevamos de legislatura se deben, en muchos casos, a las presiones y exigencias de quienes mantienen a Sánchez en la Moncloa. Es el caso de la ley de amnistía, una cesión al independentismo catalán que no ha servido para resolver un problema que sigue vivo, con Puigdemont aún fugado y sometiendo al Gobierno al dictamen de sus siete votos.
Otro tanto ocurre con la revalorización de pensiones conforme al IPC y la mejora de las pensiones mínimas; el avance en la digitalización de la Administración Pública y el compromiso para reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales y aumentar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) al 60 % del salario medio. Son también algunas de las medidas “estrella” que sirven a Sánchez para garantizarse el apoyo de Sumar, cada vez más débil y condicionado por Podemos.
El aumento del gasto en rearme que exige la UE augura un incremento de la tensión con la izquierda más radical para los próximos meses. No perdamos de vista la cumbre del Consejo Europeo que en junio deberá abordar este tema y en el que Sánchez tendrá que retratarse. Pero, lejos de buscar el consenso y el acuerdo parlamentario con el principal partido de la oposición y ganador de las elecciones, el presidente del Gobierno preferirá alimentar la crispación y la polarización.
Puede que la legislatura penda de un hilo, pero Sánchez sabe moverse en ese escenario como pez en el agua. Es el mejor contexto para un autócrata.