Los bancos imponen la opacidad en Metrovacesa

¿Han visto las cuentas anuales presentadas por Metrovacesa correspondientes al ejercicio 2012? Pues guárdenlas, si quieren, porque serán las últimas de las que tengamos cumplida referencia.

Es una de las consecuencias de la OPA de exclusión presentada por BBVA, Santander, Popular y Sabadell. En cuanto la CNMV la autorice, una vez admitida a trámite el pasado 14 de febrero, la inmobiliaria pondrá fin a seis décadas de andadura en los mercados bursátiles, y esos bancos ya no tendrán que dar puntual información de la gestión diaria. Ni hechos relevantes, ni información periódica trimestral, ni nada de nada.

Así pues, los casi 270 millones de pérdidas registrados en 2012 y una deuda financiera que, lejos de reducirse, aumenta hasta los 5.106 millones, serán los últimos datos de los que tengamos cumplida constancia. A partir de ahora, el que quiera saber más de las compras, ventas y demás operaciones que realicen en Metrovacesa las entidades financieras –acreedoras y también deudoras como accionistas–, tendrá que obtenerlas una vez que se efectúe el depósito de cuentas en el Registro Mercantil. Ya saben, a lo largo del año siguiente al cierre del ejercicio precedente.

Solo oficiosamente y a través de terceros nos enteraremos de cuestiones tan interesantes como, por ejemplo, la previsible venta del millón de metros cuadrados que Metrovacesa tiene en el madrileño Ensanche Norte de Alcorcón, el ámbito donde Sheldon Adelson pretende desarrollar el complejo Eurovegas.

Tampoco tendremos constancia, como recogía el último informe de gobierno corporativo, de esas múltiples operaciones cruzadas que Metrovacesa realizó en 2012 con sus accionistas (o sea entre ellos) por casi 1.900 millones de euros, transferidos desde la matriz o entidades del grupo a los cinco accionistas significativos. O sea, los cuatro bancos referidos al principio más Bankia. La entidad nacionalizada apoya la OPA pero no la financia, corriendo las otras cinco entidades con la parte que hubiera tenido que aportar el grupo presidido por José Ignacio Goirigolzarri.

Y así, una tras otra. Tendrá Metrovacesa, la más grande inmobiliaria de España –con el permiso ahora de la Sareb, el banco malo–, el nivel informativo que tiene, por ejemplo, El Corte Inglés. O sea ninguno.

Lo que los bancos han buscado con la exclusión de Metrovacesa de los mercados es ahorrar los costes que supone para una empresa estar cotizando y evitar la penalización del mercado sobre las empresas del sector inmobililario. Gastos excesivos e innecesarios para un valor que cuenta con un mínimo porcentaje de free float y, por tanto, con escaso volumen de negociación.

Esa es la razón oficial. Detrás están los intereses de cada uno de los accionistas y las dudas sobre la futura presencia de Bankia en el accionariado tras la necesaria desinversión en activos no estratégicos –y este es uno de ellos– que debe acometer para cumplir con los requerimientos que lleva aparejados la ayuda financiera recibida.

Y sobre todo, a la vista de la fuerte prima que se pagará por cada acción, la vía que se abre para que se puedan transmitir, cuanto antes, activos y créditos de Metrovacesa a la Sareb. De esta manera, los bancos accionistas sacarían de sus balances los préstamos que tienen concedidos a la inmobiliaria y los endosarían al banco malo. Todo a cambio de una minucia, la de abonar 100 millones de euros por ese 4% que todavía cotiza en Bolsa.

Todo un tinglado para el que mejor no contar con la luz que supone tener que rendir cuentas permanentes a la CNMV. Si una empresa cotiza en Bolsa es necesario que todo pase por la junta de accionistas y comunicar todos los cambios que se registren. Si no lo hace, todo resulta mucho más sencillo. Se ahorra tiempo, todo se acelera y, además, nadie se entera.