Mercadona: elogio de la empresa
En un momento en el que la macro lo invade todo, en el que los informativos abren con la subasta de letras a 12 meses o de bonos a 10 años como si estuvieran hablando de la última película de Almodovar y en donde todo el mundo parece interesado por el diferencial con Alemania de nuestra prima de riesgo, como si en ello nos fuera la vida, el día a día de la empresa, protagonista real del devenir de un país, sigue su deambular entre la indiferencia de la mayoría social, como si se tratara de una cuestión menor como para ocuparse de ella.
Recientemente, Mercadona presentaba los resultados correspondientes al ejercicio 2012. En plena crisis, y con la que está cayendo, la compañía que preside Juan Roig demostraba, con sus datos, que es posible crecer a pesar del contexto actual y que igualmente es posible “contribuir a incrementar la riqueza y el equilibrio social de nuestro país”. Roig dixit.
Las cifras, desde luego, hablan por sí solas: 1.411 supermercados para incrementar su facturación un 7%, hasta los 19.077 millones de euros, y su beneficio neto otro tanto, hasta los 508 millones de euros; una inversión de 650 millones de euros y unos recursos propios, ahí es nada, de 3.018 millones de euros. Y todo ello, cabe decirlo, sin rastro de deuda en su balance.
Asegura el presidente de Mercadona que tales resultados son consecuencia de su modelo de negocio, de haber sabido aprender de los errores, como el que protagonizaron con sus cremas el pasado verano, y de ser capaces de tomar decisiones y reaccionar con agilidad. Seguramente, también tenga algo que ver la constante autocrítica que realiza la compañía, con un algo de falsa modestia cuando reconocen que “en Mercadona decimos que aún nos queda un 70% de mejora” y con mucho más realismo cuando igualmente dan a conocer el dato de rotación de su plantilla: el 3,8% en 2012, nada menos que 2.800 personas de las 74.000 que componen la compañía.
El apunte, que ha pasado desapercibido, no es cosa menor. Y no lo es porque en una empresa como Mercadona, en la que todos los trabajadores son fijos, se apuesta por la promoción interna y se cobran sueldos muy por encima de la media del sector (1.600 euros netos al mes un cajero incluidas las pagas por objetivos), que 2.800 personas “causen baja” con la actual crisis es, cuanto menos, sorprendente. El propio Roig lo sabe, cuando asegura que “nuestro objetivo es alcanzar el cero técnico en 2015”. Y también lo aclara: “somos una empresa de alto rendimiento; ofrecemos mucho y, a cambio, exigimos una altísima productividad”.
Ello explica que en 2012 la compañía haya incorporado a 4.000 nuevas personas a su proyecto, haya repartido un total
de 240 millones de euros en concepto de prima por objetivos entres sus trabajadores y 23 millones de euros más para compensar el incremento sufrido en el IRPF y lograr, con ello, que todos sus trabajadores cobrasen al menos el mismo salario que en 2011. Y esa misma política de gestión de los recursos humanos explica igualmente que la productividad en la compañía creciese en 2012 un 1%, hasta los 22.400 euros por trabajador al mes.
Así las cosas, y aunque el presidente de Mercadona asegure que el éxito de su proyecto radica en su estrategia comercial de Siempre Precios Bajos, más bien parece que la fórmula “mágica” tiene otros ingredientes: motivación de los recursos humanos, alta productividad y exigencia, e importantes dosis de realismo y autocrítica para una empresa consciente de que uno de sus actuales talones de Aquiles es su ratio de rotación, aún elevado: “una rotación de 2.800 personas es una burrada y es un dato malo; todo lo que sea más de uno para nosotros está mal”.
No hay tiempo para hacer un alto. En el mundo de la empresa, si uno deja de pedalear corre el riesgo de caerse y eso Roig lo entiende mejor que nadie. Hace unas semanas daba una nueva vuelta de tuerca a su organización, anunciando el desembarco de la marca valenciana en Navarra y País Vasco, que hasta ahora habían sido territorio comanche.
Juan Roig, Victor Grifols, Emilio Botín o el retirado Amancio Ortega, han demostrado sobradamente que España genera, como cualquier otro país desarrollado, empresarios capaces de generar riqueza (ganar dinero) y crear empleo, y eso, en tiempos de crisis, merece un reconocimiento público que, en demasiadas ocasiones, le es negado por una parte de la sociedad demasiado acostumbrada a vivir a la sombra de los Presupuestos Generales del Estado.
Carlos Díaz Güell es editor de ‘Tendencias del Dinero’, publicación ‘on line’ económico-financiera de circulación restringida