Moncloa, tenemos un problema

Sánchez maneja con habilidad la táctica exculpatoria ante la sombra de una presunta 'caja B' que se proyecta sobre Podemos

El presidente del Gobierno se resiste a admitirlo. Pero, además de los frentes que se le han abierto con la segunda oleada de contagios por coronavirus y la salida forzosa del Rey emérito don Juan Carlos del país, su socio de Podemos le ha metido en un lío al verse envuelto en un escándalo judicial. Por lo tanto, Moncloa tiene un problema añadido.

El partido de Pablo Iglesias, imputado por presunta financiación ilegal, malversación y administración desleal. La sombra de una presunta ‘caja B’ se proyecta sobre los puristas de la izquierda que hace tan solo seis años quisieron acabar con lo que ellos llamaban ‘casta’ y han terminado por degenerar en un negocio familiar y agencia de colocación.

Las denuncias sobre sus orígenes opacos, con dependencia económica de regímenes totalitarios como Venezuela o Irán, se quedaron en papel mojado. Pero ahora les cerca la justicia con la denuncia presuntamente falsa del caso Dina y la imputación sobre su contabilidad ilegal.

Una situación extremadamente comprometida para Pedro Sánchez, que un mal día accedió a dejar entrar hasta la cocina del Gobierno a quien no era de fiar. Y ahora se encuentra atrapado, aplicando una doble vara de medir. Fue implacable contra el PP y ahora, en parecidas circunstancias judiciales, con Iglesias prefiere no pronunciarse aunque, eso sí, ha evitado defenderle.

A Sánchez le ha salido algo más que un boquete en el Gobierno de coalición. Imputación, investigación. Su socio sospechoso de haber hecho trampas. No solo por haber denunciado el robo de un móvil —que la justicia deberá decidir si en ese caso hubo mentira y simulación de delito— sino porque el Tribunal de Cuentas ha detectado irregularidades en las subvenciones para sufragar gastos de seguridad y, finalmente, ha resultado imputado por presunta financiación irregular.

Todos los dardos que desde los círculos podemitas se lanzaron contra sus adversarios políticos en similares circunstancias se vuelven ahora contra ellos como un bumerán.

¿Ante un caso de imputación? “Juicio oral y dimisión”, dijo Iglesias en campaña electoral

Sánchez ha demostrado saber manejar con habilidad la táctica exculpatoria. De la conspiración contra la Corona que ha encabezado su propio socio de Gobierno apoyado en nacionalistas variopintos ya tiene a quien señalar. Aunque él esté permitiendo las maniobras para ir desplazando del foco al propio Felipe VI, el ruido lo hace Podemos.

Si de la gestión del coronavirus no tiene ningún reproche que hacerse (se llegó a poner un notable alto) tampoco tiene nada que decir (debería hacerlo) sobre quienes quieren mover la silla al jefe del Estado. Otorga. Porque los desestabilizadores se sientan con él en el consejo de ministros. Han conseguido penetrar hasta el epicentro del CNI y ahora son sospechosos de corrupción.

Sánchez, en esta ocasión, ha evitado defender a su socio. Su lacónico “respeto” a las investigaciones judiciales han dejado a Iglesias y su club a los pies de los caballos. Pero en el fondo sabe que está en un aprieto por culpa de la imputación a Podemos. La oposición exige explicaciones a un silente Iglesias. Y Vox azuza a la opinión pública para persuadirla de que la idea de presentar una moción de censura contra Sánchez no es tan disparatada como pareció en un principio.

De momento, medio gobierno está cercado por la justicia y la reacción de la formación morada ha sido soberbia. En vez de ponerse a disposición de los jueces, como corresponde en un Estado de derecho, se ha dedicado a cargar contra los mensajeros. Con presiones al juez. Muy democrático todo.

Sánchez, que presentó su moción de censura contra Marianao Rajoy alegando, como razón, la imputación por financiación ilegal del PP como persona jurídica en una sentencia relacionada con dos municipios de Madrid, ¿puede seguir admitiendo en el Gobierno a un socio igualmente imputado por causas similares? A Podemos le asiste el derecho a la presunción de inocencia. Como a todos. La que ellos no aplican a sus adversarios. Pero, con la imputación, queda invalidado.

El propio Iglesias se comprometió a dimitir en situaciones como ésta. ¿Ante un caso de imputación? “Juicio oral y dimisión”, dijo. Promesas de campaña electoral.

El partido que cogobierna España está imputado por corrupción. El Rey emérito, que ha tenido que salir de España, no. Esta es la foto del momento. Ese es el titular. Pero, a diferencia del PP, es posible que no tenga consecuencias políticas. Sobre todo porque, mientras Pedro necesite a Pablo, este Gobierno socialcomunista seguirá. A pesar de todo.