Madrileñofobia y el infierno fiscal del Componente 28

El infierno fiscal que quieren imponer Sánchez y Montero a los españoles precisa de una cabeza de turco para soliviantar previamente el debate territorial

Es sabido que el presidente del Gobierno es un crack de los eufemismos. Cualquier concepto queda emboscado si se utiliza un eufemismo amable: la nueva normalidad, el proyecto de país, la recuperación en “uve asimétrica”, la armonización, la España multinivel, etc. El eufemismo por antonomasia que utiliza la izquierda de nuestro país en materia tributaria es: la progresividad. Freír a los ciudadanos a impuestos no es freír a impuestos: es dotar al sistema tributario de mayor progresividad.   

En nombre de la progresividad, Sánchez y Montero, aunque nos dijeron que la reforma fiscal la dejarían para cuando se hubiera instalado la recuperación, ya han tocado al alza más de 11 figuras tributarias en los Presupuestos Generales de 2021.

Han aprobado 2 impuestos nuevos (Tasa Google y Tasa Tobin) y, por la vía de la Ley Antifraude, han incrementado también transmisiones patrimoniales, renta, patrimonio, sucesiones y donaciones imponiendo el valor de referencia para los inmuebles, han dado un hachazo a las herencias en vida e incrementado el impuesto a las primas de seguro. Menos mal que se ibna a esperar a que estuviera instalada la recuperación.   

En esta línea, el último eufemismo de la factoría Sánchez es el Componente 28 del Plan de Recuperación y Resiliencia bajo el título “Adaptación del sistema impositivo a la realidad del siglo XXI”. Es lógico, hay que llamarlo “adaptación del sistema fiscal al siglo XXI” para que suene moderno y deseable, porque si lo llamara como lo que es, por ejemplo: “Ley del Infierno Fiscal”, horrorizaría a todos.

Y, sin embargo, si uno lee los tres párrafos explicativos del Componente 28, queda muy claro que lo de la progresividad, la perspectiva de género, la protección de la salud, la conservación del medio ambiente y tal y tal como objetivos de la reforma fiscal refieren, en palabras de Lakoff, a marcos de izquierdas pero no deja de ser que en nombre de todo eso la que se nos viene encima en materia tributaria es de órdago.

Todo emboscado y nada claro porque lo único que queda claro, escrito blanco sobre negro, es la eliminación de la tributación conjunta en IRPF, pero eso ya se encargó Calviño de desmentirlo. Como para creer a Calviño con el historial de engaños de este gobierno. 

Por ello, no esperen un debate sosegado sobre las reformas que precisa nuestro sistema tributario -que las precisa- para favorecer el crecimiento y la generación de empleo más bien es de esperar que la “adaptación” sea subir todos los tributos con la quimera de obtener una recaudación extra con la que parchear las políticas de gasto público descontrolado.  

Nuestro sistema tributario lo primero que requiere es de crecimiento económico. Por eso, los países de nuestro entorno han bajado impuestos en esta situación de gravísima crisis derivada de un parón sin precedentes de la actividad económica para estimular el crecimiento y por eso aquí que no llega mientras se siguen haciendo políticas equivocadas.

Nuestro sistema tributario lo primero que requiere es de crecimiento económico. Por eso, los países de nuestro entorno han bajado impuestos

Es necesaria la reforma de nuestro sistema tributario para ampliar bases imponibles y que sean más los que contribuyan al esfuerzo de financiar unas políticas públicas ajustadas, dimensionadas, sin despilfarro y eficaces y no seguir extrayendo más y más esfuerzo fiscal a los mismos, a unas rentas medias depauperadas tras dos crisis intensas consecutivas para engordar la ineficiencia de la burocracia de la que no se obtiene retorno.

Hemos de diseñar un sistema fiscal que ayude a corregir los desequilibrios de nuestro mercado de trabajo. Por ello, ahora no es el momento de eliminar los incentivos a la contratación como propone Escrivá, sino de mantenerlos con mayor eficacia. Y hemos de hacer todo ello con todos. Con todos, también con todas  nuestras comunidades autónomas, porque ellas gestionan los principales servicios públicos de nuestro estado del bienestar.  

No es de recibo que Sánchez vaya de la mano de los que persiguen la separación territorial en las cesiones y, sin embargo, solo se dirija a los que creen en el proyecto común de país que compartimos para imponer sus tesis del infierno fiscal. ¿Quién se engaña cuando oye hablar a #EngañosMontero de armonización fiscal autonómica?

Nadie debería engañarse, la armonización fiscal en manos socialistas es siempre subida de impuestos, la armonización siempre la hacen por arriba, nunca para aliviar el infierno fiscal en el que ya han metido a los españoles. La armonización fiscal autonómica es el eufemismo para premiar a los malos gestores de las haciendas autonómicas que casualmente son los que sostienen a Sánchez en la mayoría precaria de gobierno. 

Sánchez un día se levanta federalista, otro de la España multinivel, a la media hora es de la nación de naciones pero, como se demuestra con el castigo fiscal que quiere imponer a Madrid, Sánchez en realidad ni llega a entender el estado de las autonomías ni respetar la autonomía financiera de éstas.

Como se demuestra con el castigo fiscal que quiere imponer a Madrid, Sánchez en realidad ni llega a entender el estado de las autonomías ni respetar la autonomía financiera de éstas

La descentralización del gasto autonómico conlleva correlativamente la corresponsabilidad fiscal por el lado de los ingresos, haciendo recaer en los responsables autonómicos la responsabilidad de solicitar a sus conciudadanos el esfuerzo fiscal necesario para sostener los servicios que se prestan ya que sino el despilfarro de algunos responsables autonómicos tiende a infinito. 

Imponer la armonización fiscal autonómica al alza es no entender el estado de las autonomías y es una mala idea como también es una ocurrencia imponer una tasa a los madrileños que compense al resto los beneficios de la capitalidad.

Resulta absurdo salvo que los autores de la iniciativa pretendan una tasa sobre la capitalidad en cada comunidad autónoma o provincia, cosa que evidentemente no propondrán porque la finalidad no es compensar el efecto capitalidad, sino atacar el concreto modelo de buena gestión de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid o el Moreno Bonilla, Feijoó, López Miras y Mañueco en sus comunidades autónomas. 

La finalidad no es compensar el efecto capitalidad, sino atacar el concreto modelo de buena gestión de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid

El infierno fiscal que quieren imponer Sánchez y Montero a los españoles precisa de una cabeza de turco para soliviantar previamente el debate territorial, de castigar a aquellos que no comulgan con el credo de Sánchez y por ello no le votan.

Este es el meollo de la cuestión: para no tener que explicar a los ciudadanos la falta de resultados de la gestión pública socialista, atacar permanentemente a los que creemos que una gestión eficaz de los asuntos públicos, que haga progresar a los ciudadanos, se hace con una tributación ajustada para generar crecimiento y crear empleo. Este va a ser también, en los próximos meses, el meollo del Componente 28 del Plan de Recuperación y Resiliencia. Y si no, al tiempo.