Lo de Pedro Sánchez no es un golpe de Estado

Lo de Pedro Sánchez no es un golpe de Estado, no lo necesita. Lo suyo es el ensayo de una democracia iliberal cuyo objeto es iniciar un proyecto deconstituyente

No se equivoquen. Lo de Pedro Sánchez no es un golpe de Estado –no lo necesita-, sino un ensayo de democracia iliberal cuyo objeto no es otro que el de iniciar un proyecto deconstituyente que conduzca a una república plurinacional. Vayamos por partes.

En 1997, en la revista de política internacional Foreign Affairs, Fareed Zakaria –economista, politólogo y periodista que colabora también en Newsweek, Time, The Whashington Post y la CNN– publicó un artículo que, todavía hoy, es un punto de referencia. Título del artículo: The Rise of Illiberal Democracy. Vale decir que existe una versión en lengua castellana con el título El surgimiento de las democracias no liberales, publicada en 1998 por Política Exterior

Las componendas entre Pedro Sánchez y ERC me hicieron pensar en Fareed Zakaria y su artículo sobre las democracias iliberales. Cogí un folio e hice un par de listas. En la primera, resumí algunas de las ideas del indo-estadounidense. En la segunda, enumeré algunas de las decisiones tomadas por Pedro Sánchez. Finalmente, llegué a una conclusión. 

Primera lista: lo que dice Fareed Zakaria

1. Citando a Samuel P. Huntington, el politólogo señala que “las elecciones, abiertas, libres y justas, son la esencia de la democracia, el inevitable sine qua non. Los gobiernos producidos por elecciones pueden ser ineficaces, corruptos, miopes, irresponsables, dominados por intereses creados e incapaces de adoptar la política que exige el bien público. Esas cualidades hacen que tales gobiernos sean indeseables, pero no los hacen dictatoriales”. 

2. Sostiene Fareed Zakaria que “por descontado, las elecciones deben ser abiertas y justas, y esto requiere alguna protección para la libertad de expresión y de reunión. Pero ir más allá de esta definición minimalista y calificar de democrático a un país solo si garantiza un amplio catálogo de derechos sociales, políticos, económicos y religiosos convierte la palabra ‘democracia’ en una enseña de honor más que en una categoría descriptiva”

3. Afirma Fareed Zakaria que “el liberalismo constitucional se centra en la limitación del poder, la democracia en su acumulación y uso. Por esta razón, muchos liberales de los siglos XVIII y XIX vieron en la democracia una fuerza que podría minar la libertad”. Dicho lo cual, el politólogo saca a colación una par de citas: “el peligro de opresión” de la “mayoría de la comunidad” (James J. Madison) y “la tiranía de la mayoría” (Alexis de Tocqueville).

4. Observa Fareed Zakaria que  “la tendencia de los gobiernos democráticos a creer que tienen soberanía (es decir, poder) absoluta puede dar origen a la centralización de la autoridad, a menudo por medios extraconstitucionales y con resultados siniestros”. 

5. Constata Fareed Zakaria que “a lo largo del último decenio [la década de los 90 del siglo pasado], gobiernos elegidos que pretenden representar al pueblo han usurpado sistemáticamente los poderes y derechos de otros elementos de la sociedad, usurpación que es tanto horizontal (de otras ramas del gobierno nacional) como vertical (de autoridades regionales y locales, así como de empresas privadas y otros grupos no gubernamentales)”.

6. Deduce Fareed Zakaria que “las democracias no liberales obtienen legitimidad, y por lo tanto la fuerza, por el hecho de que son razonablemente democráticas”.

7. Concluye Fareed Zakaria que “el peligro mayor que plantean las democracias no liberales –aparte del que representan para sus propios pueblos– es que desacreditan a la propia democracia liberal, proyectando una sombra sobre la gobernación democrática”. 

8. Concluye también Fareed Zakaria que “cada oleada de democracia ha precedido a retrocesos en los que se ha considerado inadecuado el sistema y ambiciosos jefes e inquietas masas han buscado nuevas alternativas”. Cosa que suele ser “aprovechado por demagogos, muchos de los cuales fueron inicialmente populares e incluso elegidos”. 

Segunda lista: las decisiones tomadas por Pedro Sánchez

1. La concesión de unos indultos que no casan con “la utilidad pública” que señala la Ley. 

2. La modificación –por tres veces en un corto espacio de tiempo- de la Ley Orgánica del Poder Judicial para ganar el embate planteado al órgano de gobierno de los jueces. También, para obtener una mayoría progresista en los Altos Tribunales y así no recibir un nuevo revolcón como el que le propinó el Tribunal Constitucional al declarar inconstitucional el estado de alarma. Todo ello, por la vía rápida de la proposición de ley, sin discusión parlamentaria, rechazando los informes de los letrados del Congreso, y sin ningún informe previo. Nota: el mandato de los magistrados del Tribunal Constitucional nunca caduca, a lo sumo está prorrogado.

3. Una modificación ad hoc y ad hominem del Código Penal –los tipos penales de sedición y malversación- que raya el denominado derecho de autor que no penaliza los hechos cometidos, sino a las personas –un tipo penal a la carta y a la baja: un uso alternativo del derecho en beneficio de determinados intereses- que lo han cometido. 

4. El reiterado uso del nepotismo partidista por lo que al nombramiento de cargos –por ejemplo, la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Constitucional- se refiere.

Pedro Sánchez y la patente de corso

Las dos listas –la de Fareed Zakaria y la de Pedro Sánchez- casan. En ambas se perciben los intereses creados del político, la apuesta por la apropiación o colonización del Estado, el asalto y deslegitimación de las instituciones, el deseo de desmantelar y desarmar el Estado, la eliminación de los controles y contrapesos propios de toda democracia, el cuestionamiento de la división de poderes y la aparición de un autoritarismo –también, populismo y demagogia- rampante. 

Todo ello, para implementar un proceso deconstituyente. Insisto. No se equivoquen. Lo de Pedro Sánchez no es un golpe de Estado. No lo necesita. Lo suyo es el ensayo de una democracia iliberal; es decir, una democracia débil y disminuida que propicie el fin de los consensos de la Transición y la derogación de la Constitución de 1978.

Un proceso deconstituyente que cuenta con la inapreciable colaboración  de quienes manifiestan la voluntad de quebrar la unidad de la Nación y sustituir la Constitución de 1978. ¿Acaso una democracia iliberal que facilite la renovación del mandato electoral de Pedro Sánchez con los votos imprescindibles de ERC y asimilados? Efectivamente. Pero, hay algo más: Pedro Sánchez –la irresponsabilidad sin escrúpulos de quien habla del “atropello de la derecha política, judicial y mediática” que se completa con el “toque” a los tribunales del Patxi López y el “golpe de los togados” de Felipe Sicilia– busca la patente de corso que nunca le daría la full democracy o democracia completa. Eso es todo. 

Hay que consolidar la democracia

De nuevo Fareed Zakaria: “hoy, frente a un difundido virus de antiliberalismo…  [hay que] consolidar la democracia donde ha arraigado y estimular el gradual desarrollo del liberalismo constitucional… la democracia sin liberalismo constitucional no solo es inadecuada, sino peligrosa, y lleva consigo la erosión de la libertad, el abuso del poder, la división étnica… nuestra tarea es hacer a la democracia segura para el mundo”. También, en España.