La parroquia blaugrana sufrió, gracias a José Mário dos Santos Mourinho Félix (popularmente Mou), un ‘orgasmou’ colectivo, en su enfrentamiento futbolístico en la capital del Reino.
Como uno es un profesional de la información, no suficientemente contento con el espectáculo del campo, se quedó a ver la rueda de prensa posterior al evento que celebran los entrenadores y contrito me quedé con las declaraciones del entrenador del Real Madrid.
“No entiendo…no entiendo” decía el portugués cada dos por tres. Aparte del dominio del escenario que tiene el reconocido técnico, parecían sinceras sus declaraciones que, por supuesto, no entraron en ningún momento a analizar en profundidad los vericuetos del partido.
¿Por qué los árbitros se empeñan en diezmar a su equipo y a menudo acaba con diez jugadores el partido? Algunos lo vemos claro.
Vamos a intentar ilustrarle. Su apuesta por el juego denominado de catenaccio, una táctica de juego netamente defensiva, produce que los jugadores deban apostar por destruir el juego del rival en lugar de distinguirse por la creación y el ‘jogo bonito’ que nació en un país de habla portuguesa allende los mares.
Esta actitud destructiva determina una agresividad por parte de los jugadores que lo utilizan que en muchas ocasiones, y según se interprete el reglamento por los árbitros, es penalizada por ser contraria a la letra, a veces también, al espíritu del juego.
Eso es lo que le pasa a sus equipos señor Mourinho. No tiene que ver con la calidad ni el mayor o menor señorío de los clubes, sino con la forma que usted tiene de interpretar la táctica de este deporte/espectáculo.
Su estrategia para intentar detener el juego de los equipos rivales cuando éstos son mejores que el suyo conlleva unos riesgos que usted debe asumir. Las culpas no siempre las tiene el contrario. Alguna vez hay que mirarse el ombligo.
Y comprar algo de humildad en el mercado de esa especie tampoco le iría nada mal, no ya al juego de su equipo, sino al respeto que imbuiría en las aficiones contrarias… acción que, además, provocaría autoestima en la propia (afición por supuesto).
Espero haberle aclarado algo del por qué “de tot plegat”.