Los visados científicos y la competencia por el talento

Conviene preparar las bases para hacer de nuestro país un entorno atractivo en la batalla por la captación de talento

Cualquier economía que no quiera verse orillada a largo plazo por el imparable proceso de revolución científica y tecnológica, requiere necesariamente de la contribución de inmigración laboral, especialmente joven y cualificada.

La adaptación de la oferta laboral al cambio tecnológico requiere cambios educativos y formativos de calado. En el corto plazo, sin embargo, la transformación de la economía española hacia un patrón competitivo solo podrá ir de la mano de importantes flujos de profesionales cualificados.

La inmigración contribuye a la innovación y el emprendimiento, elevando la productividad y el potencial de crecimiento económico en el largo plazo (Peri et al., 2015; Aleksynska y Tritah, 2015). La llegada de flujos migratorios en las últimas décadas ha impactado de forma positiva no sólo en economías más desarrolladas sino también en las economías del sur de Europa, donde el crecimiento del PIB, entre 1990 y 2014, habría sido entre 20 y 30 puntos más bajo en todo el período si no se hubiera contado con la población inmigrante (Goldman et al 2018).

La transformación de la economía española hacia un patrón competitivo solo podrá ir de la mano de importantes flujos de profesionales cualificados

Por otro lado, en el caso de España, existe otro factor que condiciona la dependencia de la migración cualificada a corto plazo: el reto demográfico. Ante la previsible reducción de la población nativa en edad de trabajar y una población muy envejecida, España necesitará recibir importantes flujos migratorios.

La abolición de fronteras interiores gracias a la consolidación del Espacio Schengen, así como el desarrollo del Código Común de Visados aprobado en 2010, han permitido un logro clave para la Unión Europea: la sustitución de la amalgama de reglas que regían las políticas de visados por condiciones comunes, coherentes y simplificadas.

En la misma línea, la trasposición a la legislación española de dos directivas europeas −el visado científico o de investigación y la Blue Card de la UE− han facilitado en cierta medida la entrada y circulación de personal investigador extracomunitario a nuestro país. Sin embargo, el movimiento de estos profesionales, y en consecuencia su actividad laboral, están aun claramente desincentivados por las estrictas medidas de control de fronteras y por los largos y tediosos procedimientos para obtener el visado y autorización de residencia temporal y trabajo – recomiendo este vídeo del webinar organizado por el Instituto Ostrom.

Además, la ambigüedad en la motivación de las denegaciones sigue siendo una fuente de incertidumbre para los solicitantes. La experiencia española muestra que las apelaciones a la autoridad administradora de la denegación suelen ser lentas y que, rara vez, suponen una revocación de la decisión inicial. Además, el coste de recurrir estas decisiones sigue siendo desproporcionado.

Emerge un nuevo escenario de la globalización del mercado del talento. Ciudades, países y universidades están inmersos en una guerra por los cerebros de investigadores, empresarios y estudiantes a medida que el mundo emerge a trompicones de la pandemia. Estimulados por la necesidad de estar a la vanguardia de las nuevas tecnologías, una gran cantidad de países han presentado en los últimos meses nuevas campañas de reclutamiento académico y nuevos esquemas de visados científicos.

Ciudades, países y universidades están inmersos en una guerra por los cerebros de investigadores, empresarios y estudiantes

El Reino Unido post-Brexit, deseoso de seguir siendo atractivo al talento global, acaba de impulsar un nuevo visado para “individuos de alto potencial”, un esquema disponible para exalumnos de cualquier origen que hayan estudiado en las mejores universidades del mundo en los últimos cinco años. Canadá también ha establecido planes para ampliar su Programa de Cátedras de Investigación, que desde el año 2000 ha creado 2.285 cátedras.

Confrontación geopolítica con China

La confrontación geopolítica con China, agudizada durante la pandemia, también ha impulsado propuestas de reforma migratoria en los EE. UU. como “imperativo de seguridad nacional”. Un informe de 2021 sobre tecnología cuántica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología norteamericano señaló que aproximadamente la mitad de los investigadores en la materia son extranjeros. Sin embargo, bajo el sistema actual, un investigador postdoctoral indio que recibe una oferta de trabajo actualmente enfrentaría un tiempo de espera proyectado de 84 años para obtener la Green Card.

Finalmente, durante estos últimos años también se ha difuminado la separación tradicional entre la migración (en un solo sentido) y el viaje (que incluye el regreso) y aparecen nuevos perfiles como el del “nómada digital”, profesionales que eligen vivir en un país y trabajar en otro. Estos nuevos movimientos, que incluyen también estancias de investigación y sirven de base para el desarrollo de redes científicas, sociales y económicas de tipo transnacional, necesitan una política de visados más flexible y unas fronteras más permeables. Muchos destinos turísticos se reinventan para poner el foco en captar nuevos perfiles digitales. La fórmula preferida en países como Estonia, Croacia o Portugal, para legalizar el desembarco de estos profesionales ha sido la emisión de visados digitales, que permiten a su titular la residencia oficial en un país y el trabajo virtual en otro.

La pandemia ha cambiado drásticamente cómo, cuándo y dónde se realiza el trabajo. Conviene preparar las bases para hacer de nuestro país un entorno atractivo en la batalla por la captación de talento a medio y largo plazo. No podemos permitirnos dejar pasar este tren.