Observaciones para el votante inquieto

Para el votante inquieto solo queda decidir si vota directamente al PP o el PSOE, o lo hace vía otras fuerzas políticas que condicionen al ganador

El próximo día 10 de noviembre se volverán a depositar en urnas trasparentes los votos de los españoles que irán a votar. La oferta electoral es tan amplia que uno podría llegar a pensar que lo más conveniente para lograr la ansiada estabilidad política es votar a tres partidos a la vez. Se votaría al partido principal y también a dos partidos dispuestos a apoyarlo para conseguir poder gobernar.

Es una ilusión imposible pero muchos, cuando depositen su voto, imaginarán esa posibilidad, porque de eso dependerá que cualquier partido llegue a gobernar. La aritmética política será de nuevo determinante para evitar unas terceras elecciones consecutivas.

La puesta en escena del único debate por televisión nos muestra que la idea central de esta campaña es la confrontación de la estabilidad y el precio que habrá que pagar por ella. Mientras el PSOE y el PP reclaman dos vías de estabilidad bien definidas, Vox, Ciudadanos y Unidas Podemos dibujan el precio que deberán pagar los dos partidos principales para lograr su apoyo.

No se trató de un debate a cinco sino de un debate a dos con tres opciones dispuestas a hacer valer su visión de España. Fuera del debate quedaron importantes fuerzas políticas, como el PNV o ERC, que están explicando en sus campañas las condiciones que se deben dar para apoyar al futuro presidente de España.

Más allá del debate, la campaña avanza evidenciando la obsesión de los partidos para conseguir establecer la aritmética que les permita conseguir conformar un nuevo gobierno. La sospecha de que tras la campaña pueda haber un pacto entre el PP y el PSOE es la gran cuestión que están alimento el resto de partidos políticos.

La estrategia utilizada ya en otras campañas sobre la fantasía de que viene el lobo en forma de acuerdo entre los dos grandes partidos ahora puede ser una realidad. Da igual que Pedro Sánchez declare que “el PSOE no va a hacer ninguna gran coalición con el PP”. La sospecha es razonable dada la imperiosa necesidad de no volver a repetir unas nuevas elecciones que desgastarían a ambos partidos.

Las elecciones del 10-N solo tendrán un ganador, pero muchos pretendientes para investir a Sánchez (incluso el PP)

Lo que no desvela Sánchez es si pactará con el Pablo Casado para su investidura con acuerdos puntuales para salvar los dos primeros años de legislatura. Dicho de otro modo, no a la gran coalición pero tal vez sí pactos de legislatura. Sin embargo, si miramos los precedentes, veremos que en todas las elecciones ha aparecido el fantasma de la gran coalición sin que se materializara.

Primero fue Mariano Rajoy pidiendo al PSOE que tuviera visión de Estado y luego fue Sánchez el que utilizó el mismo argumento. Los partidos gravitan alrededor del PP –Vox, Ciudadanos y PNV– o del PSOE –Unidas Podemos, Más País, ERC, PNV e incluso Ciudadanos–. Todos ellos pretenden extender la sospecha para conseguir el voto útil y ser decisivos en el momento de los pactos.

La campaña se desliza en la dirección de construir sospechas para evitar lo inevitable: que el PSOE es el que dispone de más espacio para erigirse, no solo en el ganador de las elecciones, sino que también es el partido que tiene mayor margen para realizar acuerdos con otros partidos políticos.

Si no hay una inesperada sorpresa, las elecciones del 10 de noviembre solo tendrán un ganador, el PSOE, y muchos pretendientes para investir a Sánchez presidente del gobierno español. Incluso el PP.

Para el votante inquieto solo queda decidir si vota directamente al PP o el PSOE, o lo hace vía otras fuerzas políticas que condicionen al ganador. La cuestión principal en estas elecciones no es la cuestión catalana, la situación económica o los derechos sociales, sino si gobierna la izquierda con el PSOE o la derecha con el PP.

Al votante inquieto se le pide que en el último minuto decida si prefiere la estabilidad del PP, basada en el retorno de una España liberal y comprometida con la estabilidad económica, o la del PSOE, que sigue intentado fijar en España el ideal de Emmanuel Macron y ser un partido capaz de integrar a la derecha y la izquierda en un nuevo proyecto de España.