Los ‘reyes del juego’ se forran gracias a Artur Mas
El parlamento catalán va a debatir una reforma de la fiscalidad que se viene aplicando al juego. Entre otras medidas, el Govern incluye una drástica rebaja de impuestos a los casinos abiertos en Catalunya. La iniciativa es un traje a la medida de BCN World, el nonato complejo de juego y ocio que se pretende erigir sobre predios contiguos a Port Aventura. Entre sus promotores descuella el especulador valenciano Enrique Bañuelos. A éste se le conoce, sobre todo, porque años atrás fundó la inmobiliaria Astroc, que durante la fiebre del ladrillo de la pasada década llegó a escalar cotizaciones delirantes.
Astroc fue la primera que pinchó. En un abrir y cerrar de ojos se hundió hasta simas insondables. Pero ello no fue óbice para que Bañuelos amasara una copiosa fortuna, de tamaño directamente proporcional a la ruina que experimentaron decenas de millares de inversores embarcados en Astroc. De ahí que su presencia en BCN World le erice los pelos a más de uno. Muchos observadores barruntan que la permanencia de este personaje en el macro-proyecto tarraconense tiene fecha de caducidad. Sospechan que a la primera oportunidad que se le presente, propinará el consabido pelotazo y dará el pase de sus acciones al mejor postor.
La draconiana poda fiscal que el Gobierno de Artur Mas quiere dispensar a los casinos de BCN World significa que pasarán a estar gravados con un tipo máximo del 10%. Se trata de un auténtico chollo, pues los tramos actuales pueden alcanzar hasta el 55% de los ingresos.
La cacicada del Govern es un formidable regalo a Bañuelos y sus socios, pero nadie duda de que también se hará extensivo a los otros cuatro casinos de Catalunya. Es decir, el de Lloret, que tiene de principal titular a Juan Lao Hernández, ex socio de Cirsa; y los de Peralada, Barcelona y Tarragona, liderados por Arturo Suqué por medio del consorcio Inverama.
La fiscalía acusó al grupo Suqué, hace bastantes años, de financiar bajo cuerda con 3.000 millones de pesetas a Convergència Democràtica de Catalunya, el partido de Jordi Pujol, mediante facturas falsas por servicios que nunca llegaron a prestarse. La justicia consideró a la sazón “razonablemente” probada la oculta lubricación, pero exoneró a sus responsables arguyendo que en la época en que aquella ocurrió no estaba todavía tipificada en el Código Penal.
En resumen, la iniciativa legislativa del inenarrable Artur Mas viene a beneficiar escandalosamente a unos pocos grupos empresariales. Esta misma semana, Jaume Llopis, profesor del Iese, tildaba el apaño de “vergonzoso” y se lamentaba de que en vez de apoyar a los autónomos y las pymes, el Gobierno catalán aliente la ludopatía.
El máximo contribuyente
El conglomerado de ocio y juego más importante de Catalunya desde tiempo inmemorial es Cirsa, propiedad de Manuel Lao Hernández, hermano mayor del antes citado Juan. Cirsa, con sede en Terrassa, emplea a 12.600 personas. En la cúpula del entramado corporativo figura la sociedad holding Nortia Business Corporation, con cuartel general en la calle Consell de Cent, de Barcelona.
De Nortia cuelgan, como un racimo de uvas, varios grupos y subgrupos empresariales que engloban 350 compañías sitas en España, Europa, Iberoamérica, más alguna en Corea y Sudáfrica.
Cirsa encierra una particularidad digna de mención. Se trata del grupo español que más dinero paga al Erario en términos relativos. Por tasas sobre el juego, el pasado año satisfizo 454 millones de euros. Añádanse 54 millones en concepto de impuesto de sociedades y otros 49 millones por seguros sociales y resulta que Nortia desembolsó el pasado ejercicio la friolera de 557 millones por tributos y gabelas de todo género.
Dicho guarismo adquiere toda su dimensión al compararlo con la cifra de negocio consolidada de Nortia, que se situó en 1.442 millones, tras subir un 6%. Los ingresos procedentes del extranjero siguen escalando cotas y han pasado de representar el 50% al 55%. La gestión y explotación de máquinas tragaperras aportó el 40% del giro, los casinos de América el 29%, y los bingos el 24%. El resto procede de la venta de máquinas “tragaperras» y del arrendamiento de su flota de aviones privados.
Nortia contabilizó un flujo de caja de 161 millones y un resultado neto positivo de 1,1 millones. En el pasivo sobresalen varias baterías de bonos, que viene utilizando desde hace años para financiar sus actividades y su expansión. Las emisiones vivas ascienden a 640 millones y devengan un interés del 8,75%.
En resumidas cuentas, Cirsa y los restantes señores del juego en Catalunya tienen motivos sobrados para descorchar el champán de las grandes celebraciones. La llegada a estas tierras del tiburón Bañuelos va a significar para todos ellos, si nadie lo remedia, un maná llovido del cielo.