Imaginando escenarios

La frágil situación política del gobierno ha puesto en marcha todo tipo de especulaciones sobre cómo será el comienzo de esta nueva etapa

Cuando la opinión pública percibe que se acerca el final de un período político, todo el mundo intenta descifrar las bases sobre las que se asentará y desarrollará el nuevo periodo. La frágil situación política del gobierno ha puesto en marcha todo tipo de especulaciones sobre cómo será el comienzo de esta nueva etapa. Se especula con la posibilidad de que el PP pueda gobernar en solitario, que deba hacerlo con la ayuda de Vox o que se vea en la tesitura de asumir un gobierno de coalición de derechas en el que Vox tenga gran cuota de poder político.

Para muchos, no cabe otra posibilidad que la de una nueva etapa política sustentada en un gobierno fuerte de derechas, capaz de dejar atrás la agenda de la izquierda y el independentismo. Frente a la visión del inevitable ascenso de una derecha aún más conservadora, también se abre paso la idea de que, gobierne quien gobierne, deberá asumir muchos de los postulados de Vox, incluso si dicha formación no entra formalmente en el gobierno.

Esta visión política extiende la idea de que esta nueva etapa ya no puede basarse en un simple cambio de gobierno, sino que debe emprender una auténtica agenda de derechas, capaz de propiciar un profundo cambio social, cultural, económico y político en España. Bajo la óptica del cambio inevitable hacia una derecha sin complejos, todo apunta al nacimiento de un nuevo periodo político que converge con la Europa liderada actualmente por gobiernos de derechas y de extrema derecha.

Se perfila así un escenario político en el que no se contempla la aparición de actores con capacidad de moderación dentro del PP y el PSOE que puedan poner en riesgo el cambio deseado. Nadie parece esperar que el PP y el PSOE busquen centrar sus propuestas para matizar o contener a sus extremos.

Nadie parece esperar que el PP y el PSOE busquen centrar sus propuestas para matizar o contener a sus extremos

Sería lógico pensar que la necesidad de preservar el bipartidismo en España llevara a los dos principales partidos a concentrar esfuerzos en construir una propuesta más moderada, abierta y conciliadora, capaz de captar el voto más centrado y apostar por una oferta política que permita a las izquierdas y a las derechas moderadas moverse dentro de marcos que eviten políticas de confrontación, impulsando cambios bajo el mayor consenso político posible.

Esta posibilidad, que hoy parece improbable debido a la corrupción que debilita al PSOE y al PP, a la influencia de Vox en determinados debates – como el de la inmigración – o al papel de Sumar y Podemos en la radicalización de la agenda social, podría, dentro de unos meses, convertirse en una salida viable; una salida que permitiría a PP y PSOE no quedar atrapados en las propuestas de ideologías políticas extremas. Lo más curioso del momento político actual es que muchos actores desean un final accidentado, duro y difícil para Pedro Sánchez, no solo para verlo caer, sino porque, cuanto más dura sea su caída, más difícil será restablecer la dinámica bipartidista en España y, por fin, llegará el cambio anhelado.

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