Meses complicados

El último trimestre del año y el primer cuatrimestre del 2014 se presentan con una dureza, en lo económico, de riesgo elevado para una buena parte de las actividades económicas gallegas, al llegar muchas de ellas extenuadas, asfixiadas por una falta de liquidez galopante, sin financiación y con una Seguridad Social y una Agencia Tributaria que nos aprietan y persiguen fiscalmente como si de delincuentes se tratara.

Pero esta vez me voy a centrar en nuestro sector agrícola-ganadero, ese al que le hemos quitado competitividad y prácticamente desarbolado al practicar políticas erróneas durante décadas, llevándolo a una situación sangrante y vergonzante. El último ejemplo de ello lo tenemos en la empresa Alimentos Lácteos, que ha solicitado la apertura del proceso de liquidación en el juzgado mercantil y en la que un ERE de extinción pondrá fin a 80 empleos. Y lo más dramático es que más de 800 ganaderos de 11 cooperativas que participaron en el proyecto con préstamos participativos quedarán a los pies de los caballos en sus explotaciones y en sus economías familiares. ¿Es ésta la forma y la fórmula para fijar población en el rural?

Hemos llevado casi al precipicio a nuestras ganaderías de vacuno de leche, pero es que las explotaciones de vacuno de carne están prácticamente igual, con un precio del gasoil agrícola en máximos y un coste del kilo de pienso que hace prácticamente inviable cualquier explotación si dejase de recibir las ayudas pertinentes de la UE. Y la pregunta es: ¿qué pasará cuando Bruselas retire las líneas de ayudas a nuestro sector ganadero? Pues la respuesta es que la inmensa mayoría cerrarán, tanto las de ganadería extensiva como intensiva, despoblando aún más nuestro rural y llevando a la miseria a comarcas enteras.

Por esto mismo mi última pregunta-reflexión es: ¿para cuándo, cómo y dónde políticas económicas reales y dinamizadoras para nuestro sector primario? ¿Para cuándo un cambio radical en nuestro sistema productivo que logre corregir los errores de treinta años de pésimas políticas agro-ganaderas que han llevado a un sector vital, tradicional e histórico a un cierre continuado de explotaciones?

No estamos haciendo las cosas bien y los datos nos lo dicen una y otra vez, pero así nuestros representantes políticos de todos los colores siguen enfrascados en debates sobre sus propias miserias y presuntas corruptelas, obviando, una vez más, a la ciudadanía y sus problemas reales.

Y este último punto me lleva nuevamente a una nítida conclusión: ¿para cuándo las listas abiertas en los partidos, para que los representantes elegidos se preocupen de una vez por todas de ilusionar, incentivar y trabajar por y para los ciudadanos y ciudadanas, y no para ser un mísero palmero de su inmediato superior? Para ello, las palabras regeneración y transparencia tienen y deben convertirse en una realidad palpable y solvente, para ser la alternativa al cambio que nuestra sociedad pide y exige. Es lo que creo, pienso y defiendo.