Menos PSOE pero más Sánchez

El revolcón sufrido por Iglesias favorece al inquilino de la Moncloa: no se atreverá a romper la coalición

Que el PSOE se haya salvado en el País Vasco es bueno para Pedro Sánchez, pero es todavía mejor, mucho mejor, que se haya hundido en Galicia. Sabido tiene este inquilino de La Moncloa, como no pocos de sus antecesores, que los presidentes autonómicos, al estar blindados, son los únicos del propio partido capaces de toserle a dos centímetros de la mascarilla.

Lo dicho vale incluso más para el jefe del partido que lidera la oposición. De modo que entre el brete de tener que haber elevado a la presidencia de Galicia a la líder del BNG o la bendición de contar a partir de ahora con un aliado objetivo en la labor de zapa bajo los pies de Casado, ya me dirán ustedes cuál tiene que ser la preferencia del felino Sánchez.

El mensaje del nuevo triunfo del gallego a su compañero de filas y, sin embargo, rival a abatir desde ahora mismo es bien claro: “Pórtate bien con Sánchez o el coco Feijóo te comerá”. Lo cual desdibuja el perfil político de Casado, ya de por sí poco nítido, al tiempo que estrecha sus márgenes de maniobra. Si se muestra destructivo y feroz, votos para Vox; si contemporiza, miedo a que le desautoricen desde Galicia.

La coalición con Podemos

En relación a la estabilidad, firmeza y durabilidad de su asiento presidencial, la doble jornada del domingo contribuye sin duda, y enseguida veremos que incluso más de lo que pueda parecer, a afianzarlas.

Estamos lejos pues de compartir los diagnósticos según los cuales el gobierno de coalición es más débil hoy que el sábado pasado o que Sánchez haya chamuscado. A poco que nos apeemos de la obviedad a primera vista y pasemos a calcular la segunda derivada concluiremos que, muy al contrario, en política como en la ruleta, lo que resta a los demás se lo lleva la banca.

Prosigamos la descripción de lo bien que le ha ido la jornada a Sánchez con el revolcón sufrido por su socio Pablo Iglesias. Eso sí fortalece a La Moncloa. Si hasta el momento, el número uno de Podemos (podemos menos que ayer y más que mañana) cacareaba de vez en cuando a partir de ahora puede seguir haciéndolo. Igual pero con una diferencia: Sánchez puede hacer oídos sordos con la certeza de que Iglesias no se atreverá a romper la coalición.

Podemos seguirá en al gobierno, qué duda cabe, sentados sus ministros como comensales, pero las raciones que van recibir serán muy inferiores a las que llenen los platos de los ministros socialistas, a condición de que mayor empeño consista en incrementar la gloria autocrática del presidente.

La alianza de PSOE y PNV

Por otra parte, si de algo entienden en el PNV es sobre la sede del poder y sobre los resortes que se deben manipular, siempre con cuidado, para sacar provecho. En este sentido, está más que asegurada la fidelidad de los del reforzado Urkullu a la hora de sumar mayorías en el Congreso. El precio, irrisorio, casi inexistente en público, mucho más elevado en la realidad.

Así funciona y así seguirá funcionando la asociación asimétrica entre PSOE y PNV. En el País Vasco, la pleitesía de los socialistas en las numerosas instituciones donde ejercen sin disgusto aparente la función de muleta de los nacionalistas se da por descontada, como un requisito previo, un mero trámite antes de emprender las verdaderas negociaciones, que versan sin tregua ni descanso sobre el incremento del autogobierno y la disminución de la llamada solidaridad interterritorial.

Sánchez, segunda parte

Amarrados con maromas de mayor calibre los votos de Podemos y PNV, Sánchez podrá seguir deshojando la margarita del apoyo restante con total impunidad. Por mucho que se proclamen incompatibles y se excluyan mutuamente como contrafuerte al PSOE, Inés Arrimadas y Oriol Junqueras no muestran la menor intención de avanzar hacia una situación límite o de ultimátum.

No sería pues de extrañar, como ya se va preanunciando, que unos capítulos de los presupuestos generales cuenten con el apoyo de Cs y otros satisfagan a ERC. Una vez superado, y ya verán que a la postre con nota, el cambio de rasante de las cuentas públicas, Sánchez cuenta con muchas posibilidades de enfilar la segunda parte de la legislatura con menos sobresaltos que los sufridos hasta el momento.

Que de la presente y severísima crisis salgamos mal o no menos mal parados no va depender de negociaciones y de pactos que emulen a los de La Moncloa o de transacciones entre rivales políticos en bien de todos sino del acierto o desacierto de quien ordena y manda, y más que va mandar, como si los socios fueran menores de edad y la oposición estuviera más encadenada que Segismundo.